En fin, Guatemala no
está al borde del abismo. Está ya en el fondo del abismo. Y lo que venga a
futuro no será nada nuevo con las penosas perspectivas electorales que hay para
las cercanas elecciones generales. Sociedad y país sin futuro, creo.
HOY CONDENARÁ LA
AUDIENCIA,
A UN LADRÓN
PRINCIPIANTE,
QUE NO ROBÓ LO
BASTANTE;
PARA PROBAR SU
INOCENCIA…
(Copla anónima española)
Por Luciano Castro Barillas
Los jueces menores y magistrados de las altas
cortes de Guatemala están que dan miedo. Ninguno es de fiar, o quizá alguno. Es
tal la inexistencia de justicia en nuestro país que todo ciudadano, pobre, está
desamparado ante esta caterva de voraces inescrupulosos, auténticos
depredadores, que han vaciado de contenido la virtud de dar a cada cual lo que
le corresponde, es decir; justicia. La equidad, como bien supremo de la
justicia no está en su ideario judicial, solo la transa, el dinero, la mentira.
Por ello como dijera otro escritor español que escapa en este momento a mi
memoria que (…) el lugar menos indicado para buscar la verdad son los tribunales de
justicia, allí es el reino de la mentira.
Añosas y rancias afirmaciones que tienen lugar
en todos los sistemas judiciales del mundo porque es tal la cooptación de la
ideología capitalista en esas mentalidades, que ser oficiante del derecho, no
está inspirado por un ideario social y solidario, sino de ascender socialmente
a través de una trampa jurídica billetera donde los incautos que no se portan
bien, peor sin son pobres; salen esquilmados o hundidos en las terroríficas
cárceles públicas de Guatemala si no tienen dinero para desmentir lo que
alguien ha dicho de ellos.
La división social en Guatemala se refleja hasta
en las cárceles. Los ladrones de cuello blanco (empresarios, altos jefes
militares y funcionarios públicos de alta gestión) tienen una cárcel
confortable que les cuesta no poco dinero. Pero tienen de todo: alimentos que
llegan de fuera y de los mejores restaurantes, no enchiladas del Mercado
Central. Finos licores, chicas bonitas, aparatos electrodomésticos para
hacerles la vida más confortable y, en fin, condiciones que en nada se asemejan
a la cárcel de Pavón o Canadá, donde solo los jefes narcos disfrutan de esas
prerrogativas. Así está el sistema de justicia en Guatemala, totalmente
colapsado y a cero credibilidad, de cualquier empleado, grande o pequeño.
La retardación maliciosa en la aplicación de
justicia empieza con el comisario de juzgado, el encargado de llevar las
notificaciones al interesado. Lo hará cuando le venga en gana, pero lo hará
inmediatamente si los familiares del procesado le untan de mantequilla
monetaria la mano. Sigue el oficial, el que toma declaraciones. Después el
secretario, hombre de confianza del juez y quien le pasa los expedientes
prioritarios previo pago y sin respetar el orden cronológico, sin hay
igualmente abundantes billetes de por medio. Y por último el juez, tiburón no
con dos, sino cuatro filas de dientes que dará a los familiares del procesado
la tan esperada mordida con potencia hidráulica: por su “dignidad” no puede
cobrar poco, tiene que ser bastante, acorde a su rango ya su “saber”.
En fin, Guatemala no está al borde del abismo.
Está ya en el fondo del abismo. Y lo que venga a futuro no será nada nuevo con
las penosas perspectivas electorales que hay para las cercanas elecciones
generales. Sociedad y país sin futuro, creo.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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