martes, 28 de mayo de 2019

El crimen contra el delegado del Tribunal Supremo Electoral de Jutiapa, Guatemala, requiere una lectura más profunda

Tuvo la nada afortunada presencia de estar en el punto de entrecruzamiento de coordenadas letales, de fuerzas ultraderechistas obstinadas en provocar el caos, generalizar el temor, favorecer los criterios fascistas de las manos duras que no llevan a nada y hundir en el cenagal a este país más de lo que está.          
   
                                                                                      
EL CRIMEN CONTRA EL DELEGADO DEL TRIBUNAL
SUPREMO ELECTORAL DE JUTIAPA, GUATEMALA,
REQUIERE UNA LECTURA MÁS PROFUNDA
                 


Por Luciano Castro Barillas

El profesor Rudy Amán Monzón Herrera era una persona no vinculada a ningún partido político, indudablemente tenía su inclinación política, como toda persona que integra ese cuerpo electoral; pero no era activista. En tres eventos electorales pasados prestó su cooperación para la realización de las elecciones, pues no podría calificarse, el raquítico estipendio que otorga el Tribunal Supremo Electoral, como pago, dada la enorme responsabilidad que entraña trabajar en una comunidad de tanta conflictividad como el municipio de San José Acatempa. Es una comunidad donde la venganza personal ha ocupado desde hace muchísimos años el lugar de la justa, pronta y debida aplicación de justicia.

A tal punto es el deterioro moral de gran parte de esa comunidad que las oportunidades educativas de poco les han servido, porque el crimen burdo ha dado paso el crimen sofisticado, resultado de la avocación a la educación superior, principalmente de carreras como derecho. El primer abogado graduado de esa comunidad, a los pocos años de ejercer, se fue redondo con sus mañas a la cárcel por un buen tiempo. No enalteció a su comunidad siendo su primer letrado, sino fue el abanderado del bochorno y la desvergüenza.

Eso nos da una idea del lugar donde trabajaba el profesor Monzón, quien llevaba la vida normal de un docente trabajador, que requería del esfuerzo adicional de su esposa, igualmente docente; para sacar adelante a su familia. ¿Qué hizo? Creo que nada. Tuvo la nada afortunada presencia de estar en el punto de entrecruzamiento de coordenadas letales que terminaron con una vida útil a los 43 años. De fuerzas ultraderechistas obstinadas en provocar el caos, generalizar el temor, favorecer los criterios fascistas de las manos duras que no llevan a nada y hundir en el cenagal a este país más de lo que está.

Este no es un crimen personal. Difícilmente el crimen podría darse en otros municipios, que si bien tienen una permanente sangría de hechos de violencia, no llega a los niveles de ese municipio, donde, como anécdota jocosa, el único banco que se atrevió a instalar una agencia en dicha localidad, fue rodeado en pleno día por 30 bandoleros que lo saquearon. El banco tuvo la longeva existencia de una semana y nunca más, para perjuicio de los vecinos, volvió otra empresa bancaria a atreverse a iniciar operaciones en ese tan singular lugarcito de la geografía nacional.

Por San José Acatempa se podía iniciar las cosas dado su estremecedora manera de vivir inmersa en la violencia. Violencia inveterada, no de ahora. Es una violencia que tal vez no tenga réplica, pero es un hecho ingrato e inútil, porque una valiosa vida fue segada, una mujer quedó viuda y unos niños huérfanos. No es así como se construye un mejor país.





Publicado por La Cuna del Sol

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