miércoles, 24 de junio de 2020

La bolsa o la vida…

La periodista y escritora española, Rosa María Artal, funcionaria de la ciudad de Zaragoza, España, publicó hace unos pocos días un libro por demás interesante relacionado con el gran dilema de nuestro tiempo: la apertura de la economía o la preservación de la vida de los seres ciudadanos.


LA BOLSA O LA VIDA…


Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político

La periodista y escritora española, Rosa María Artal, funcionaria de la ciudad de Zaragoza, España, publicó hace unos pocos días un libro por demás interesante relacionado con el gran dilema de nuestro tiempo: la apertura de la economía o la preservación de la vida de los seres ciudadanos. Es un dilema mundial, no solo de los españoles, y que difiere en tiempo, espacio y morbilidad en los distintos países del mundo asolados por la pandemia. Hay una situación de espanto, paranoia y preocupación con el contagio, cada día más imprevisible, sobre todo en los países donde la curva está en su punto más alto como Guatemala o Brasil. 

La crónica del dilema habla de los meses de turbulencia, de convulsión social no desfogada en las calles sino cada cual en el recinto del hogar, con el desesperante confinamiento y tedio que a las actuales generaciones les ha toca vivir con el Covid 19 y cuya perspectiva, al parecer, se prolongará en el tiempo pues las nuevas cepas del coronavirus han aumentado sus bastones al 100%, lo cual no indica otra cosa que una creciente agresividad de contagio, haciendo cada mes que pasa que las relaciones humanas sean de mayor riesgo. Más que distanciamiento social, tendría que hablarse de distanciamiento físico, porque las cercanías fraternales entre las personas como el apretón de manos, el abrazo o el beso en la mejilla quedaron para el pasado. Ya no es posible en los momentos actuales, a menos que a uno no le importe y que sean muy profundas las tendencias autodestructivas, hacer lo que apenas se hizo hace unos cuatro meses. Nunca se había visto tal profundidad, tal hecatombe en las relaciones sociales de todo el mundo que como ahora.

Esta crónica del coronavirus merece la pena leerse y comentarse, con puntos de vista que tal vez usted no los comparta, pero que no dejan de ser interesantes y hasta novedosos. Hay un evidente trato inteligente de los temas y combinando estas ideas con otras, nos da la impresión que el mundo conocido se acaba y que el fin de un sistema injusto tendrá que modificarse inopinadamente para hacerse mejor pues  la fuerza de la realidad social y económica la impone. “La bolsa o la vida” no da lugar a las alternativas porque a ambas las ata una sinergia ineludible. El hombre con su vida construye la economía, y la economía igualmente da lugar a la existencia digna del hombre. Son dos partes de un mismo ser. No puede ser la una sin la otra, entonces, siendo así, la situación sería asunto de prioridades, de coyunturas.

La precariedad económica engendra grandes contingentes de miserables, pero sin el hombre no tiene sentido ninguno de estos dos conceptos sociales. Dentro de los que proponen los inmediatos retornos a la normalidad hay personas de dos clases: los que lo hacen por la urgente necesidad de sobrevivir por el ingreso diario, y otros, los que no tienen necesidad apremiante, pero tienen una codicia apremiante. La pugna está entre estas dos visiones y por los dos lados están surgiendo seres baldados: multimillonarios que han visto reducidas sus ganancias y pobres que no tienen que comer. ¿Cuál sería el fiel de la balanza? Dejar, creo, que los eventos se desenvuelvan sin manos invisibles de mercado para que la vida se haga visible por la fuerza invisible de la inteligencia humana. Nadie podrá forzar mucho estos procesos, porque más temprano que tarde, el coronavirus muy abundante de bastones mutantes, los hará volver al punto de partida, para empezar de nuevo. La ciencia lucha, pero sus procesos tendrán que ser lentos para ser seguros y de verdadero provecho. Son las turbulencias que en los días que corren no se pueden aplacar fácilmente.






Publicado por La Cuna del Sol

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