¿Quién
es Gloria Álvarez? Es una clásica intelectual orgánica de la clase dominante,
ni más ni menos. Álvarez se define a sí misma como “libertaria”, pero no vayan
a creer que esto se refiere a alguna postura democrática: el llamado
“libertarismo” no pasa de otra utilización deshonesta del concepto de Libertad
(así, con mayúscula); para los pocos individuos que se adscriben a esa
ideología que llaman “libertaria”, la “libertad” (así, con minúscula) es la
libertad de mercado, un tipo de libertad que se opone a la igualdad. No es la
Libertad de los pueblos, la soberanía de las naciones, la liberación de los que
hoy son esclavos del gran capital multinacional. Es la libertad de hacer
negocios sin que se meta el Estado regulador. De esta “libertad” hace apología
Gloria Álvarez, una libertad que es la panacea de los que tienen dinero, pues
serán libres para tener siempre más y más sin pagar impuestos, pero un flagelo
para los que no lo tienen, pues serán “libres”, claro, pero solo para vender su
fuerza de trabajo en el mercado sin que haya un Estado que obligue al
capitalismo a pagarles salarios dignos y darles condiciones decentes.
LA MENTIRA DEL ENEMIGO: GLORIA ÁLVAREZ
No queríamos. Hemos estado evitando darle difusión a este discurso, no
colaborar para que circule más. Pero la fuerza brutal de los medios de
comunicación dominantes ha logrado que la guatemalteca Gloria Álvarez se
convierta, con un mínimo de esfuerzo intelectual de su parte, en uno de los
referentes máximos de la ideología neoliberal cipaya en toda América Latina.
Toda la derecha repite ahora lo que Gloria Álvarez ya venía repitiendo de
otros, y así presenciamos uno de los fenómenos más espantosos de la naturaleza
humana: individuos que se convierten en loros de los medios, que son loros de
un determinado referente intelectual que, a su vez, no produce discurso
original y es, por lo tanto, loro del sentido común. Unos loreando a otros para
convertir mentiras en verdades sacramentadas por la autoridad de la repetición
sistemática.
¿Quién es Gloria Álvarez? Es una clásica intelectual orgánica de la clase
dominante, ni más ni menos. Álvarez se define a sí misma como “libertaria”,
pero no vayan a creer que esto se refiere a alguna postura democrática: el
llamado “libertarismo” no pasa de otra utilización deshonesta del concepto de
Libertad (así, con mayúscula); para los pocos individuos que se adscriben a esa
ideología que llaman “libertaria”, la “libertad” (así, con minúscula) es la
libertad de mercado, un tipo de libertad que se opone a la igualdad. No es la
Libertad de los pueblos, la soberanía de las naciones, la liberación de los que
hoy son esclavos del gran capital multinacional. Es la libertad de hacer
negocios sin que se meta el Estado regulador. De esta “libertad” hace apología
Gloria Álvarez, una libertad que es la panacea de los que tienen dinero, pues
serán libres para tener siempre más y más sin pagar impuestos, pero un flagelo
para los que no lo tienen, pues serán “libres”, claro, pero solo para vender su
fuerza de trabajo en el mercado sin que haya un Estado que obligue al
capitalismo a pagarles salarios dignos y darles condiciones decentes.
Pero hay más sobre Álvarez: es rubia y guatemalteca. ¿Qué tiene que ver
esto? Pues tiene que ver con el hecho de que en Guatemala, como en muchos
países de América Latina, las relaciones de clase están racializadas. Según
datos del Instituto Nacional de Estadística de Guatemala, solo el 20% de los
más de 16 millones de guatemaltecos es de origen europeo. Y cualquiera que
conozca la región, aunque superficialmente, podrá dar fe de que en Guatemala no
hay “descendientes de europeos” en las clases populares. En una palabra,
blancos como Gloria Álvarez remándola desde abajo no los hay. Por lo tanto,
nuestra politóloga libertaria es, a todas luces, una hija dilecta de las clases
dominantes de Guatemala. Desde ese lugar habla, desde su carrera de grado en
una universidad privada y desde su maestría en Europa, y esto debe quedar claro
a la hora de analizar su discurso, puesto que Gloria Álvarez se arroga el
derecho de hablar en nombre del “pueblo” cuando, en realidad, habla apenas por
la “gente bien”.
Son escandalosas las distorsiones y las mentiras enunciadas por Gloria
Álvarez en un video de seis minutos que, solo en Youtube, ya ha tenido más de
600 mil vistas (véase al pie de esta nota). Y aunque sus conceptos son bastante
rudimentarios ―algunos ya ni siquiera circulan por el sentido común promedio de
sociedades un poco más avanzadas como la argentina y la uruguaya, por ejemplo―,
hemos seleccionado algunos para demostrar, con unas pocas observaciones, el
engaño que contienen.
Anacronismo y confusión
Nuestra politóloga evidencia todos los baches de su pobre formación de
universidad privada al meter en la misma bolsa dirigentes históricos tan
distintos entre sí como Perón, Mussolini, Chávez, Kirchner y Getulio Vargas.
Además de ignorar todas las condiciones objetivas muy particulares de los
países que dieron esos dirigentes, parece olvidar que entre Perón, Mussolini y
Vargas, por un lado, y Néstor y Chávez, por otro, hay medio siglo de cambios
profundos en la dinámica política, económica y social a nivel global.
Básicamente, Álvarez saltea toda la Guerra Fría, el ascenso del neoliberalismo,
las dictaduras impuestas por los Estados Unidos en América Latina y unas
cuántas cosas más que ocurrieron en un periodo de unos cincuenta años en el
mundo. Así, Chávez y Mussolini se abrazan en la turbia categoría de
“populistas”, palabra que por radicar en “pueblo” produce escozor en individuos
de la clase de Gloria Álvarez. No es muy difícil entender por qué.
