El siguiente es, de lejos,
el mejor análisis que he visto desde el comienzo del conflicto en Ucrania. He
publicado regularmente análisis de Ishchenko en este blog, porque lo
consideraba uno de los mejores analistas de Rusia. Esta vez, sin embargo,
Ishchenko ha producido una verdadera obra maestra: un análisis exhaustivo de la
posición geoestratégica de Rusia y un claro y, creo, absolutamente preciso
análisis de toda la “estrategia de Putin” para Ucrania. Siempre he dicho que
este conflicto no se trata de Ucrania, sino del futuro del planeta y que no hay
solución “novorrusa” o incluso “ucraniana”, sino que el único resultado posible
es una victoria estratégica de Rusia o de los EE.UU., que afectará a todo el
planeta. Ishchenko hace una descripción excelente de los riesgos y las opciones
para ambos bandos y ofrece la primera “clave” integral para el comportamiento
aparentemente incomprensible de Rusia en este conflicto. Por último, Ishchenko
también entiende completamente las dinámicas complejas y sutiles dentro de la
sociedad rusa. Cuando escribe “el poder ruso es autoritativo, en lugar de
autoritario” da en el clavo, y explica más en siete palabras que lo que
tendrían leyendo las miles de millones de palabras inútiles escritas por los
llamados “expertos” que tratan de describir la realidad rusa .The Saker
¿QUÉ QUIERE PUTIN?
Por Rostislav Ishchenko
Traducido del Ruso al Inglés por Denis, Gideon y Robin
Es gratificante que los “patriotas” no culpasen inmediatamente a Putin por
la imposibilidad de lograr una derrota a gran escala de las tropas ucranianas
en el Donbás en enero y febrero, o por las reuniones de Moscú con Merkel y
Hollande.
Aun así, todavía están impacientes por una victoria. Los más radicales
están convencidos de que Putin “rendirá a Novorrusia” de todas maneras. Y los
moderados tienen miedo de que él tan pronto como se firme la próxima tregua (si
eso ocurre) abandone la necesidad de reagrupar y reponer al ejército Novorruso
(lo cual en realidad se podría haber hecho sin el cese de las operaciones
militares), para llegar a un acuerdo con las nuevas circunstancias en el frente
internacional, y prepararse para las nuevas batallas diplomáticas.
De hecho, a pesar de toda la atención que los diletantes políticos y/o
militares (los Talleyrand y los Bonaparte de Internet) le están dando a la
situación en el Donbás y Ucrania en general, es sólo un punto en un frente
global: el resultado de la guerra está siendo decidido no en el aeropuerto de
Donetsk o en las colinas de las afueras de Debaltsevo, sino en las oficinas en
la Plaza Staraya 1 y la Plaza Smolenskaya 2 en las oficinas en París, Bruselas
y Berlín. Porque la acción militar es sólo uno de los muchos componentes de la
disputa política.
Es la más dura y el componente final, que conlleva un gran riesgo, pero el
asunto no se inicia con la guerra y no termina con la guerra. La guerra es sólo
un paso intermedio que significa la imposibilidad de compromiso. Su propósito
es crear nuevas condiciones en las que el compromiso sea posible o mostrar que
ya no hay ninguna necesidad de este, con la desaparición de uno de los bandos
del conflicto. Cuando es el momento para el compromiso, cuando el combate ha terminado
y las tropas regresar a sus cuarteles y los generales comenzar a escribir sus
memorias y a prepararse para la próxima guerra, ahí es cuando el resultado real
de la confrontación es determinado por los políticos y diplomáticos en la mesa
de negociaciones.
Las decisiones políticas no suelen ser entendidos por la población en
general o por los militares. Por ejemplo, durante la guerra austro-prusiana de
1866, el canciller prusiano Otto Von Bismarck (más tarde canciller del imperio
alemán) hizo caso omiso a las reiteradas peticiones del Rey Guillermo I (el
futuro emperador alemán) y las demandas de los generales prusianos de tomar
Viena, y él tenía toda la razón para hacerlo. De esa manera aceleró la paz en
los términos de Prusia y también aseguró que Austria-Hungría se convirtiera
para siempre (bueno, hasta su desmembramiento en 1918) en un socio menor de
Prusia y más tarde del Imperio Alemán.
