Los falsos “padres de la patria”, ahora que estamos en el mes de septiembre, han tenido la feliz ocurrencia de pedir un aumento salarial, encabezado por un mediocre diputado del partido Viva, quizá porque las clases pasivas del Estado, los jubilados, recibirán un mísero incremento que a los diputados les ha de parecer mucho.
LOS FORAJIDOS DEL CONGRESO DE GUATEMALA
ATACAN DE NUEVO, DE DÍA Y DESEMBOZADOS
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Ahora resulta que personas sin honorabilidad
-la mayoría- quieren investirse, equipararse, como funcionarios judiciales.
Pero la mayoría no tienen experticia doctrinaria y de procedimientos
procesales. Unos son criadores de ganado vacuno, otros porquerizos proveedores
de carne de cerdo para la industria de jamones y salchichas. Otros, pastores
evangélicos disfrazados de profetas de pacotilla y otros, los peores, no tienen
oficio ni profesión conocida, a no ser mañosos que medran de partido en partido
político, sin convicciones políticas e ideológicas. Todos con un ideario en
común: hacer dinero.
En Guatemala, como en los Estados Unidos, las
historias de éxito personal van por la narrativa de gente pobre que se hace
millonaria. Otros logros como la bondad, la integridad, la honorabilidad y el
respeto son cosas que uno puede o no tomar en cuenta y que en nada, al final,
afectan el bien amado: los dólares apisonados con el peso de la inmoralidad y
de la insolidaridad. Una moneda que pierde valor por todo el mundo y que
paulatinamente está siendo sustituida en el intercambio financiero por cada moneda
nacional, con el yen chino, por ejemplo, o el rublo ruso o la rupia hindú.
Esas monedas nacionales que circulan en la
geografía del BRICS son las monedas sanas, no cargadas de abuso, prepotencia e
iniquidades brutales. Por eso las iniciativas personales para hacer dinero
debieran de pasar por el esfuerzo, por algo de lo que muchos bellacos se han
olvidado: el trabajo. Y dentro de las inmoralidades del mundo hay una que
sobresale: la de los diputados del Congreso de Guatemala. Algo que cuesta
comprender por el altísimo grado de inmoralidad.
Los falsos “padres de la patria”, ahora que
estamos en el mes de septiembre, han tenido la feliz ocurrencia de pedir un
aumento salarial, encabezado por un mediocre diputado del partido Viva, quizá
porque las clases pasivas del Estado, los jubilados, recibirán un mísero
incremento de Q.428.00 y que a los diputados les ha de parecer mucho. Al menos
el doctor Arévalo (porque los recursos monetarios del Estado están siempre en
permanente crisis), pensó en un sector de la sociedad cuya edad les afecta en
su actividad productiva. Enfermedades y pobreza que escarnecen una vida digna.
No obstante, no es el caso del ingreso de los diputados. Aquí la única
explicación es la codicia. El amor al dinero inescrupuloso y la falta de
consideración hacia los demás.
El salario actual de un diputado raso es de
Q.29,000.00 más una dieta de Q.5,000.00 por su integración a determinadas
comisiones. Los diputados de la Junta Directiva tienen un salario de
Q.50,000.00 más los mismos Q.5,000.00 de dietas. La propuesta sobre el
incremento salarial se presentó el 3 de septiembre y el Artículo a reformar es
el 55, inciso b. Pero vea usted lo que argumentan estos cínicos sujetos: “La
nueva remuneración -dicen los diputados- les permitiría cumplir eficaz y
dignamente con sus funciones parlamentarias y territoriales”. ¿Habrá más
desvergüenza? O sea, según lo declarado, que ellos no son eficaces porque solo
ganan Q.29, 000 quetzales. Con el doble estarían muy motivados para dedicarse
con más ahínco a sus labores parlamentarias. ¡Qué huevos! Argumentos tontos,
pienso, que solo reflejan pobreza espiritual e intelectual y nos dan la
catadura exacta de toda la basura que tiene como recinto el Congreso de la
República de Guatemala, una especie de cueva de Alí Babá y los cuarenta
ladrones, solo que aquí en Guatemala son 150 rateros.
¡Mi huevo otra vez! Lo mismo hace el comercio
minorista. Solo se enteran los tenderos que hay un leve aumento de dinero para
los trabajadores y, al otro día, los precios son distintos, incrementados sin
ninguna justificación. Aquí en Guatemala los reajustes salariales provocan
artificiales inflaciones. Las tiendas de barrio monopolizados por los indígenas
del occidente del país, que son seres rapaces como una lechuza, son un claro
ejemplo de lo que digo. Los indígenas guatemaltecos aman el dinero tanto como
los correderos de la Bolsa de Nueva York, no tienen escrúpulos, tal como acaba
de acontecer -para citar otro ejemplo- con los directivos de la Academia de
Lenguas Mayas, que tienen el usufruto ya por 20 años de la televisión del
Estado. ¿Y qué han producido? Pues casi nada.
En el rankin de las canales de televisión de
Guatemala el canal de los indígenas no aparece ni en el último lugar y
solicitaron (igual a los diputados) un incremento del 300% de su presupuesto
actual, cuando solo en gastos de funcionamiento se gastan el 80%. Así están los
indios de pícaros. Pero cuidadito, cualquier negativa a sus pretensiones corre
el riesgo de etiquetarse como racismo.
Forajidos hay muchos en Guatemala y con los
dos ejemplos citados se puede decir que las cosas no andan bien entre los
ciudadanos de este país. Si no vea a Allan Rodríguez, El Porky; que degrada al
pueblo zutuhil y maya pues al tener hasta helicóptero ya no se considera indio.
Y que hermosa condición es ser indio guatemalteco cuando uno sabe
entender su condición humana a plenitud.
Publicado por La Cuna del Sol
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