Inversión deshonesta de roles
Aquí entendemos porque opera en el discurso de Álvarez la presencia de una
figura como Mussolini. La idea que se quiere instalar es la del viejo populismo
fascista europeo, que hacía del discurso de odio hacia las minorías una
bandera. Pero el error de esta politóloga de cartón pintado en esto es doble:
primero (y asumiendo la categoría de populistas para Chávez, Néstor, Perón y
Vargas) porque el populismo americano nada tiene que ver con el europeo. En
nuestra región los líderes populares no persiguen la dominación sobre otras
naciones, sino todo lo opuesto; las consignas en América Latina han sido, desde
siempre, la de sacudir el yugo del imperialismo, la liberación nacional y la
unión con pueblos vecinos. Y segundo porque el odio que Gloria Álvarez adjudica
a los populismos como el chavista y el kirchnerista allí no está, sino que más
bien está en las clases dominantes, que perciben la pérdida de sus privilegios.
Con solo ver las imágenes de los cacerolazos en Argentina o de las guarimbas en
Venezuela es suficiente para determinar que el odio no parte de los pobres,
sino de los ricos y de la clase media. Jauretche ya decía que “la multitud no
odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras
perder privilegios provoca rencor”. Pero parece que en la universidad privada
donde Gloria Álvarez estudió no suelen leer a Jauretche, aunque no por eso se
privan ellos de sacar conclusiones sobre la política y la sociedad de nuestro
país.
Clichés y lugares comunes
La corrupción está en el centro del discurso “libertario” de Gloria
Álvarez. Para ella, como para los gorilas de ayer y los de hoy, que odian la
política por entender que allí está la llave de la liberación de las clases
populares, la corrupción es el fin último de todo populismo. Esta es la vieja
estrategia de desprestigio utilizada por la antipolítica para destruir
proyectos populares de país y no merece mucho más comentario. Lo que Gloria
Álvarez no explica es el hecho de que su país, Guatemala, haya sido gobernado
desde siempre por partidos muy “republicanos”, muy “respetuosos de las
instituciones” y, por lo tanto, para nada “populistas”, y que, no obstante,
esté peleando el descenso en el Índice de Percepción de Corrupción de
Transparencia Internacional. Guatemala ocupa el puesto 98º. y está codo a codo
con países muy serios como Suazilandia, Sri Lanka, Liberia y Gambia. Quizá la
corrupción no sea un privilegio de los populismos, pero en lo que dura el video
de Gloria Álvarez no hemos encontrado ninguna observación sobre esto. Puede que
se le haya olvidado.
Zonceras clásicas
No satisfecha con atribuirles la corrupción en exclusividad a los gobiernos
populares, Gloria Álvarez resucita a Mussolini para repetir la vieja zoncera de
que “los populismos atropellan las instituciones”. Esto en Argentina es tan
viejo y gastado que hasta a Elisa Carrió le da un poco de vergüenza decirlo en
público. Pero se trata, en todo caso, de otra inversión de roles, o el clásico
“acusar al enemigo de lo que uno mismo hace”. Solo tomando el ejemplo de
Argentina, podemos ver claramente que fue la dictadura neoliberal de 1976 la
que suspendió la Constitución y sometió las instituciones; durante la década
menemista, que fue el summum del neoliberalismo, nombres de jueces adictos al
poder ejecutivo circulaban en servilletas. Mientras tanto, en el “populismo
irrespetuoso de las instituciones” de los Kirchner, el poder judicial no solo
es autónomo… ¡sino que es directamente opositor!
¿A papá mono con banana verde?
No podía faltar en el discurso de la brillante politóloga la mentira más
delirante: por culpa del populismo, la economía de Argentina colapsa. Lo dice
textualmente, y la verdad es que ese tramo del relato da un poco de vergüenza
ajena. No que la economía de nuestro país esté rebosante, pero desde luego está
en mucho mejor estado que la de los países de la Unión Europea y, ni hablar,
que la de Guatemala. Además, está bien lejos el “fin de ciclo” anunciado por
los medios apocalípticos para asustar al pueblo. Si quiere hacer un análisis
serio sobre Argentina, Gloria Álvarez debería dejar de utilizar a Clarín como
fuente principal y exclusiva.
El delirio final
A colación de lo anterior, es decir, del supuesto colapso de la economía
que se debería al descalabro populista (pero que en lo fáctico nunca llega),
está la mentira más descarada: el populismo hace aumentar la pobreza. Sin
necesidad de recurrir a las estadísticas, bastaría con hacerse una operación
lógica para poner en evidencia lo ridículo de la afirmación. Los gobiernos
populares de América Latina han pujado en el sentido de la redistribución del
ingreso y la renta nacional. ¿Cómo puede esto generar pobreza? Pero vamos a los
números duros, que derivan de este
informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y que
puede verse aquí. De
acuerdo con la CEPAL, las bajas más notables en los índices de pobreza durante
la última década tuvieron lugar en países populistas como Argentina, Brasil,
Uruguay y Venezuela, aproximadamente un 7% menos de pobreza por año. Así, para
la CEPAL (que no es populista), en Argentina hay un 8,1% de pobres. ¿Cuánto hay
en la republicana y distinta Guatemala? Pues un 70,3%. Sí, aunque no se
registran atropellos a las instituciones, siete de cada diez guatemaltecos
están por debajo de la línea de pobreza. Pero Gloria Álvarez pertenece al 29,7%
restante y, por ello, parecería estar un poco confundida…
Aquí el video, para los que tengan suficiente estómago.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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