Para entender cómo, cuándo y en qué condiciones la actividad militar puede
terminar, tenemos que saber lo que quieren los políticos y la forma en que ven
las condiciones del compromiso de la posguerra. Quedará claro entonces por qué
la acción militar se convirtió en una guerra civil de baja intensidad con
treguas ocasionales, no sólo en Ucrania, sino también en Siria.
Obviamente, los puntos de vista de los políticos de Kiev no nos interesan
porque no deciden nada. El hecho de que personas foráneas gobiernan Ucrania ya
no es un secreto. No importa si los ministros del gabinete son de Estonia o
Georgia; al final son Americanos. También sería un gran error interesarnos en
cómo los líderes de la República Popular de Donetsk (RPD) y la República
Popular de Lugansk (RPL) ven el futuro. Las repúblicas existen sólo con el
apoyo de Rusia, y mientras Rusia las apoye, los intereses de Rusia tienen que
ser protegidos, incluso de decisiones e iniciativas independientes. Hay
demasiado en juego para permitir a [Alexander] Zakharchenko o [Igor]
Plotnitsky, o cualquier otra persona, tomar decisiones independientes en esta
materia.
Tampoco estamos interesados en la posición de la Unión Europea. Mucho
dependía de la UE hasta el verano del año pasado, cuando la guerra se podría
haber evitado o detenido desde el principio. Se necesitaba una posición dura y
de principios en contra de la guerra por parte de la UE. Podría haber bloqueado
las iniciativas estadounidenses para iniciar la guerra y la UE se habría
convertido en un actor geopolítico independiente y significativo. La UE dejó
pasar esa oportunidad y en el lugar de eso se comportó como un fiel vasallo de
los Estados Unidos.
Como resultado, Europa está al borde de una conmoción interna espantosa. En
los próximos años, tiene todas las posibilidades de sufrir la misma suerte que
Ucrania, sólo que con un gran estruendo, un gran derramamiento de sangre y
menos posibilidades de que las cosas se reestablezcan en un futuro cercano – en
otras palabras, que alguien aparezca y ponga las cosas en orden.
De hecho, hoy en día la UE puede elegir si desea seguir siendo un
instrumento de los Estados Unidos o acercarse a Rusia. Dependiendo de su
elección, Europa puede caer con un ligero susto, como una ruptura de parte de
su periferia y la posible fragmentación de algunos países, o podría colapsar
por completo. A juzgar por la renuencia de las élites europeas a romper
abiertamente con los Estados Unidos, el colapso es casi inevitable.
Lo que nos debe interesar es la opinión de los dos principales contendores
que determinan la configuración del frente geopolítico y, de hecho, están
luchando por la victoria en la guerra de nueva generación – la Tercera Guerra
Mundial centrada en la red. Estos contendores son los Estados Unidos y Rusia.
La posición de EE.UU. es clara y transparente. En la segunda mitad de la
década de 1990, Washington perdió su única oportunidad de reformar la economía
de la Guerra Fría sin obstáculos y con ello evitar la crisis que se avecina en
un sistema cuyo desarrollo está limitado por la naturaleza finita del planeta
Tierra y sus recursos, incluidos los humanos, que entra en conflicto con la
necesidad de imprimir dólares de forma ininterrumpida.
Después de eso, los Estados Unidos sólo podía prolongar la agonía del
sistema saqueando al resto del mundo. En un principio fue tras los países del
Tercer Mundo. Luego fue por los potenciales competidores. Luego por los aliados
e incluso amigos cercanos. Tal saqueo podía continuar sólo mientras los Estados
Unidos se mantuviera como potencia hegemónica indiscutible del mundo.
Así, cuando Rusia declaró su derecho a tomar decisiones políticas
independientes – decisiones no de importancia global, sino regional -, un
enfrentamiento con los Estados Unidos se hizo inevitable. Este choque no puede
terminar en un compromiso de paz.
Para los Estados Unidos, un compromiso con Rusia significaría renunciar de
forma voluntaria a su hegemonía, lo que lo llevaría a una catástrofe sistémica
acelerada – no sólo una crisis política y económica, sino también una parálisis
de las instituciones del Estado y la incapacidad del gobierno para funcionar.
En otras palabras, su inevitable desintegración.
