lunes, 11 de mayo de 2015

Guatemala: Se ha ganado una batalla pero la lucha debe continuar

Se ha ganado una batalla pero no la guerra, rescatar y transformar a Guatemala requerirá de mucho más esfuerzo, organización y persistencia en la rebeldía. La caída de una de las principales figuras que encarnan vívidamente la naturaleza criminal de la clase gobernante es un gran paso en la dirección correcta para democratizar a Guatemala, sin embargo, eso es apenas un paso de los muchos y más complicados que habrán de darse, si en verdad se quiere transformar fundamentalmente a Guatemala.


SE HA GANADO UNA BATALLA
PERO LA LUCHA DEBE CONTINUAR



Esa tendría que ser una de las consignas del hasta aquí movimiento de protesta espontaneo de Guatemala que, tras la renuncia de la vicepresidenta Roxana Baldetti Elías, se ha apuntado un triunfo histórico sin precedentes.  Y no es para menos, después de soportar estoicamente por largas décadas el abuso de poder, la violencia y represión de una de las clases gobernantes más corruptas y criminales del mundo, por fin la gente puede celebrar con júbilo un triunfo político que parecía tan distante hace solo unas semanas. Sin embargo, esta pequeña batalla que se ha ganado con mucha determinación no debe servir de distractor que haga perder el enfoque sobre lo complejo de la gran batalla que se está peleando por cambiar radicalmente a Guatemala.

Las jornadas de protesta ciudadana han sido épicas, las manifestaciones espontaneas de repudio contra la corrupción y la impunidad de la clase política y de la oligarquía explotadora han sido grandiosas por lo inesperado de las mismas. La prepotencia de la vicepresidenta Baldetti no resistió la presión de las masas y tuvo que humillarse y renunciar, sin embargo, esta victoria no debe ser un sedante que provoque que el movimiento de protesta se duerma en sus laureles y permita que le jueguen la vuelta y lo logrado pase a ser una victoria pírrica; tanto esfuerzo y dedicación para logra poco o nada.

No servirá de mucho la caída y probable enjuiciamiento de una de las cabezas más visibles -la vicepresidenta- vinculada a uno de los escándalos de corrupción más grandes en la historia nacional, si las cabezas más grandes, el Presidente, el CACIF y las estructuras de las mafias militares, siguen intactas preparando, como ya lo están haciendo, su próxima movida para mantenerse en el poder y continuar con el saqueo mafioso de la riqueza y los bienes del país. Y es precisamente en este aspecto de la confrontación entre la ciudadanía y las fuerzas reaccionarias del Estado y la oligarquía, en el que se hace necesario poner toda la atención del movimiento ciudadano de protesta. No se puede avanzar mucho en la lucha contra un enemigo curtido en todo tipo de malas artes, si no se cuenta con la organización y la dirección políticas adecuadas que hagan del movimiento un frente infranqueable a las maniobras que se estan planeando para socavarlo, esta carencia, por otra parte, constituye un punto débil del movimiento y que el contrario seguramente consciente de ello, intentará aprovechar para su causa, que no es otra que mantenerse en el poder a toda costa.

La renuncia de la vicepresidenta Baldetti, que a esas alturas ya era un animal muerto pestilente del que todo mundo quería estar alejado, a excepción de Pérez Molina, es una especie de carnada o un hueso que se le ha lanzado a los manifestantes para que se entretengan con él, mientras que por otro lado se intenta a través del apoyo de Estados Unidos, las engañosas maniobras del CACIF y de los partidos políticos, y la campaña electoral en marcha, restaurar la maltrecha credibilidad del gobierno del presidente Pérez Molina y mantenerlo con vida, al menos hasta la toma de posesión del nuevo gobierno el próximo año. Esto nos indica que los malhechores están haciendo uso de todos los recursos políticos posibles, para confundir, generar divisionismo y finalmente reducir o terminar con el movimiento de protesta que hasta aquí, aun y con todas sus limitaciones organizativas, ha puesto a temblar las estructuras del Estado mafioso al punto de verse obligado a ceder ante las exigencias y el repudio ciudadano.

El movimiento de protesta debe permanecer alerta a estas maniobras y actuar con inteligencia para no caer en la trampa que se le está tendiendo. El poder y los recursos de los enemigos tanto a nivel interno como externo es enorme y no hay que perderlo de vista y caer en su engañoso juego, del actuar con condura y preservar un supuesto orden constitucional que ellos mismos han socavado y corrompido. Estados Unidos el principal actor extranjero en esta crisis ya ha tomado nota del tamaño del riegos que representa para sus intereses el movimiento de protesta en contra del gobierno, y en ese sentido ya ha empezado a mover los hilos con el fin de preservar el orden que le conviene a sus intereses. Baldetti apestaba, había que removerla, Pérez Molina, a estas alturas un zombi político totalmente desprestigiado, todavía le es útil a los EE.UU, que por razones de su muy propio pragmatismo político han decidido apoyarlo en sus “esfuerzos por esclarecer los cargos de corrupción oficial en Guatemala”, soslayando el hecho de la propia corrupción del mandatario guatemalteco. Aunado a esto está el descaro de la engañosa cruzada del CACIF contra la corrupción, cuando esta oligarquía es el principal agente corruptor. Enseguida tenemos la farsa de las elecciones con la que se intentará, en medio de la crisis política actual, legitimar el sistema político que paradójicamente está siendo rechazado y repudiado por la protesta ciudadana. En fin, estos son a grandes rasgos los obstáculos con los cuales el movimiento de protesta inevitablemente tendrá que luchar en el corto y mediano plazo y a no ser que se esté debidamente preparado en términos de tácticas y estrategias políticas, poco o nada se logrará.


Se ha ganado una batalla pero no la guerra, rescatar y transformar a Guatemala requerirá de mucho más esfuerzo, organización y persistencia en la rebeldía. La caída de una de las principales figuras que encarnan vívidamente la naturaleza criminal de la clase gobernante es un gran paso en la dirección correcta para democratizar a Guatemala, sin embargo, eso es apenas un paso de los muchos y más complicados que habrán de darse, si en verdad se quiere transformar fundamentalmente a Guatemala. El movimiento va por buen camino y no debe aflojar en sus demandas, es imprescindible sanear al Estado de la corrupción e impunidad que se ha enquistado profundamente en él y todas sus instituciones. Es necesario democratizarlo y acabar de una buena vez con es esa presunción antidemocrática de los politiqueros de todos los colores, de que ahora les toca.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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