El cristianismo es una
religión fundada por Pablo de Tarso quien, sin haber conocido a Jesús, lo
divinizó y manipuló sus enseñanzas adaptándolas a los modelos de las religiones
paganas que hablan de dioses que mueren y resucitan y en las cuales los creyentes
participan mediante ejercicios mágicos.
EL CRISTIANISMO: UNA
FRANQUICIA
QUE NO FUNDÓ JESUCRISTO
Por Alberto Soler Montagud
Advierto al lector que con éste artículo hago un intrusismo intencionado,
escribo sobre teología sin ser teólogo y manifiesto mi opinión sobre un tema
que no es de mi incumbencia tal cual hace el clero al inmiscuirse en temas
sociopolíticos ajenos a la religión en su obsesiva ansia de ser custodios de la
moral ciudadana e imponer unos retrógrados modelos de familia, educación,
sexualidad, y convivencia en general.
Deliberadamente he elegido la llamada Semana Santa para publicar este
escrito por haberse convertido en una de las principales festividades del
cristianismo cuando no es más que una usurpación de los festejos paganos del
equinoccio de primavera que ancestralmente celebraban la entrada de la estación
de la siembra en las sociedades agrícolas.
El cristianismo es una
franquicia
Siempre he considerado el cristianismo - y en especial el catolicismo -
como una especie de franquicia; una multinacional de implantación progresiva
que nuca fundó Jesucristo, sino un tal Saulo de Tarso (hijo de padres judíos
que cambió su nombre por el romano de Pablo) cuando, después de perseguir
encarnizadamente a los seguidores de Jesús de Nazaret por herejes, inventó una
nueva religión que divinizaba al mismo hombre que antes persiguió.
Analizado en frío, es fácil descubrir en Pablo a un hábil estratega y un
genio de la logística que pasó a convertirse de perseguidor en converso tras
asimilar algunas ideas de Jesús de Nazaret (personaje a quien nunca conoció),
adaptarlas a su conveniencia y propagarlas por demarcaciones geográficas cada
vez más lejanas, creando una red de franquicias en la cuenca mediterránea
(Filipo, Tesalónica, Corinto...), que Pablo controlaba a través de cartas (o
epístolas) que aun hoy son leídas en las iglesias cristianas por formar parte
del Nuevo Testamento y ser herramientas doctrinales.
Cambiar fiestas paganas por
cristianas
Pablo llevó a cabo una impecable operación de marketing que culminó con la
invasión religiosa de la Roma pagana, una ciudad y un imperio que, tres siglos
más tarde, el emperador Constantino declararía cristiano. Una de las
estrategias de mercado aplicadas por Pablo y sus sucesores fue utilizar las
festividades paganas preexistentes para sustituirlas por las que imponían con
la nueva religión. Si antes poníamos como ejemplo la Semana Santa, algo similar
ocurrió en la Edad Media al fijar arbitrariamente los Papas que el 25 de
diciembre fuera la fecha del nacimiento de Jesucristo para que los fieles
dejaran de prestar su atención a las fiestas paganas del solsticio de invierno.
Hoy Jesús repudiaría el
catolicismo oficialista
No hay referencias históricas de que Jesús de Nazaret, aquél palestino del
siglo I que predicó su visión del judaísmo, tuviera intención de abandonar la
religión aprendida de sus padres ni tampoco de que quisiera fundar una Iglesia.
Jesús sólo hizo lo mismo que otros como Juan el Bautista, y si en algún momento
hubiera querido fundar una religión diferente a la judía, habría dado
instrucciones precisas al respecto. Pero no lo hizo. Y de hacerlo, es obvio que
nunca habría instaurado una Iglesia como el catolicismo actual al que, sin
duda, repudiaría.
Es decir, el cristianismo nació como una religión segregada de sus raíces
judías, pero fue Pablo el responsable de que esto sucediera y no Jesús, quien
no fue más que un sencillo judío con un compromiso social, defensor de las
clases oprimidas frente a las imposiciones del oficialismo fariseo y un
idealista que pretendió liberar a su pueblo del peso de una religión y de unos
preceptos difíciles de cumplir por el exceso de reglas que los fariseos
adicionaron al judaísmo. Nada apunta a suponer que Jesús de Nazaret pretendiera
sustituir un yugo por otro nuevo.
Conclusiones
El cristianismo es una religión fundada por Pablo de Tarso quien, sin haber
conocido a Jesús, lo divinizó y manipuló sus enseñanzas adaptándolas a los
modelos de las religiones paganas que hablan de dioses que mueren y resucitan y
en las cuales los creyentes participan mediante ejercicios mágicos.
Esto explica que tal vez aquél Jesús que se rodeaba de hombres y mujeres
sencillos, muchas veces pobres de solemnidad y marginados por el sistema, ante
los que predicó criticando muchos aspectos del judaísmo de su tiempo, sería hoy
rechazado por el Vaticano del mismo modo que siempre han abominado de los
teólogos progresistas adscritos a la Teología de la liberación.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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