Pero si Estados Unidos gana, entonces es Rusia quien experimentará una
catástrofe sistémica. Después de un cierto tipo de “rebelión”, las clases
dirigentes de Rusia serían castigadas con la liquidación y confiscación de
activos, así como penas de prisión. El estado se fragmentaría, se anexarían
territorios sustanciales y el ejercito del país podría ser destruido.
Así que la guerra durará hasta que un lado gane. Cualquier acuerdo
provisional debe considerarse sólo como una tregua temporal – un respiro
necesario para reagruparse, para movilizar nuevos recursos y encontrar (es
decir, robar) aliados adicionales.
Para completar el panorama de la situación, sólo necesitamos la posición de
Rusia. Es esencial entender lo que el liderazgo ruso quiere lograr, sobre todo
el presidente, Vladimir Putin. Estamos hablando del rol clave que desempeña
Putin en la organización de la estructura de poder de Rusia. Este sistema no es
autoritario, como muchos afirman, sino más bien autoritativo – lo que significa
que no se basa en la consolidación legislativa de la autocracia, sino en la
autoridad de la persona que creó el sistema y, como la cabeza de ella, hace que
funcione con eficacia.
Durante los 15 años de Putin en el poder, a pesar de la difícil situación
interna y externa, él ha tratado de maximizar el papel del gobierno, la
Asamblea Legislativa, e incluso las autoridades locales. Estos son pasos
totalmente lógicos que deberían haber dado al sistema integridad, estabilidad y
continuidad. Debido a que ningún político puede gobernar para siempre, la
continuidad política, sin importar quién llegue al poder, es la clave para un
sistema estable.
Por desgracia no se ha alcanzado el control totalmente autónomo, es decir,
la capacidad de funcionar sin la supervisión del presidente. Putin sigue siendo
el componente clave del sistema, ya que las personas pusieron su confianza en
él personalmente. Tienen mucha menos confianza en el sistema, como el
representado por las autoridades públicas y determinadas agencias.
Por lo tanto la opinión y los planes políticos de Putin se convierten en el
factor decisivo en ámbitos como la política exterior de Rusia. Si la frase “sin
Putin, no hay Rusia” es una exageración, entonces, en mi opinión, la frase “lo
que quiere Putin, Rusia también lo quiere” refleja la situación con bastante
precisión.
En primer lugar, notemos que el hombre que durante 15 años ha guiado
cuidadosamente a Rusia en su renacimiento lo ha hecho en condiciones de
hegemonía por parte de Estados Unidos en la política mundial, junto con
importantes oportunidades de Washington para influir en la política interna de
Rusia. Tenía que entender la naturaleza de la lucha y su oponente. De lo
contrario, no habría durado tanto tiempo.
El nivel de confrontación en el que Rusia se permitió entrar con Estados
Unidos creció muy lentamente y hasta cierto punto pasó desapercibido. Por
ejemplo, Rusia no reaccionó en absoluto al primer intento de la revolución de
color en Ucrania en 2000-2002 (el caso Gongadze 3, el escándalo Cassette 4, y
la protesta en Ucrania para sacar a Kuchma 5).
Rusia tomó una posición opuesta, pero no intervino activamente en los
golpes de Estado que tuvieron lugar entre noviembre de 2003 y enero de 2004 en
Georgia y entre noviembre de 2004 y enero de 2005 en Ucrania. En 2008, en
Osetia y Abjasia, Rusia utilizó sus tropas contra Georgia, un aliado de Estados
Unidos. En 2012, en Siria, la flota rusa demostró su disposición a enfrentarse
a Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
En 2013, Rusia comenzó a tomar medidas económicas contra el régimen de
[Víctor] Yanukovich, que contribuyeron a hacerlo entender la nocividad de la
firma de un acuerdo de asociación [con la UE].
Moscú no podía haber salvado a Ucrania del golpe de Estado, debido a la
bajeza, cobardía y estupidez de los líderes de Ucrania – no sólo Yanukovich
sino todos ellos sin excepción. Después del golpe armado en Kiev en febrero de
2014, Rusia entró en abierta confrontación con Washington. Antes de eso, los
conflictos se entremezclaban con mejoras en las relaciones, pero a principios
de 2014 las relaciones entre Rusia y Estados Unidos se deterioraron rápidamente
y casi de inmediato llegaron a un punto en que, de haber estado en la era pre
nuclear, la guerra hubiera sido declarada de forma automática.
