domingo, 25 de enero de 2015

Los déspotas al servicio del occidente imperialista son hombres iluminados, promotores de la paz

El hecho de que a su muerte el déspota rey Abdullah sea alabado por Occidente, especialmente los EE.UU, haciendo caso omiso de  las enormes violaciones a los derechos humanos cometidos contra sus propios cuidándonos y al vasto reino del terror implantado durante su reinado en países como Siria, Iraq, Yemen y Bahréin, explica no solo el nivel de cinismo, descaro y demagogia de occidente, sino también pone al descubierto la podredumbre del andamiaje que sostiene sus valores democráticos.


LOS DÉSPOTAS AL SERVICIO DEL OCCIDENTE IMPERIALISTA
SON HOMBRES ILUMINADOS, PROMOTORES DE LA PAZ



Si queremos tener una idea del estado de decadencia en el que se encuentra actualmente la llamada democracia liberal occidental, bastará con dar una mirada a algunos de los sucesos más relevantes de lo que va de este incipiente 2015 para darse cuenta que sus líderes viven inmersos en un mundo orwelliano donde la realidad, con  total impunidad y descaro, es constantemente distorsionada ante nuestro propios ojos e impuesta como si fuéramos una multitud de autómatas programados únicamente para obedecer ciegamente y no cuestionar nada.

Lo vimos en París en esa grotesca escena donde mandatarios del mundo libre y algunos de sus títeres del mundo menos civilizado, marchaban del brazo en solidaridad por los atentados y en defensa de la libertad de expresión  bajo ataque del terrorismo fundamentalista islámico. Sobra decir que muchos de esos líderes hace rato que debieron ser enjuiciados por los tribunales internacionales de justicia por crímenes cometidos contra la humanidad, pero como ya sabemos, esas instancias internacionales sirven únicamente para castigar a aquellos criminales designados por occidente, que por lo general resultan ser aquellos que en un momento fueron sus títeres antes de convertirse en sus enemigos.

Un déspota árabe ha muerto y la escena orwelliana se repite de nuevo. Los mandatarios de las democracias occidentales en coro expresan sus condolencias por la terrible perdida del querido rey quien se distinguió, ante los ojos de sus incondicionales aliados, por ser un ejemplo de sabiduría, moderación y un proponente de la paz. John McCain, el senador estadounidense amigo y defensor de los terroristas que buscan derrocar al gobierno de Assad en Siria, elogió al desaparecido líder por expresarse contra la violencia en el Medio Oriente y haber sido un defensor de la paz. John Kerry, lamentó la muerte del tirano rey diciendo que el mundo había perdido a un líder venerado que se había distinguido por ser un valiente aliado en la lucha contra el terrorismo y un proponente de la paz. En el palacio de Buckingham en Inglaterra, las banderas ondean a media asta como una muestra de respecto al fallecido dictador árabe.

Pero todo este torrente de adulaciones e irrealistas caracterizaciones chocan con la realidad de las acciones de un déspota taimado y cruel que estuvo a cargo de una de uno de los reinos petroleros más obscurantistas y reaccionarios del mundo árabe, donde las decapitaciones y los azotes son formas comunes de castigo contra aquellos que se atrevan a cuestionar la autoridad de la monarquía. El ahora fallecido rey Abullah de Arabia Saudita, al contrario de lo que dicen sus aduladores, no fue un hombre promotor de la paz o un férreo luchador contra la violencia terrorista. Durante su reinado de 20 años, aunque oficialmente asumió el trono en el 2205, el rey Abdullah fue un agente de desestabilización y un promotor de la violencia terrorista a lo largo de toda la región.

De acuerdo a un cable del Departamento de Estado de los EE.UU dado a conocer por Wikileaks, el rey abogó directamente por el inicio de más guerras por parte de los EE.UU en la región. En un cable diplomático del 2008, el rey es citado exhortando a funcionarios estadounidenses a “cortarle la cabeza a la serpiente” lanzado nuevas acciones militares contra Irán. Todo esto en medio de la sangrienta guerra en Irak demostrando con ello que no le preocupaba en lo más mínimo un mayor escalamiento de la guerra en la región. Es pertinente mencionar que fue precisamente en el trascurso de la guerra en Irak donde el tirano rey Abdullah vio la valiosa oportunidad para promover la más extrema y perversa forma del Islam de su reino; la ideología terrorista del Wahabismo.

El régimen despótico del rey Abdullah fue un gran instigador de conflictos utilizando el sectarismo religioso como instrumento para crear desastrosas divisiones entre sus rivales en su búsqueda por la supremacía regional poniéndose al mismo tiempo al servicio de los intereses hegemónicos imperialistas de los Estados Unidos y sus aliados occidentales. Los sangrientos conflictos en Siria y en Iraq son un ejemplo de ello, como también lo son en el surgimiento y el apoyo brindado a los diferentes grupos de terroristas islámicos que están plagando de terror, destrucción y muerte esos países, cuyos gobiernos son considerados como enemigos del reino petrolero saudita.

El hecho de que a su muerte el déspota rey Abdullah sea alabado por Occidente, especialmente los EE.UU, haciendo caso omiso de  las enormes violaciones a los derechos humanos cometidos contra sus propios cuidándonos y al vasto reino del terror implantado durante su reinado en países como Siria, Iraq, Yemen y Bahréin, explica no solo el nivel de cinismo, descaro y demagogia de occidente, sino también pone al descubierto la podredumbre del andamiaje que sostiene sus valores democráticos.

Son esos valores, que en la práctica se traducen en la primacía de sus intereses hegemónicos sobre cualquier noción de derechos humanos y libertades democráticas, a los que el difunto rey saudita se plegó muy lealmente durante el tiempo que ejerció su dictadura. Esta es la razón por la que algunos dictadores son considerados iluminados, hombres visionarios y promotores de la paz, mientras que aquellos que se resisten a las maquinaciones imperialistas, aun cuando cuenten con el amplio respaldo de sus pueblos, son consideradores autoritarios, antidemocráticos y enemigos de la paz.






Publicado por La Cuna del Sol 
USA.

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