A pesar de los enormes retos, China está demostrando que su máquina exportadora no puede ser detenida, ni por el coronavirus, ni por la administración Trump.
El titular de la noticia publicada por el New York Times el
1 de septiembre no podía ser más elocuente: ¿Las tarifas de Trump? ¿El coronavirus?
Como quiera, las exportaciones de China están en aumento.
Según el citado medio, se suponía que este sería el año en que la maquina
exportadora de China empezara a apagarse. El presidente Trump había impuesto tarifas
a gran escala sobre los productos chinos. Países como Japón y Francia han
presionado a sus compañías para trasladar sus operaciones de producción fuera
de China. La pandemia había paralizado las factorías chinas a finales de enero.
En su lugar, China Inc. ha vuelto con todo el ímpetu.
Después del reinicio de las operaciones a finales de febrero y principios
de marzo, las fábricas chinas se han embarcado en una ofensiva exportadora que
todavía no ha alcanzado toda su capacidad. En el mes de julio las exportaciones
chinas subieron a un nivel casi
comparable con el record previo de la ajetreada temporada navideña del pasado
mes de diciembre. Durante el verano el país ha logrado captar, a expensas de
otras naciones manufactureras, una porción mayor de los mercados globales,
fortaleciendo de esta manera su dominio en el comercio que podría durar mucho
tiempo después de que el mundo empiece a recuperarse de la pandemia.
A pesar de los enormes retos, China está demostrando que su máquina
exportadora no puede ser detenida, ni por el coronavirus, ni por la
administración Trump. Su fortaleza reside no solamente en el bajo costo del país,
mano de obra calificada y una infraestructura eficiente, sino que además en la
existencia de un sistema bancario bajo el control del Estado que ha estado
ofreciendo prestamos extraordinarios a las pequeñas y medianas empresas para
que puedan hacerle frente a la pandemia.
Por otra parte, añade el NYT, la pandemia ha encontrado a China mejor
posicionada que otras naciones exportadoras, produciendo lo que los hospitales
del mundo y las familias confinadas en sus hogares necesitan en este momento:
equipo de protección personal, productos para la mejora del hogar y abundantes
artículos electrónicos de alta gama.
Mientras las exportaciones chinas han crecido, la demanda de artículos
costosos exportados por Estados Unidos y Europa, como los jets de Boeing y
Airbus ha decrecido. Y con la mayoría de las economías en recesión, excepto
China, la demanda de materias primas exportadas por los países emergentes
también ha decaído, especialmente el petróleo.
En todo el mundo las familias recluidas en sus hogares han estado comprando
productos que van desde las pantallas de computadoras, aparatos estereofónicos,
herramientas eléctricas y saunas, muchos de las cuales son fabricados en China.
Como una muestra de la fortaleza de los fabricantes chinos, el NYT menciona
el caso de empresas como Star Rapid que se ha mantenido rentable, fabricando
revestimiento para robots y produciendo modelos de alta tecnología, proceso conocido
como rapid prototyping, y luego la compañía Trueanalog que se especializa en la fabricación de altavoces
para los estudios de grabación profesionales en los Estados Unidos. China,
enfatiza el NYT, domina la producción mundial de los componentes utilizados en
los altavoces. Trueanalog ha descartado el traslado de sus operaciones a los
Estados Unidos, su principal mercado, o a Vietnam donde los salarios pueden ser
incluso más bajos.
“China posee la cadena de suministros más grande de piezas necesarias para
ensamblar un altavoz, y China tiene la fuerza laboral más estable y asequible”,
indicó, Philip Richardson, el estadounidense propietario de Trueanalog.
Uno de los puntales del resurgimiento de las exportaciones chinas durante
la pandemia ha sido el papel de los bancos estatales instando a las empresas a
tomar préstamos a bajas tasas de interés, aun y cuando en algunos casos las empresas
continuaban siendo rentables. Unas de esas empresas que se han beneficiado de
los prestamos chinos ha sido, Star Rapid, que recibió un préstamo del Banco de
China por $1.4 millones a bajo costo, aun y cuando la compañía se mantenía
rentable. Adicionalmente las autoridades también le proporcionaron a la
compañía una serie de beneficios adicionales, como rebajas parciales de
impuestos y en el costo de beneficios decretados por el gobierno, que en su
conjunto exceden 3 por ciento de las ventas de la compañía.
“Ellos querían asegurarse que las buenas compañías, según sus evaluaciones,
no quebraran por falta de un poco de dinero en efectivo”, expresó el ciudadano
británico, Gordon Styles, jefe ejecutivo y propietario de Star Rapid.