Por lo tanto en un momento dado Putin se involucró precisamente en el nivel
de confrontación con los Estados Unidos que Rusia podía manejar. Si Rusia no
esta limitando en este momento el nivel de confrontación, significa que Putin
cree que, en la guerra de las sanciones, la guerra de nervios, la guerra de la
información, la guerra civil en Ucrania, y la guerra económica, Rusia puede
ganar.
Esta es la primera conclusión importante sobre lo que Putin quiere y lo que
espera. Él espera ganar. Y teniendo en cuenta que avanza de forma meticulosa y
se esfuerza por anticipar sorpresas, pueden estar seguros de que cuando se tomó
la decisión de no retroceder ante la presión de los Estados Unidos, sino de
responder, el liderazgo ruso tenía una doble, si no triple, garantía de
victoria.
Me gustaría señalar que la decisión de entrar en un conflicto con
Washington no se tomó en 2014, ni en 2013. La guerra del 8 de agosto de 2008,
fue un desafío que Estados Unidos no podía dejar sin castigo. Después de eso,
cada nueva etapa de la confrontación sólo subió las apuestas. De 2008 a 2010,
la capacidad de los Estados Unidos – no sólo militar o económica, sino su
capacidad en general – ha disminuido, mientras que la de Rusia ha mejorado
significativamente. Así que el objetivo principal era elevar las apuestas
lentamente en lugar de en forma explosiva. En otras palabras, había que
retrasar el mayor tiempo posible un enfrentamiento abierto en el que toda
simulación se eliminara y todo el mundo entendiera que había una guerra. Pero
hubiera sido aún mejor evitarlo por completo.
Con cada año que pasaba, los Estados Unidos se hacía más débil mientras que
Rusia se hacía más fuerte. Este proceso era natural e imposible de detener, y
podríamos haber proyectado con un alto grado de certeza que para el 2020 al
2025, sin ningún tipo de confrontación, el período de la hegemonía
estadounidense habría terminado, y para los Estados Unidos sería entonces más
aconsejable no pensar en cómo gobernar el mundo, sino la forma de evitar su
precipitada decadencia interna.
Así que el segundo deseo de Putin está claro: mantener la paz o la
apariencia de paz el mayor tiempo posible. La paz es ventajosa para Rusia
porque en condiciones de paz, sin grandes gastos, se obtiene el mismo resultado
político, pero en una situación geopolítica mucho mejor. Es por eso que Rusia
extiende continuamente la rama de olivo. Del mismo modo como la junta en Kiev
colapsará en condiciones de paz en el Donbás, en condiciones de paz mundial, el
complejo militar-industrial y el sistema financiero global creado por los
Estados Unidos están condenados a la autodestrucción. En este sentido, las
acciones de Rusia son acertadamente descritas por la máxima de Sun Tzu “La
mayor victoria es aquella que no requiere batalla.”
Está claro que Washington no está dirigido por idiotas, no importa lo que
se diga en programas de entrevistas rusos o se escriba en los blogs. Los
Estados Unidos entienden precisamente la situación en la que se encuentran. Por
otra parte, también entienden que Rusia no tiene planes de destruirlos y está
realmente dispuesta a cooperar como un igual. Aún así, debido a la situación
política y socioeconómica en los Estados Unidos, dicha cooperación no es
aceptable para ellos. Es probable que se produzca un colapso económico y una
explosión social antes de que Washington (incluso con el apoyo de Moscú y
Pekín) tenga tiempo para introducir las reformas necesarias, sobre todo si
tenemos en cuenta que la UE tendrá que someterse a una reforma de forma
simultanea. Por otra parte, la élite política que ha surgido en los Estados
Unidos en los últimos 25 años se ha acostumbrado a su condición de dueños del
mundo. Ellos sinceramente no entienden cómo alguien puede desafiarlos.
Para la elite gobernante en Estados Unidos (no tanto la clase de los
negocios, sino la de la burocracia gubernamental), pasar de ser un país que
decide el destino de los pueblos inferiores a uno que negocia con ellos en
igualdad de condiciones es intolerable. Probablemente es equivalente a ofrecer
a Gladstone o Disraeli el puesto de primer ministro del Reino Zulú bajo
Cetshwayo kaMpande. Y así, a diferencia de Rusia, la cual necesita de paz para
desarrollarse, los Estados Unidos requieren la guerra como algo vital.
