El último libro de Andrei
Martyanov es una fuente de evidencias inagotable sobre el tipo de letalidad que
espera a las fuerzas estadounidenses en una posible guerra futura contra
ejércitos reales (no los talibanes o los de Saddam Hussein).
¿USTEDES DICEN QUE QUIEREN
UNA
REVOLUCIÓN (RUSA)?
Por Pepe Escobar
En muy raras ocasiones sale a la luz un libro imprescindible que manifiesta
con claridad la urgencia de la sensatez en un mundo post-MAD (Mutual Assured
Destruction) como el de hoy en día. Esa es la responsabilidad que asume “The
(Real) Revolution in Military Affairs (“La (autentica) revolución en asuntos
militares”) de Andrei Martyanov (Clarity Press), posiblemente el libro más
importante del 2019.
Martyanov lo tiene todo -y viene con atributos extraordinarios como
analista militar ruso de primera línea, nacido en Bakú en aquellos días de la
URSS, viviendo y trabajando en los Estados Unidos, y escribiendo y blogueando
en inglés.
Martyanov no pierde el tiempo, e inmediatamente procede a dinamitar no solo
las incoherencias de Fukuyama y Huntington, sino, especialmente, el argumento
infantil y sin sentido de la Trampa de Tucídides de Graham Allison -como si la
ecuación de poder entre Estados Unidos y China en el siglo XXI pudiera
interpretarse fácilmente en paralelo a Atenas y Esparta aproximándose
lentamente hacia la Guerra del Peloponeso hace más de 2,400 años. ¿Qué es lo que
sigue? ¿Xi Jinping, como el nuevo Genghis Khan?
(Por cierto, actualmente el mejor ensayo sobre Tucídides está en italiano,
escrito por Luciano Canfora ("Tucidide: La Menzogna, La Colpa,
L'Esilio"). Ninguna trampa. Martyanov, disfruta definiendo la Trampa como
un "producto de la imaginación" de personas que “tienen una
conocimiento muy vago de la guerra real en el siglo XXI”. No es de extrañar que
Xi, explícitamente dijera que la Trampa no existe).
En su anterior y espléndido trabajo, “Losing Military Supremacy: The Myopia
of American Strategic Planning (“Perdiendo la supremacía militar: la miopía de
la planeación estratégica estadounidense”), Martyanov, detalla cómo “la falta
de experiencia histórica en la guerra continental por parte de Estados Unidos”,
terminó “plantando las semillas de la
destrucción de la mitología militar estadounidense de los siglos XX y XXI, que
es fundamental en el declive estadounidense, debido a la arrogancia y el
desapego de la realidad”. A lo largo del libro, Martyanov, proporciona
evidencia sólida sobre la clase de letalidad que espera a las fuerzas
estadounidenses en una posible guerra contra ejércitos de verdad (no los
talibanes o los de Saddam Hussein), fuerzas aéreas, defensas aéreas y poder
naval.
Sacar conclusiones
Una de las principales conclusiones es el fracaso de los modelos matemáticos
estadounidenses; y los lectores del libro necesitan digerir una buena cantidad
de ecuaciones matemáticas. El punto clave es que este fracaso condujo a Estados
Unidos “a una ininterrumpida espiral descendente de disminuidas capacidades
militares contra la nación [Rusia] que creía haber derrotado en la Guerra Fría”.
En los Estados Unidos, la Revolución en Asuntos Militare (RMA, en inglés) fue introducido por el fallecido Andrew
Marshall, también conocido como Yoda, ex jefe de Net Assesment en el Pentágono
y además el inventor de facto del concepto del "pivote a Asia". Sin
embargo, Martyanov nos dice que la RMA en realidad comenzó como MTR (Military-Technological
Revolution), introducida por los teóricos militares soviéticos en la década de
1970.
Uno de los elementos básicos de la RMA se refiere a las naciones con
capacidad de producir misiles de crucero de ataque terrestre, también conocidos
como TLAMs. En las actuales circunstancias, solo los EE.UU, Rusia, China y
Francia pueden hacerlo. Y solo hay dos sistemas globales que brindan
orientación satelital a los misiles de crucero: el GPS estadounidense y el
GLONASS ruso. Ni el BeiDou de China ni el Galileo europeo califican, aún, como
sistemas GPS globales.
Luego está la “guerra centrada en redes” o Net-Centric Warfare (NCW). El
término en sí fue acuñado por el fallecido almirante, Arthur Cebrowski, en 1998,
en un artículo que coescribió con John Garstka, titulado “Network-Centric Warfare
– Its Origin and Future” (“Guerra centrada en redes: su origen y futuro”).
Haciendo uso de sus ecuaciones matemáticas, Martyanov, enseguida nos dice
que “la era de los misiles antibuque subsónicos ha terminado”. La OTAN, ese
organismo que sufre de muerte cerebral (derechos de autor de Emmanuel Macron) hoy
tiene que enfrentar el supersónico ruso
P-800 Onyx y el Kalibr-class M54 en un “entorno de guerra electrónica altamente
hostil”. En la actualidad, todos los ejércitos modernos avanzados aplican la
guerra centrada en redes (NCW), desarrollada por el Pentágono en la década de
1990.
