Se le impone a Guatemala una responsabilidad que no le compete y que
además no puede asumirla porque ocupamos el último lugar, ahora detrás de
Haití, en desarrollo social en América Latina.
DONALD TRUMP Y SU CRIMEN CONTRA GUATEMALA
Por Luciano Castro Barillas
De manera inequívoca, Baby Trump, es
exactamente eso. Un globo inflado por la vanidad del dinero, con una cabeza
hueca llena de gas, pero de gas metano, del que se extrae de las heces fecales
en descomposición. No puede haber ni una sola sílaba, palabra, frase u oración
amable para este hombre, ahíto de maldad y perversión contra todo ser humano
que no tiene su blancura de mandril. Su manera primitiva de pensar no hace sino
retrotraernos a los tiempos de Adolf Hitler, el más grande criminal que envió a
millones de personas de todo el mundo a la muerte durante la Segunda Guerra
Mundial y quien escondido como una rata en su bunker, no tuvo los cojones para
morir peleando al frente de sus tropas.
Así son todos los cobardes. Así son todos los
reaccionarios: prepotentes, abusivos, desconsiderados y malvados cuando están
empoderados por el poder político o por el dinero. Al verse solitos, en
desventaja, suelen orinarse en los pantalones, no es nada extraño. Lo de
hombrecito solo lo tienen en manada, en pandilla; “en vaca”, como
se estila decir en Guatemala. Hoy, tomando del cuello la dignidad de nuestro
país, de todos los guatemaltecos, de nuestra Patria, nos obliga con palabras
eufemísticas, a suscribir un acuerdo para comprometernos, por ser sus socios,
con ser el Tercer País Seguro. Acuerdo que a todas luces jamás puede
nacer a la vida jurídica al tenor del artículo 52 de la Convención de Viena que
dice que ningún convenio es válido entre dos Estados cuando media la amenaza y
la coacción.
El derecho internacional público hace valer los
términos de relacionamiento entre Estados. Para este granuja de pelo
artificiosamente rubio y superficialidad indesmentible todo le viene flojo.
Pero al parecer él solo, solito, con sus muladas, ha tallado fina estaca de
madera, donde, inevitablemente, se tendrá que sentar en las elecciones ya
cercanas de los Estados Unidos.
Las muertes de Dayton y El Paso han marcado ya
su destino político porque aún a las personas de pensamiento conservador
-muchas- no les parece que este
hombrecillo no asuma las responsabilidad de sus actos pero sobre todo de sus
palabras. No se quiere hacerse cargo de sus errores y cacarea, co, co, co;
clueco, La Gallina Trump. Este hombre irrespetuoso merece
igualmente todo el irrespeto del mundo, porque atropella, por aquí, por allá,
por acullá.
Se le impone a Guatemala una responsabilidad
que no le compete y que además no puede asumirla porque ocupamos el último
lugar, ahora detrás de Haití, en desarrollo social en América Latina. Solo
personas como las del CACIF y sujetos despreciables como Dionisio Gutiérrez pueden apañar
semejantes actos que vulneran la dignidad nacional. No hay recursos para que
coman nuestros connacionales muchos menos para darles a miles de hermanos
centroamericanos que errando su camino vienen al lugar menos indicado en su
ruta hacia los Estados Unidos.
De ese otro hombrecillo que dice ser presidente
de Guatemala, pues, sencillamente, no vale la pena mencionarlo. El monigote perfecto
de los oligarcas y los militares. Perfectamente ajustado a sus medidas. ¿Qué
nos espera a futuro después de las elecciones del domingo? El desastre. Y solo
esta gente tendrá que responder ante lo ominoso que se avecina. Llegarán
oligarcas y militares, lo tantas veces anunciado y que ustedes no le creen: la
Gran Explosión Social. Espero que ustedes, hombres de la derecha, ante la
gravedad de lo que viene; no vayan a terminar orinándose en los pantalones.
Publicado por La Cuna del Sol
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