En principio, cualquier guerra es una lucha por recursos. Por lo general,
el ganador es el que tiene más recursos y, en última instancia puede movilizar
más tropas y construir más tanques, barcos y aviones. Aun así, a veces los que
están estratégicamente en desventaja puede revertir la situación con una
victoria táctica en el campo de batalla. Los ejemplos incluyen las guerras de
Alejandro el Grande y Federico el Grande, así como la campaña de 1939-1940 de
Hitler.
Las potencias nucleares no pueden enfrentarse entre sí directamente. Por lo
tanto, su base de recursos es de suma importancia. Este es exactamente el por
qué de la competencia desesperada entre Rusia y Estados Unidos por aliados en
el último año. Rusia ha ganado esta competición. Los Estados Unidos pueden
contar sólo con la UE, Canadá, Australia y Japón como aliados (y no siempre de
manera incondicional), pero Rusia ha logrado movilizar el apoyo de los BRICS,
ganar un firme apoyo en América Latina, y comenzar a desplazar a Estados Unidos
en Asia y África del Norte.
Por supuesto, no salta a la vista, pero si tenemos en cuenta los resultados
de las votaciones en la ONU, suponiendo que una falta de apoyo oficial a los
Estados Unidos significa disidencia y de este modo un apoyo a Rusia, resulta
que los países alineados con Rusia juntos controlan alrededor del 60% del PIB
del mundo, tiene más de dos tercios de su población, y cubre más de tres
cuartas partes de su superficie. Así que Rusia ha sido capaz de movilizar más
recursos.
En este sentido, los Estados Unidos tenían dos opciones tácticas. La
primera parecía tener un gran potencial y fue empleada por ellos desde los
primeros días de la crisis ucraniana.
Esta era intentar forzar a Rusia a elegir entre una situación mala y una
aún peor. Rusia se vería obligada a aceptar un estado nazi en sus fronteras y,
por tanto, una dramática pérdida de autoridad internacional y de confianza y
apoyo de sus aliados, y después de un breve periodo de tiempo se volvería
vulnerable para las fuerzas pro estadounidenses a lo interno y externo, con
ninguna posibilidad de sobrevivir. O sino podía enviar a su ejército sobre
Ucrania, barrer a la junta antes de que se organizara, y restaurar el gobierno
legítimo de Yanukovich. Eso, sin embargo, habría traído una acusación de
agresión contra un Estado independiente y de suprimir una revolución del
pueblo. Tal situación habría dado lugar a un alto grado de desaprobación por
parte de los ucranianos y la necesidad de constantemente gastar significativos
recursos militares, políticos, económicos, y diplomáticos para mantener un
régimen títere en Kiev, ya que ningún otro gobierno hubiera sido posible bajo
tales condiciones.
Rusia evitó este dilema. No hubo invasión directa. Es el Donbás el que está
luchando contra Kiev. Son los estadounidenses los que tienen que dedicar sus
escasos recursos en el condenado régimen títere de Kiev, mientras que Rusia
puede permanecer al margen haciendo propuestas de paz.
Así que ahora los Estados Unidos está empleando la segunda opción. Tan
vieja como las montañas. Lo que no se puede mantener, y que será tomado por el
enemigo, debe destruirse tanto como sea posible para que la victoria del enemigo
sea más costosa que la derrota, ya que todos sus recursos se utilizarán para
reconstruir el territorio destruido. Por lo tanto, Estados Unidos ha dejado de
asistir a Ucrania con algo más que retórica política alentando al mismo tiempo
a Kiev a esparcir la guerra civil en todo el país.
El suelo ucraniano debe arder, no sólo en Donetsk y Lugansk, sino también
en Kiev y Lvov. La tarea es simple: destruir la infraestructura social tanto
como sea posible y dejar a la población en el borde mismo de la supervivencia.
