Guatemala: la persistencia
del Estado mafioso intocable
En Guatemala estamos en
presencia de un Estado enteramente mafioso, controlado por los poderes ocultos
quienes ejercen el poder real tras las figuras políticas de turno. Esto ha sido
así durante los últimos 30 años en los que militares de alto rango, como el
notorio general retirado, Ortega Menaldo, dada la enorme fortaleza de la
estructura clandestina que controla, se ha desempeñado, en palabras del
periodista José Rubén Zamora, como el co-presidente de Guatemala.
GUATEMALA: LA PERSISTENCIA
DEL
ESTADO MAFIOSO INTOCABLE
La reciente captura de varios miembros de una estructura criminal en
Guatemala, y los vínculos que mantenía con otras antiguas organizaciones
mafiosas y su estrecha relación con los más altos cargos del gobierno revela,
de manera apabullante, el grado de injerencia, de enquistamiento profundo, de
estos poderes ocultos en el Estado guatemalteco y su consiguiente y nociva
influencia en el deterioro de la aplicación de la justicia y en la prevalencia del
crimen y el reino de la impunidad. La existencia y persistencia de estas
estructuras de poder paralelo no es un fenómeno nuevo, ni tampoco el producto
del comportamiento criminal de simples delincuentes, al contrario, es el
resultado de las acciones criminales de elementos perfectamente ubicados en las
diferentes instancias de poder de la sociedad y el Estado. La génesis de estas
estructuras de poder oculto se remonta a finales de la década de los 70 cuando al
amparo de la campaña contrainsurgente surgieron diversos grupos ilegales
armados, fuerzas paramilitares y aparatos de seguridad clandestinos que
cometieron enormes violaciones a los derechos humanos.
De acuerdo a un informe de Amnistía Internacional de febrero de 2002,
Guatemala es considerada como un “estado de mafia corporativa”, es decir, una
“‘alianza nefasta’ entre los sectores tradicionales de la oligarquía, algunos
‘nuevos empresarios’, elementos de la policía y el ejército, y delincuentes
comunes”. El informe describe cómo los poderes ocultos actúan en connivencia para
controlar actividades ilegales lucrativas “como el tráfico de drogas y armas, el
lavado de dinero, el robo de automóviles, las redes de adopción, los secuestros
a cambio de rescate, la explotación maderera ilegal y otros usos prohibidos de
tierras protegidas por el Estado” y “conspiran para monopolizar sectores
legales como la industria del petróleo”.
Además de cosechar enormes beneficios, los poderes ocultos de Guatemala
usan sus conexiones con figuras políticas y miembros del ejército y la policía
para intimidar e incluso eliminar a los que se les atraviesan en el camino, a
los que saben demasiado, los que representan una competencia o los que intentan
investigar sus actividades. Otras víctimas son los que amenazan los intereses
financieros de los poderes ocultos y los que buscan investigar o enjuiciar a funcionarios
gubernamentales o militares en ejercicio o retirados por abusos a los derechos
humanos cometidos durante el conflicto armado interno.
Según una investigación de 2006 de la Oficina de Washington para Asuntos
Latinoamericanos (WOLA en inglés), “la expresión poderes ocultos hace
referencia a una red informal y amorfa de individuos poderosos de Guatemala que
se sirven de sus posiciones y contactos en los sectores público y privado para enriquecerse
a través de actividades ilegales y protegerse ante la persecución de los
delitos que cometen”. Esto, señala el informe, representa una situación no
ortodoxa en la que las autoridades legales del estado tienen todavía
formalmente el poder pero, de hecho, son los miembros de la red informal
quienes controlan el poder real en el país. Aunque su poder esté oculto, la
influencia de la red es suficiente como para maniatar a los que amenazan sus
intereses, incluidos los agentes del estado.
