La política de los
imperialistas simpre es la misma, especialmente en Oriente Medio, divide y
vencerás, por lo que reconvierten las consignas políticas en términos
confesionales, que es la manera más fácil de dividir al movimiento.
EN ORIENTE MEDIO NO HAY DOS
POTENCIAS,
SÓLO HAY UNA Y NINGÚN OTRO
PAÍS ESTÁ
A LA ALTURA DE ESTADOS
UNIDOS
Ayer AraInfo publicaba un artículo lamentable sobre Irak, un país entre dos
ríos y “entre dos potencias”, titulaba (*), aludiendo a Irán y Estados Unidos,
que quedaban en el mismo plano. Es el absurdo tópico sobre “los unos y los
otros” que equipara a víctimas y verdugos para ocultar la realidad más
evidente: Irak es un país invadido por Estados Unidos desde 2003, que se niega
a abandonar porque le pone a las puertas de un ataque fulminante contra Irán.
En el ataque mortífero contra el general Soleimani también murieron
dirigentes de las unidades chiítas de Hashid Al-Shabih, que son irakíes y
forman parte del ejército regular irakí. Pero, a su vez, incluso en Irak, los
chiítas no forman una corriente política uniforme, ni siquiera con respecto a
Irán. La coincidencia interna de los chiítas irakíes, con otros chiítas de
otros países árabes, con otras confesiones religiosas y, naturalmente, con Irán
es que las tropas de Estados Unidos se larguen de Oriente Medio, lo cual es una
reivindicación absolutamente justa.
La fuente de los artículos que van en la línea de AraInfo no es otra que el
imperialismo, cuyos portavoces identifican a quienes se oponen a Estados Unidos
en Oriente Medio como “agentes iraníes”, como en la Guerra Fría eran “agentes
de Moscú” quienes luchaban por la paz y el desarme.
Cuando el gobierno de Bahrein, apoyado por las tropas saudíes, aplastó las
manifestaciones de la Primavera Árabe en la isla en 2011, los médicos chiítas
de un hospital fueron torturados para que admitieran que recibían órdenes de
Irán, a pesar de que una investigación internacional no encontró pruebas de la
participación de Irán en las manifestaciones.
Pero si el eje de la resistencia se enfrenta a Estados Unidos en la región,
Estados Unidos hace lo propio con Irán. También moviliza a sus peones locales,
los saca a la calle y les dicta las consignas de sus pancartas, incluido
AraInfo a miles de kilómetros de distancia. Dicen que Irán lleva una política
expansionista y en su intoxicación explotan las diferencias religiosas: los que
se oponen a su presencia son los chiítas, un cajón en el que también caben
Hezbollah, el Ansarolah yemení, los alauitas y otros.
La política de los imperialistas simpre es la misma, especialmente en
Oriente Medio, divide y vencerás, por lo que reconvierten las consignas
políticas en términos confesionales, que es la manera más fácil de dividir al
movimiento.
Irán hace lo contrario: trata de agrupar fuerzas, no sólo en torno a sí,
sino a las organizaciones que han dado pruebas sobradas de coraje en la lucha
antimperialista, lo que da al movimiento una uniformidad de la que carece y,
desde luego, mucha más presencia de la que tendrían sus fuerzas desde el punto
de vista social y cuantitativo.
En Oriente Medio los chiítas, además de ser una minoría, eran los más
pobres. Siempre fueron perseguidos y marginados. En 1991 Saddam Hussein aplastó
un levantamiento chiíta y masacró a decenas de miles de ellos en Kerbala, Najaf
y Basora, incluidos niños, enterrando sus cadáveres en fosas comunes.
Ingenuamente, los chiítas creían que Saddam no se atrevería porque los
imperialistas, que estaban a las puertas, se lo iban a impedir.
Craso error: para Estados Unidos los chiítas irakíes eran un brazo de Irán
al otro lado de la frontera y dejaron que Saddam los masacrara. Fue como una
extensión de la guerra entre ambos países.
Los chiítas aprendieron con mucho dolor: no somos un brazo de Irán pero no
está nada mal funcionar como tal. La revolución iraní puso a los chiítas árabes
en el mapa de Oriente Medio y ahora los imperialistas no pueden con ellos; son
el eje de la resistencia, hasta el punto de quienes fueron masacrados en
Kerbala, Najaf y Basora están ahora en el gobierno de Bagdad y no podrán
olvidarse jamás de aquella masacre (ni de ninguna otra masacre).
Pero el ascenso de los chiítas en Oriente Medio no es consecuencia de Irán
sino del imperialismo. Inmediatamente después del asesinato de Soleimani, hasta
el imán Moqtada Al-Sadr, cabeza visible de los chiítas irakíes antiiraníes, ha
vuelto a las andadas y amenza con recurrir al Ejército del Mahdi, o sea, a
emprender la lucha armada contra Estados Unidos. Este antiiraní dice lo mismo
que Irán y pide cerrar la embajada de Estados Unidos en Bagdad.
En Oriente Medio no hay dos potencias, sólo hay una; ningún otro país se
puede poner a la altura de Estados Unidos, ni de lejos.
Publicado por La Cuna del Sol
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