Palabras líricas de un poeta enamorado, para
quien el amor hacia la mujer es más que un atractivo físico, que por supuesto
vale en su apreciación, en su mirada. Es un asunto sobre la belleza humana, de
sensibilidad; que va más allá de los tratados estéticos anquilosados y las
poses doctorales y aburridas. Hablar de la mujer amada y sentirla en su voz,
aliento, sus ojos y su sueño; va más allá de cualquier discernimiento, pues el
amor, como dijo Voltaire, no es posible vivirlo con la sombría racionalidad de
los ingleses. “En Francia -dijo- somos
más razonables”.Y Manuel José Arce parece decir lo mismo. Luciano Castro Barillas.
RITUAL PARA TU SUEÑO
Siempre renegué de las legislaciones estéticas
que florecen eruditos, teóricos, estetas y demás flores ponzoñosas y tristes.
Los cánones me parecen camisas de fuerza. Los
estatutos de la belleza, moldes aterradores, fórmulas de embalsamamiento.
Pero viéndote dormir, todas tu brazo perfecto
que se fugó de las sábanas y que está allí, tranquilo, como sin darse cuenta de
su inmensa y propia importancia.
Cuando estás dormida puedo ejercer toda mi
liturgia sin que tú te des cuenta, sin que te altere mi profunda y ferviente
devoción, sin que mi homenaje turbe tu naturalidad.
Porque es en ese momento, en el de la viva y
tranquila quietud, cuando puedo medir estéticamente el valor esas leyes
transitorias, todos esos requisitos preestablecidos para considerar
oficialmente bello lo bello, derogan su rigidez, pierden su acartonamieno y se
vuelven vivas confirmaciones de tu perfil, del color y la forma de tus labios,
de de las obras todas de las artes al compararlas contigo. Puedo recordar la Victoria de Samotracia y
decir que es perfecta porque es de piedra y porque si tuviera brazos y cabeza
se parecería a ti; puedo decir que no me gusta el gesto violento de La Marsellesa en el Arco
del Triunfo porque le falta tu dulzura y porque tiene una nariz que no es la
tuya; puedo decir que la Venus
de Milo es gorda y la Virgen
de la Silla
demasiado apacible. Puedo inducir que
Debussy es perfecto porque suena a tu sueño.
Los tratados de estética -¡los pobres viejos librotes sabios y
gruñones! ¡Los pobres nuevos libritos malhumorados y serios!-, se vuelven
abuelitos amables y niños traviesos cuando te veo dormir. El clima se pone con textura
de poema bucólico y las sábanas adquieren sonoridad de nube.
Solo para esto me sirven ahora los cambiantes
cánones de la belleza clásica, el punto de vista de cada época, las leyes de lo
hermoso. Sólo para verte pasar por ellas, ganar un 100 en cada artículo y salir
triunfante de todas las pruebas, seguir más allá de todas esas disposiciones
reglamentarias, más allá de todas las comparaciones posibles con las
prisioneras de los museos.
Verte dormir. Es un lugar común, pero es como
ver el mar en calma, el cielo despejado y la flor reventando. Tu respiración
huele a música y tiene la forma del vuelo de aquellas hadas que me contaron
cuando niño, de los ángeles que esperaba ver en el momento de mi Primera
Comunión.
Hay algo de sagrado en tu sueño.
Cuando despiertas, cuando amanece el día bajo
tus párpados, cuando tus brazos y tus piernas se alargan en el desperezo,
cuando sale el sol de tu sonrisa, entonces vuelven los tratados a sus anaqueles
sosegados y nacen el mundo, el tiempo y la vida.
1 comentario:
Gracias por compartirlo, este escrito es uno de mis favoritos!!!
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