La investigación de WOLA indica que
algunos de los individuos que hacen parte de los poderes ocultos de
Guatemala son ciudadanos corrientes, entre los cuales hay militares retirados y
ex funcionarios de gobierno. Otros son funcionarios de gobierno activos
(civiles y militares) que trabajan dentro de la estructura del estado. Estos
últimos ejercen un poder formal a la vez que participan en una estructura
oculta de poder. La Fundación Myrna Mack (FMM) identifica a los miembros de los
poderes ocultos como “civiles y militares que pertenecieron o pertenecen a las
estructuras del Estado; hay también funcionarios de distinto rango, empresarios
y, en general, personas de distintos sectores nacionales”. Los poderes ocultos
no constituyen un grupo único y monolítico, sino son redes cuyos miembros algunas
veces compiten entre sí mismos, manifestándose rivalidades personales. De todos
modos, las relaciones entre estos hombres y sus tejidos superpuestos de
influencia en el gobierno y la sociedad hacen de ellos un juego de estructuras
ocultas y poderosas.
En Guatemala, agrega el informe, los poderes ocultos se especializan en
conexiones que les permiten delitos que involucran los recursos del estado –omisiones
y soborno en las aduanas, corrupción en el otorgamiento de contratos
lucrativos, cohecho y mordidas. Al mismo tiempo manipulan el sistema judicial
para protegerse a sí mismos de ser procesados. Los poderes ocultos, a menudo,
se relacionan o se involucran con el crimen organizado y el narcotráfico, pero
se distinguen de las mafias tradicionales por el hecho de contar en sus filas
con un alto número de ex militares y por el amplio trato que mantienen con las
estructuras del estado.
Dentro de estas estructuras de poder oculto y grupos clandestinos, WOLA
hace mención de la Cofradía (camarilla de oficiales de inteligencia dirigida
por dos generales retirados, Manuel Callejas y Callejas, antiguo jefe de la
agencia de Aduanas, y Luis Francisco Ortega Menaldo), El Sindicato (uno de
cuyos miembros fundadores es el actual presidente, Otto Pérez Molina), el
Estado Mayor Presidencial o EMP, las PAC, la Red Moreno (un vasto despliegue de
oficiales militares y funcionarios de gobierno –unos retirados y otros en servicio,
muchos de los cuales habían sido parte de La Cofradía o El Sindicato, o habían
estado vinculados al EMP, o trabajado en las PAC) y el Grupo Salvavidas. A estas habría que agregarle la Línea, la recientemente
desmantelada estructura criminal, uno de cuyos miembros habría formado parte de
la Red Moreno y del Grupo Salvavidas.
Lo acaecido en estos días con el desmantelamiento de la estructura de delictiva
que operaba en la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), como la
participación de ex militares ligados al crimen organizado y de otros con
vínculos con organizaciones mafiosas del pasado, pero sobre todo, la relación
estrecha de la vicepresidenta Baldetti con el jefe del colectivo mafioso,
además de corroborar lo expuesto en la investigación de WOLA, es un testamento
devastador del nivel de ilegalidad, corrupción e impunidad presentes en las
estructuras de poder del Estado. Una entidad no dedicada a encontrarle
soluciones a la problemática nacional, sino una organización abocada al crimen
y su perpetuación en todas las instituciones de Guatemala.
En otras palabras, en Guatemala estamos en presencia de un Estado enteramente
mafioso, controlado por los poderes ocultos quienes ejercen el poder real tras
las figuras políticas de turno. Esto ha sido así durante los últimos 30 años en
los que militares de alto rango, como el notorio general retirado, Ortega
Menaldo, dada la enorme fortaleza de la estructura clandestina que controla, se
ha desempeñado, en palabras del periodista José Rubén Zamora, como el co-presidente
de Guatemala.
A todo esto y dada la magnitud de la naturaleza criminal del Estado
guatemalteco, sería interesante imaginarse que en algún momento Estados Unidos declare
a Guatemala una amenaza a su seguridad nacional y exija la renuncia de Pérez
Molina y Baldetti. Pero obviamente eso no va a suceder en su colonia, pues
aunque sus administradores designados, sean unos hijos de puta, al fin y al
cabo, son sus hijos de puta, serviles a los intereses de la metrópoli.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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