Entonces la población de Ucrania consistirá de millones de personas
hambrientas, desesperadas y fuertemente armadas que se matarán entre sí por
comida. La única manera de detener este baño de sangre sería una masiva
intervención militar internacional en Ucrania (la milicia por sí sola no será
suficiente) y la inyección masiva de fondos para alimentar a la población y
para reconstruir la economía hasta que Ucrania pueda comenzar a alimentarse.
Es evidente que todos estos costes recaerían sobre Rusia. Putin cree
correctamente que no sólo el presupuesto, sino también los recursos públicos en
general, incluidos los militares, se verían en este caso sobrecargados y
posiblemente serían insuficientes. Por lo tanto, el objetivo es no permitir que
Ucrania explote antes de que la milicia pueda poner la situación bajo control.
Es crucial minimizar las bajas y la destrucción y salvar tanto de la economía
como sea posible y la infraestructura de las grandes ciudades para que la
población de alguna manera sobreviva y luego los propios ucranianos se hagan
cargo de los rufianes nazis.
En este punto la UE se muestra como un aliado para Putin. Porque Estados
Unidos siempre trató de usar los recursos de Europa en su lucha con Rusia, la
Unión Europea, que ya estaba debilitada, alcanzó su punto de agotamiento y
tiene que lidiar con sus propios problemas de larga data.
Si Europa ahora tuviera en su frontera oriental a una Ucrania completamente
destruida, de la que millones de personas armadas huirían no sólo hacia Rusia sino
también a la Unión Europea, llevando con sigo lindos pasatiempos como el
tráfico de drogas, el tráfico de armas y el terrorismo, la UE no sobreviviría.
Para Rusia, sin embargo las Repúblicas Populares de Novorrusia servirían como
un amortiguador.
Europa no puede confrontar a los Estados Unidos, pero le aterra una Ucrania
destruida. Por lo tanto, por primera vez en el conflicto, Hollande y Merkel no
están simplemente tratando de sabotear las demandas de Estados Unidos
(imponiendo sanciones, pero sin ir demasiado lejos), sino también llevando a
cabo una acción limitada pero independiente con el objetivo de lograr un
compromiso – tal vez no la paz, pero al menos una tregua en Ucrania.
Si Ucrania se incendia, arderá rápidamente, y si la UE se convierte en un
socio poco fiable que está listo, si no a entrar en el campo ruso al menos a
tomar una posición neutral, Washington, fiel a su estrategia, se vería obligado
a incendiar Europa.
Está claro que una serie de guerras civiles e interestatales en un continente
lleno de todo tipo de armas, donde viven más de quinientos millones de
personas, es mucho peor que una guerra civil en Ucrania. El Atlántico separa a
Estados Unidos de Europa. Incluso Gran Bretaña podría esperar mantenerse
alejado a través del Canal. Pero Rusia y la UE comparten una frontera muy larga
[sic].
No está en lo absoluto entre los intereses de Rusia tener una conflagración
que se extienda desde el Atlántico hasta los Cárpatos, cuando el territorio de
los Cárpatos hasta el Dnieper sigue ardiendo. Por lo tanto, otro objetivo de
Putin es, en la medida de lo posible, evitar la mayor parte de los efectos
negativos de una conflagración en Ucrania y una conflagración en Europa. Debido
a que es imposible evitar completamente ese resultado (si Estados Unidos quiere
encender el fuego, lo hará), es necesario poder extinguirlo rápidamente para
salvar lo que es más valioso.
Por lo tanto, para proteger los intereses legítimos de Rusia, Putin
considera que la paz es de vital importancia, ya que es la paz la que hará
posible alcanzar este objetivo con un efecto máximo a un costo mínimo. Pero
debido a que la paz ya no es posible, y las treguas son cada vez más teóricas y
frágiles, Putin necesita la guerra para terminar lo más rápido posible.
Pero quiero hacer hincapié en que si se podría haber llegado a un
compromiso hace un año en condiciones más favorables para Occidente (Rusia
habría seguido obtenido sus objetivos, pero más tarde – una concesión menor),
ya no es posible, y la condiciones están empeorando progresivamente.
Aparentemente, la situación sigue siendo la misma; la paz en casi cualquier
condición sigue siendo beneficiosa para Rusia. Sólo una cosa ha cambiado, pero
es de la mayor importancia: la opinión pública. La sociedad rusa anhela la
victoria y que se aplique castigo. Como señalé anteriormente, el poder ruso es
autoritativo, y no autoritario; por lo tanto, la opinión pública importa en
Rusia, en contraste con las “democracias tradicionales.”