En su nuevo libro, Martyanov, menciona algo que aprendí en mi visita a
Donbass en marzo de 2015: cómo los principios NCW, “basados en las capacidades
C4ISR de Rusia que fueron puestos a disposición -por el ejército ruso- de las
fuerzas armadas numéricamente inferiores de las Repúblicas del Donbass (LDNR)
tuvieron un efecto devastador, tanto en las batallas de Ilovaisk como en Debaltsevo,
sobre las voluminosas fuerzas armadas ucranianas de la era soviética”.
No hay escape del Kinzhal
Martyanov, proporciona amplia información sobre el último misil de Rusia:
el Kinzal, un misil balístico hipersónico, Mach 10, disparado desde el aire, recientemente
puesto a prueba en el Ártico.
Significativamente, como explica Martyanov, “ningún sistema de defensa
antimisiles existente en la Marina de los EE.UU es capaz de derribarlo, incluso
en el caso de ser detectado". El Kinzhal tiene un alcance de 2,000 km, que
permite que sus portadores, los MiG-31K y TU-22M3M, sean "invulnerables a
la única defensa que un Grupo de Ataque de Portaaviones de los EE.UU, un pilar
fundamental del poder naval estadounidense, puede montar con aviones de combate
que operan desde portaaviones". Estos aviones de combate simplemente no
poseen el alcance.
El Kinzhal fue una de las armas anunciadas por el presidente ruso, Vladimir
Putin durante su discurso del 1 de marzo de 2018 en la Asamblea Federal, que
cambió las reglas del juego. Ese es el día, subraya Martyanov, cuando llegó la
auténtica Revolución en Asuntos Militares, y “cambió completa y
drásticamente la cara de la guerra entre
iguales, la competencia y el equilibrio de poder a escala global".
Altos funcionarios del Pentágono, como el general John Hyten, subjefe del
Comando Conjunto, han admitido de manera oficial que "actualmente no
existen contramedidas" contra, por ejemplo, el vehículo planeador
hipersónico Mach 27 Avangard (que inutiliza los sistemas de misiles
anti-balísticos). El general, le ha dicho al Comité de Servicios Armados del
Senado de los EE.UU, que la única alternativa sería utilizar "un disuasivo
nuclear". Tampoco existen contramedidas contra misiles antibuque como el
Zircon y Kinzhal.
Cualquier analista militar sabe muy bien cómo el Kinzhal destruyó un
objetivo terrestre del tamaño de un Toyota Corolla en Siria después de ser
lanzado desde una distancia de 1,000 km en condiciones climáticas adversas. De
lo demostrado nacen las pesadillas de la OTAN: las instalaciones de comando y
control de la OTAN en Europa son de hecho indefendibles.
Martyanov, va directo al grano: “La introducción de armas hipersónicas sin
duda alguna vierte un poco de agua fría a la obsesión estadounidense de
proteger el territorio norteamericano de los ataques de represalia".
Martyanov, es implacable con los diseñadores de las políticas estadounidenses
que “carecen de las herramientas necesarias para comprender la realidad
geoestratégica en su momento actual en la que la auténtica revolución en los
asuntos militares... ha degradado drásticamente las muy a menudo exageradas capacidades
militares estadounidenses y continúa redefiniendo el estatus geopolítico estadounidense,
lejos de su autodeclarada hegemonía”.
Y la situación se vuelve más grave: “Tales armas garantizan que una represalia contra los Estados Unidos
propiamente dicho sea inevitable [las
cursivas son de Martyanov]”. Incluso los elementos disuasivos nucleares que
poseen los rusos -y en menor grado los chinos, como se mostró recientemente- “son
capaces de superar los sistemas antibalísticos estadounidense y destruir a los
Estados Unidos”, sin importar la burda propaganda que el Pentágono está
vendiendo.
En febrero de 2019, Moscú anunció la finalización de las pruebas de un
motor nuclear para el misil de crucero Petrel. Este es un misil de crucero
subsónico a propulsión nuclear que puede permanecer en el espacio durante
bastante tiempo, cubriendo distancias intercontinentales y capaz de atacar
desde los puntos menos esperados. Martyanov, con mucho ingenio caracteriza al
Petrel como “un arma de venganza, en caso que algunos de los estadounidenses
responsables de tomar decisiones que
puedan precipitar una nueva guerra mundial intenten esconderse de los efectos
de lo que han desatado en la relativa seguridad del hemisferio sur”.
La guerra híbrida fuera de
control
Una sección del libro abunda sobre el avance militar de China y los frutos
de la asociación estratégica con Rusia, como la compra por parte de Pekín de misiles antiaéreos S-400 Triumph por
valor de $ 3 mil millones, “diseñados especialmente para lidiar con el tipo de
armamento que Estados Unidos utilizaría en caso de un conflicto convencional con
China”.
Debido al momento, el análisis ni siquiera toma en cuenta el arsenal
exhibido a principios de octubre en el desfile de Pekín que celebraba el 70
aniversario de la República Popular.
