De la serie “Nuestra
Generación Maldita”
ESCRITOS DE MANUEL JOSÉ ARCE
¿CÓMO IMAGINARLO?
Amigo mío: una vez, en esta misma columna, escribí -ya no lo recuerdo bien- acerca de las
visitas que siempre venían a pedirme algo: atención para oírles su pensamiento,
solidaridad para sus penas, consejo para sus dudas, amor para su soledad; en
fin, siempre me venían a pedir algo, a tomar algo.
Amado Nervo lo dijo a su manera en DAR: “Todo hombre que te busca va a
pedirte algo. El rico aburrido, la amenidad de tu conversación; el pobre, tu
dinero; el triste, tu consuelo; el débil, tu estímulo; el que lucha, una ayuda
moral. Todo hombre que te busca, va a pedirte algo”.
Después -no sé si lo escribí- pensé que ese constante dar, resultaba lo
único capaz de justificar nuestra vida.
He hice mía la oración “CAUDAL”, de Miguel Ángel Asturias: “Dar es amar, dar
prodigiosamente, por cada gota de agua devolver un torrente. Fuimos hechos así,
hechos para votar semillas en el surco y estrellas en el mar y ¡ay! del que no
agote, Señor, su provisión y al regresar te diga ¡como alforja vacía está mi
corazón!
Después, una tarde espesa de pragmatismo, pensé que no, que no era así;
que, en realidad, todo no era sino un trueque entre los seres humanos: damos
para recibir, intercambiamos. Damos amor con la esperanza de recibir amor:
damos favores, para recibir gratitud o para sentirnos bien; damos atención para
recibir atención. Dar para recibir. Tomar para devolver.
Pero hoy se me ocurre pensar de otra manera. Se me ocurre imaginar a la
humanidad de otro modo. Todavía no muy preciso, pero diferente. Creo que la
humanidad debiera de ser algo así como una tribu que se reúne a comer, a
dormir, a vivir. Unos, levantaron la vivienda. Otros, hicieron la mesa inmensa
y las bancas; unos vienen del monte con el venado que cazaron; otros, traen los
frutos que recolectaron; unos, ponen las legumbres que cultivaron; otros,
juntaron el fuego y prepararon la bebida; otros más, ese puso su canción para
alegrar a todos; otro, en fin, ese no pudo hacer nada. Y todos se sientan a
comer y cada uno olvidó lo que puso para la comida y todos se sintieron fuertes
y alegres de estar juntos.
No sé si pensaré mañana de otro modo. Hoy pienso así. Así imagino la
humanidad. Y el solo hecho de pensarla así me pone alegre y me hace querer más
a toda la gente.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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