Putin puede mantener su papel como el eje del sistema sólo en la medida que
tenga el apoyo de la mayoría de la población. Si pierde este apoyo, dado que no
hay figuras de su estatura que hayan surgido de la élite política de Rusia, el
sistema perderá su estabilidad. Pero el poder puede mantener su autoridad solo
mientras exprese con éxito los deseos de las masas. Así, la derrota del nazismo
en Ucrania, incluso si es diplomática, debe ser clara e indiscutible – sólo
bajo esas condiciones es posible un compromiso por parte de Rusia.
Por lo tanto, independientemente de los deseos de Putin y los intereses de
Rusia, dado el equilibrio global de fuerzas, así como las prioridades y
capacidades de los protagonistas, una guerra que debería haber terminado el año
pasado dentro del territorio de Ucrania es casi seguro que se extienda a
Europa. Uno sólo puede suponer quién será más eficaz – los americanos con su
bidón de gasolina o los rusos con su extintor de incendios? Pero una cosa está
absolutamente clara: las iniciativas de paz de los líderes rusos estarán
limitadas no por sus deseos, sino por sus capacidades reales. Es inútil luchar
contra los deseos de la gente o el curso de la historia; pero cuando estos
coinciden, lo único que un político sabio puede hacer es entender los deseos de
la gente y la dirección del proceso histórico y tratar de apoyarlo a toda
costa.
Las circunstancias descritas anteriormente hacen muy poco probable que los
partidarios de un estado independiente Novorruso vean sus deseos cumplidos.
Dada la magnitud de la conflagración por venir, determinar el destino de la
Ucrania como un todo no es excesivamente complicado pero, al mismo tiempo, no
será barato.
Es lógico que el pueblo ruso deba preguntar: si los rusos, a quienes
rescatamos de los nazis, viven en Novorrusia, ¿por qué tienen que vivir en un
Estado independiente? Si quieren vivir en un Estado independiente, ¿por qué
Rusia debería reconstruir sus ciudades y fábricas? A estas preguntas sólo hay
una respuesta razonable: Novorrusia debe convertirse en parte de Rusia
(especialmente porque tiene suficientes combatientes, aunque la clase
gobernante es problemática). Bueno, si parte de la Ucrania puede unirse a
Rusia, ¿por qué no toda ella? Sobre todo porque con toda probabilidad, por el
momento esta pregunta está en la agenda, la Unión Europea ya no será una
alternativa a la Unión Euroasiática [para la Ucrania].
En consecuencia, la decisión de reunificarse con Rusia será tomada por una
Ucrania federada pero unida y no por alguna entidad sin un estatus claro. Creo
que es prematuro redibujar el mapa político. Lo más probable es que el
conflicto en Ucrania concluya a finales de año. Pero si Estados Unidos logra
extender el conflicto a la UE (y lo intentará), la resolución final de los
asuntos territoriales tardará al menos un par de años y tal vez más.
En cualquier situación nos beneficiamos de la paz. En condiciones de paz, a
medida que la base de recursos de Rusia crece, más aliados nuevos (antiguos
socios de los Estados Unidos) pasan a su lado, y a medida que Washington es
progresivamente marginado, la reestructuración territorial se volverá mucho más
simple y temporalmente menos importante, especialmente para aquellos que están
siendo reestructurados.
Notas:
1 Calle de Moscú donde se localiza la oficina principal de la
Administración Presidencial de Rusia.
2 Plaza de Moscú donde se localiza el Ministrio de Asuntos Exteriores de
Rusia.
3 Georgiy Gongadze fue un periodista y director de cine Ucraniano nacido en
Georgia que fue secuestrado y asesinado en el año 2000.
4 El Escándalo Cassette estalló en el año 2000 con la publicación de unos
casetes de audio en los que Leonid Kuchma presuntamente discutía la necesidad
de silenciar a Gongadze por informar sobre la corrupción a los más altos
niveles.
5 Como resultado del Escandalo Cassette, se llevó a cabo una masiva
protesta anti-Kuchma en la Ucrania en 2000 – 2001.
Fuente original: http://actualcomment.ru/chego-khochet-putin.html
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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