martes, 13 de enero de 2015

La broma donde no se debe: el caso de Charlie Hebdo

Antes de la masacre acaecida en la editorial de la revista satírica francesa, Charlie Hebdo, probablemente ninguno de los que ahora se han amarrado el eslogan del “Todos somos Charlie”, se tomó un minuto para considerar lo contraproducente de abusar de ese concepto burgués que ahora dicen defender con todo; la libertad de expresión. Asumían entonces, como ahora, que disponían de un derecho ilimitado para mofarse, denigrar y demonizar a todo un conglomerado de humanos, su religión y su cultura, sin dar un centavo por la sensibilidad de los ofendidos a quienes siempre se les ha considerado como seres que viven muy por debajo de los estándares civilizatorios del Occidente iluminado, aunque la historia diga otra cosa muy distinta. Ahora después del ataque contra la publicación satírica todo el mundo se siente herido en lo más íntimo ante lo que perciben como el salvajismo de la respuesta ejecutada por un grupo de supuestos terroristas islámicos. Es que acaso se han olvidado de la historia del salvajismo occidental contra los pueblos islámicos disfrazado de libertad y democracia, y acaso también se han olvidado de la ley de acción reacción. Sin embargo, lo peor de todo y lo más degradante es que en su intento por repudiar la irracionalidad del Islam y reafirmar su sagrado derecho a la blasfemia ilimitada, convocan a una gran manifestación de solidaridad en la que irónicamente quienes se roban el show son algunos de los peores violadores de los derechos democráticos de esos pueblos largamente abusados. Extrañamente el presidente Nobel de la Paz brilló por su ausencia.


LA BROMA DONDE NO SE DEBE:
EL CASO DE CHARLIE HEBDO



Por Luciano Castro Barillas

Todas las publicaciones de humor, de todos los tiempos y lugares, disponen de  una esencialidad: resaltar el lado cómico o ridículo de las cosas y su ejercicio como libertad de expresión y pensamiento, tiene indudablemente sus límites, como toda en la vida. Cuando se exceden esos límites en la irreverencia, que no es otra cosa que el derecho ajeno;  y no se puede distinguir si es un insulto o un cáustico sentido del humor; se debe tener mucho cuidado para no caer en el abuso.

Eso pasó con la revista de humor francesa Charlie Hebdo que atravesada por un poco disimulado viento islamofóbico dio por diez años de reírse, de ridiculizar, de presentar como chiste creencias muy sagradas para la filiación de fe de los musulmanes que no veían ninguna gracia a la puya constante sobre su más sagrado profeta, como lo es Mahoma. El desenlace no sorprende a nadie con un mínimo de sensatez, por la segunda gran expansión del islam en el siglo XX y XXI de hecho, ya tiene lugar. La primera, del siglo VII, sentó su presencia cultural, política y militar en la península ibérica y su reflujo 800 años después fue un aporte total y vital a la cultura occidental y de la humanidad. Nadie puede negar la presencia de los pueblos árabes en la cultura y la ciencia y Europa Occidental es lo que es, gracias a los árabes. Pero la incultura es el más grave problema de Europa. Se les olvida su pasado y todo lo que le deben a la civilización islámica; porque en tanto los europeos se debatían en la ignorancia y superstición de la Edad Media, en Córdoba, España los árabes tenían la primera universidad occidental y practicaban las matemáticas, las álgebras, la filosofía inspirada en los clásicos griegos, florecían también la poesía en los inspirados versos de Mocadem de Cabra y Judá Levy. Bueno, los europeos occidentales les deben mucho a los árabes pero se les ha olvidado por asuntos de llana ignorancia, de esas naciones que se dicen tan civilizadas.

La paranoia terrorista por los asesinatos sacude la moral y la conciencia de los europeos desinformados y de dudosa vocación democrática, quizá por eso apareció Mariano Rajoy y Netanyahu encadenados de los brazos con el idiota palestino de Abás. ¿Acaso hubo semejante solidaridad con los más de dos mil palestinos asesinados hace menos de seis meses? Me temo que no. Y me preocupa la desmemoria no solo francesa sino de la mayoría del mundo. Francia ha organizado, armado y financiado generosamente al Ejército Libre de Siria que ha matado a miles de ciudadanos de este país. Más lo que hacen con sus tropas en Afganistán e Irak, o la ocupación de Mali y Ruanda.

No están a mano europeos y árabes con esos de sus muertos. La resta es pasmosamente desproporcionada en relación con los doce franceses caídos. Y la revista testaruda o quizá envalentonada por los apoyos masivos en las calles de París incurre en la misma provocación: ridiculizar al caro profeta de la fe musulmana, por lo que no esperen otra cosa que más de lo mismo, pues aquél que siembra tormentas cosechará, inevitablemente, tempestades.

Es asunto de respetar, lector amigo, para que la paz sea posible. De lo contrario las consecuencias serán devastadoras.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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