domingo, 12 de abril de 2015

Licencia para matar

Los estadounidenses se han otorgado a sí mismos la licencia para matar sin preocuparse en ver si acaso podrían estar excediendo su autoridad. Debemos esperar, entonces, que a medida que su poder se escurre, su licencia para matar será revocada, y se encontraran reclasificados de hegemones mundiales, a meros asesinos.


LICENCIA PARA MATAR


Por Dimitry Orlov

La historia es la misma todas las veces: alguna nación, debido a una confluencia de circunstancias afortunadas, se vuelve poderosa -mucho más potente que el resto- y, por un tiempo, es dominante. Pero las circunstancias de la suerte, que a menudo equivalen a no más de unas cuantas peculiaridades ventajosas de la geología, ya sea Welsh coal o West Texas oil, en su momento llegan a su fin. Mientras tanto, la antigua superpotencia es corrompida por su propio poder.

Cuando se acerca el final del juego, aquellos todavía nominalmente a cargo del imperio que colapsa recurren a todo tipo de medidas desesperadas, todas menos una: se negarán a tener en cuenta el hecho de que su superpotencia imperial esta llegando a su fin, y que en consecuencia deben cambiar sus comportamientos. En una ocasión, George Orwell ofreció una excelente explicación para este fenómeno: conforme se acerca la etapa final imperial, se convierte en una cuestión de auto-preservación imperial criar una clase dominante con un propósito especial -una clase que sea incapaz de comprender que la etapa final se acerca. Porque, verán, si tuvieran la menor idea de lo que está pasando, ellos no tomarían su trabajo tan en serio como para seguir con el juego durante el tiempo que sea posible.

El colapso imperial que se avecina puede ser visto en los resultados cada vez peores que el imperio obtiene por sus esfuerzos imperiales. Después de la Segunda Guerra Mundial, los EE.UU fue capaz de realizar un trabajo respetable ayudando a reconstruir Alemania, junto con el resto de Europa occidental. Japón también lo hizo bastante bien bajo el tutelaje estadounidense, al igual que Corea del Sur después de la final de la lucha en la península coreana. Con Vietnam, Laos y Camboya, todos los cuales fueron gravemente dañados por los EE.UU, los resultados fueron significativamente peores: Vietnam fue una derrota absoluta, Camboya vivió un período de genocidio, mientras que el increíblemente resistente Laos -el país más bombardeado en el planeta- se recuperó por su cuenta.

La primera Guerra del Golfo resulto aún más desastrosa: temerosos de emprender una ofensiva terrestre en Irak, los EE.UU  no llegó a concretar su práctica regular de derrocar al gobierno e instalar allí un régimen títere, y lo dejó en el limbo durante una década. Cuando los EE.UU finalmente invadieron, tuvieron éxito -después de matar a un sinnúmero de civiles y destruir gran parte de la infraestructura- en dejar a un país como cadáver desmembrado.

Resultados similares se han obtenido en otros lugares en los que los EE.UU buscó motivos para involucrarse: Somalia, Libia y, más recientemente, Yemen. No vamos ni siquiera mencionar Afganistán, ya que todos los imperios han fracasado en lograr buenos resultados allí. Así que la tendencia es inconfundible: mientras que en su apogeo el imperio destruyó con el fin de reconstruir el mundo a su propia imagen, conforme se acerca su final destruye por el mero hecho de destruir, dejando montones de cadáveres y ruinas humeantes a su paso.

Otra tendencia inconfundible tiene que ver con la eficacia de gastar dinero en "defensa" (que, en el caso de los EE.UU, debe ser redefinida como "ofensa"). Tener a unas fuerzas armadas pródigamente dotadas a veces puede conducir al éxito, pero aquí también algo ha cambiado con el tiempo. El famoso, voluntarioso espíritu estadounidense  que era evidente para todos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los EE.UU empequeñeció al resto del mundo con su poderío industrial, ya no existe. Ahora, cada vez más, el gasto militar en sí mismo es la meta -no importa lo que logra.