Para el gobierno de Trump, la fortaleza de la maquina exportadora de China representa
un serio problema ya que viene a complicar los planes para reducir el déficit
comercial -la brecha entre lo que exporta y lo que importa Estados Unidos.
Trump señala el déficit como una prueba de que las prácticas desleales de China
han sido perjudiciales para los Estados Unidos, y ha prometido en su campaña
ser severo con China.
Los aranceles impuestos por el gobierno de Trump a las exportaciones chinas
no han sido un obstáculo para su crecimiento. Aun con tarifas del 25 por ciento
los fabricantes en China todavía tienen bajos costos, lo que ha contribuido a
que su participación a nivel global haya acaparado un 20 por ciento del total
de la exportaciones durante el trimestre abril-junio de este año, por encima
del 12.8 por ciento en 2018 y del 13.1 por ciento en 2019, esto según las
fuentes consultadas por el NYT.
No menos importante, ha sido el comportamiento de los consumidores
estadounidenses quienes a pesar de la tarifas no se han abstenido de comprar
los productos chinos, en parte debido a que las tarifas son colectadas
únicamente sobre el valor al mayor de los productos cuando estos arriban a las
costas estadounidenses.
El auge de las exportaciones chinas, su fortaleza en muchos sectores, el
aumento del superávit comercial en el verano, especialmente en el mes de julio,
no deja de suscitar las sospechas de que China manipula su moneda, una
acusación repetida a menudo por Washington como excusa para atacar al gobierno
chino. Así lo expresa el NYT: Las exportaciones de China han contado con la
ayuda de la moneda del país, la que ha permanecido “misteriosamente” débil
incluso cuando la economía ha emergido de la pandemia experimentando un
crecimiento más sólido que prácticamente cualquier otra nación.
La moneda china, el renminbi, apenas se ha fortalecido en relación al dólar
estadounidense. Y también se ha debilitado un 6 por ciento en relación al euro
desde principios de mayo, aun en momentos en que Europa enfrenta una severa
recesión, añade el NYT.
Economistas extranjeros sospechan que el gobierno chino ha hecho uso del
férreo control del sistema financiero del país para mantener el renminbi débil.
Brad Setser, un economista en el Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva
York, manifestó que la explicación más probable sobre el desempeño de la moneda
del país durante el verano se debe a que los bancos y otras instituciones
financieras pertenecientes al Estado o controladas por este han estado
transfiriendo algunos de sus inmensos activos, vendiendo vastas sumas de
renminbis y comprando dólares o euros para apuntalar esas monedas.
El Banco Popular de China, niega que este manipulando el renminbi y que
solamente está comprometido en mantener estabilidad
en el valor de la moneda.
Sin embargo, comenta el NYT, las ventajas de China van más allá de una
moneda débil. China en una década ha sido capaz de construir una red de trenes
bala que conecta 700 ciudades. Cuenta además con una abundante fuerza laboral,
una cultura de largas horas de trabajo y sindicatos severamente restringidos.
Los fabricantes chinos no se ven tan agobiados por las leyes ambientales contra
la contaminación como en muchos otros países.
Robert Gwyne, un fabricante de zapatos y especialista en exportaciones en
Guandong, ha expresado que resucitar la competitividad en los Estados Unidos y
en otras partes no será rápido o fácil.
“Para lograrlo”, indicó, “estaríamos pensando en 20 a 30 años, dependiendo
del negocio en que uno esté involucrado”
Ciertamente, según el NYT, el dominio de China de la manufactura global
podría verse afectado por cambios geopolíticos, como sería el caso de otros
países exigiendo que las compañías trasladen parte de sus cadenas de
suministros a otros lugares. En este proceso están ya los EE.UU y Japón.
Gobiernos europeos como el de Francia han empezado a moverse en la misma
dirección, especialmente en el área de suministros médicos. Grandes empresas
como Foxconn de Taiwan y Apple están explorando alternativas para establecer
nuevas cadenas de suministros en otros lugares.
Sin embargo, la pandemia que ha anclado muchos vuelos y dilatado la
logística, ha protegido a China, al menos temporalmente, de intentos de
trasladar factorías a otros países. Muchas multinacionales han recortado sus
inversiones al reducirse la demanda global, y por lo tanto no disponen de mucho
dinero para montar nuevas operaciones en otros lugares.
“En medio de una recesión global, las compañías no van a retirar sus
capitales invertidos a no ser que las barreras comerciales los obliguen, indicó
Joerg Wuttke, presidente de la Cámara Europea de Comercio en China. Las
compañías preferirían cerrar que abrir nuevas instalaciones”.
Publicado por La Cuna del Sol
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