Esto incluye, entre otras cosas, el "exterminador de portaaviones"
DF-21D, diseñado para atacar buques de guerra a una distancia de hasta 1,500
km; el misil de rango intermedio "Guam Killer" DF-26; el misil
hipersónico DF-17; y los misiles de crucero antibuque YJ-18A, de largo alcance
y lanzados desde submarinos. Sin mencionar el ICBM DF-41, la columna vertebral
del disuasivo nuclear de China, capaz de alcanzar el territorio continental de
los EE.U con múltiples ojivas.
Martyanov, no pudo evitar dirigirse a la RAND Corporation, cuya razón de
existir es presionar incesantemente por más dinero para el Pentágono, culpando
a Rusia por la "guerra híbrida" (un invento estadounidense) incluso
cuando se queja de la incapacidad de Estados Unidos para derrotar a Rusia en todos
y cada uno de los juegos de guerra. Los juegos de guerra de la RAND,
enfrentando a Estados Unidos y sus aliados contra Rusia y China, han terminado
siempre en una "catástrofe" para la “la más extraordinaria fuerza de
combate del mundo".
Martyanov también aborda los S-500, capaces de alcanzar los aviones AWACS,
y posiblemente, incluso interceptar objetivos hipersónicos no balísticos. El
S-500 y su último sistema de defensa antiaérea de alcance intermedio, el S-350
Vityaz de última generación, entrara en operaciones en 2020.
La conclusión clave de Martyanov : “No hay paridad entre Rusia y los
Estados Unidos en áreas como la defensa aérea, las armas hipersónicas y, en
general, el desarrollo de misiles, por nombrar solo algunas -Estados Unidos va
a la zaga en estas áreas, no solo en años sino en generaciones [las cursivas son mías]”.
En todo el Sur Global, decenas de naciones están muy conscientes de que el
“orden” -más bien el desorden- económico de los Estados Unidos está al borde
del colapso. Por el contrario, en Eurasia, se está avanzando en un modelo de
relaciones exteriores entre naciones soberanas, cooperativo, integrado y basado
en normas, simbolizado por la fusión de la Nueva Ruta de la Seda, o la
Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la Unión Económica de Eurasia (EAEU),
la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS), el Banco de Inversión en
Infraestructura de Asia (AIIB), el NDB (el banco de los BRICS).
Los garantes cruciales del nuevo modelo son Rusia y China. Tanto Pekin como
Moscú, no albergan ilusión alguna sobre la toxica dinámica en Washington. En
mis recientes conversaciones con connotados analistas en Kazajstán el mes
pasado y en Moscú la semana pasada, una vez más se hizo hincapié en la
inutilidad de negociar con personas descritas, con cierto sarcasmo, como
fanáticos excepcionalistas. Rusia, China y muchos lugares de Eurasia han
comprendido que es imposible lograr acuerdos significativos con una nación
empeñada en romper cada acuerdo.
¿Indispensable? No.
Vulnerable
Martyanov no puede dejar de evocar el discurso de Putin ante la Asamblea
Federal en febrero de 2019, luego que Washington unilateralmente abandonara el
tratado INF, despejando el camino para el despliegue de misiles intermedios y
de corto alcance por parte de Estados Unidos estacionados en Europa y apuntando
hacia Rusia:
“Rusia se verá obligada a crear y desplegar ese tipo de armas... contra
aquellas regiones donde tengamos que enfrentar una amenaza directa, pero
también contra aquellas regiones que albergan los centros donde se toman las
decisiones sobre el uso de esos sistemas de misiles que nos amenazan”.
Traducción: La invulnerabilidad estadounidense ha terminado, para siempre.
En el corto plazo, siempre existe la posibilidad de que las cosas puedan
empeorar. En su tradicional conferencia de prensa de fin de año en Moscú, que
duró casi cuatro horas y media, Putin declaró que Rusia está más que lista para
"simplemente renovar el actual acuerdo, New START", que vencerá a
principios de 2021: "Ellos [ Estados Unidos] puede enviarnos el acuerdo
mañana, o podemos firmarlo y enviarlo a Washington ". Y, sin
embargo," hasta ahora nuestras propuestas no han sido respondidas. Si el
New START deja de existir, nada en el mundo detendrá una carrera armamentista. Creo
que esto es perjudicial".
“Perjudicial”, es más bien el eufemismo. Martyanov, prefiere enfatizar cómo
“la mayoría de las élites estadounidenses, al menos por ahora, aún permanecen
en un estado de disonancia cognitiva orwelliana", incluso cuando la
verdadera RMA "eliminó el mito de la invencibilidad convencional
estadounidense”.
Martyanov es uno de los pocos analistas -habitualmente de diferentes partes
de Eurasia- que ha advertido sobre el peligro de que Estados Unidos resulte
"accidentalmente" envuelto en una guerra contra Rusia, China, o ambas,
la cual es imposible de ganar convencionalmente, "y mucho menos a través
de la pesadilla de una catástrofe nuclear global".
¿No es eso suficiente para infundir al menos un mínimo de sensatez en
aquellos que controlan esa enorme mina de oro; el complejo industrial-militar y
de seguridad? No cuenten con eso.
Publicado por La Cuna del Sol
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