Y lo que logra es el último avión de combate F-35 que no puede volar; el último portaaviones que no  puede lanzar aviones sin destruirlos si están equipados con los tanques auxiliares que necesitan para volar misiones de combate; el tecnológicamente más avanzado destructor AEGIS que puede ser puesto fuera de servicio por un solo jet ruso desarmado que llevaba una cesta de equipos de guerra electrónica, y otro portaaviones que navega asustado de las aguas profundas y es obligado a anclar por unos submarinos rusos en patrullaje de rutina.

Pero a los estadounidenses les gustan sus armas, y les gusta a repartirlas como una muestra de apoyo. Pero muy a menudo estas armas terminan en manos equivocadas: las que le dieron a Irak están ahora en manos de ISIS; las que le dieron a los nacionalistas ucranianos han sido vendidas al gobierno sirio; las que dieron al gobierno de Yemen se encuentra ahora en manos de los hutíes que recientemente lo dispusieron. Y así también ha disminuido la eficacia de los excesivos gastos militares. En algún momento puede llegar a ser más eficiente modificar el proceso de impresión del Tesoro estadounidense para disparar fajos de dólares estadounidenses en la dirección general del enemigo.

Con la estrategia de "destruir con el fin de crear" ya caducada, pero todavía con la ambición ciega de tratar de prevalecer de alguna manera en todas partes en el mundo todavía parte de la cultura política, todo lo que queda es el asesinato. La principal herramienta de la política exterior se convierte en el asesinato político: ya sea Saddam Hussein o  Muammar Gadafi, o Slobodan Milošević, u Osama bin Laden, o cualquier número de objetivos menores, la idea es simplemente asesinarlos.

Si bien tener como objetivo al jefe de una organización es una técnica favorita, la población en general también obtiene su dosis de asesinatos. ¿Cuántos funerales y fiestas de boda han sido aniquilados por los ataques con aviones no tripulados? No sé qué alguien en los EE.UU realmente lo sepa, pero estoy seguro de que aquellos cuyos familiares fueron asesinados lo recuerdan, y lo recordarán durante los próximos siglos por lo menos. Esta táctica generalmente no es propicia para la creación de una paz duradera, pero es una buena táctica para perpetuar y escalar el conflicto. Pero eso es ahora un objetivo aceptable, ya que crea la justificación para el aumento del gasto militar, haciendo posible engendrar más caos.

Recientemente, un general retirado estadounidense apareció en televisión declarando que lo que se necesita para revertir  la situación en Ucrania es simplemente "empezar a matar a los rusos". Los rusos escucharon eso, se maravillaron de su idiotez, y luego procedieron a abrir una causa penal en su contra. Ahora bien, este en general no será capaz de viajar a un número cada vez mayor de países de todo el mundo por temor a ser arrestado y deportado a Rusia para ser juzgado.

Esto es en gran parte un gesto simbólico, pero gestos no simbólicos de carácter preventivo seguramente vendrán. Verán, mis compañeros viajeros espaciales, el asesinato sucede ser ilegal. En la mayoría de las jurisdicciones, incitar a otros a asesinar también suele ser ilegal. Los estadounidenses se han otorgado a sí mismos la licencia para matar sin preocuparse en ver si acaso podrían estar excediendo su autoridad. Debemos esperar, entonces, que a medida que su poder se escurre, su licencia para matar será revocada, y se encontraran reclasificados de hegemones mundiales, a meros asesinos.

Conforme los imperios colapsan, se vuelven hacia adentro, y someten a sus propias poblaciones a los mismos malos tratos a los que sometieron a los demás. Aquí, Estados Unidos no es excepcional: el número de estadounidenses que es asesinado por su propia policía, con repercusiones mínimas para aquellos que cometen la matanza, es bastante impresionante. Cuando los estadounidenses se preguntan quién en realidad es su enemigo, ellos no necesitan ir muy lejos.

Pero eso es sólo el principio: el precedente ya ha sido establecido para el despliegue de tropas estadounidenses en suelo estadounidense. Conforme la ley y el orden se rompen  en más y más lugares, vamos a ver más y más soldados estadounidenses en las calles de las ciudades de los EE.UU, diseminando muerte y destrucción al igual que lo hicieron en Irak o en Afganistán. La última licencia para matar a ser revocada será la licencia para matarnos a nosotros mismos.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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