miércoles, 22 de noviembre de 2017

Escritos de Manuel José Arce

De la serie “Nuestra Generación Maldita”


ESCRITOS DE MANUEL JOSÉ ARCE


¿CÓMO IMAGINARLO?

Amigo mío: una vez, en esta misma columna, escribí  -ya no lo recuerdo bien- acerca de las visitas que siempre venían a pedirme algo: atención para oírles su pensamiento, solidaridad para sus penas, consejo para sus dudas, amor para su soledad; en fin, siempre me venían a pedir algo, a tomar algo.

Amado Nervo lo dijo a su manera en DAR: “Todo hombre que te busca va a pedirte algo. El rico aburrido, la amenidad de tu conversación; el pobre, tu dinero; el triste, tu consuelo; el débil, tu estímulo; el que lucha, una ayuda moral. Todo hombre que te busca, va a pedirte algo”.

Después  -no sé si lo escribí-  pensé que ese constante dar, resultaba lo único capaz de  justificar nuestra vida. He hice mía la oración “CAUDAL”, de Miguel Ángel Asturias: “Dar es amar, dar prodigiosamente, por cada gota de agua devolver un torrente. Fuimos hechos así, hechos para votar semillas en el surco y estrellas en el mar y ¡ay! del que no agote, Señor, su provisión y al regresar te diga ¡como alforja vacía está mi corazón!

Después, una tarde espesa de pragmatismo, pensé que no, que no era así; que, en realidad, todo no era sino un trueque entre los seres humanos: damos para recibir, intercambiamos. Damos amor con la esperanza de recibir amor: damos favores, para recibir gratitud o para sentirnos bien; damos atención para recibir atención. Dar para recibir. Tomar para devolver.

Pero hoy se me ocurre pensar de otra manera. Se me ocurre imaginar a la humanidad de otro modo. Todavía no muy preciso, pero diferente. Creo que la humanidad debiera de ser algo así como una tribu que se reúne a comer, a dormir, a vivir. Unos, levantaron la vivienda. Otros, hicieron la mesa inmensa y las bancas; unos vienen del monte con el venado que cazaron; otros, traen los frutos que recolectaron; unos, ponen las legumbres que cultivaron; otros, juntaron el fuego y prepararon la bebida; otros más, ese puso su canción para alegrar a todos; otro, en fin, ese no pudo hacer nada. Y todos se sientan a comer y cada uno olvidó lo que puso para la comida y todos se sintieron fuertes y alegres de estar juntos.


No sé si pensaré mañana de otro modo. Hoy pienso así. Así imagino la humanidad. Y el solo hecho de pensarla así me pone alegre y me hace querer más a toda la gente.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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