Ahora, los gringos parecen estar cansados del caudillo chiquitín y han desclasificado lo que siempre se supo y ahora es oficial: Alvaro Uribe, ese hijito de puta, es un paramilitar consagrado, respetado por los bandidos y que no ha pasado de moda.
UN DIABLO LLAMADO URIBE
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
Todo un señorito de la oligarquía colombiana. Sus primeros años de
formación transcurrieron entre Medellín y las fincas de su familia. Era un
chiquitín muy listo, inteligente, aplicado en sus estudios y de gran voluntad.
Su talle menudo no le hacía atraso para nada. Se graduó como el mejor bachiller
de su promoción y luego como un competente abogado, cuyo ejercicio profesional
fue bastante corto. Muy joven se interesó en la política y era de filiación
liberal. Ni por asomo se intuía que al paso de los años iba a militar con
espanto de la mano de los mafiosos Salvatore Mancuso y Carlos Castaño, dos
auténticos maniáticos de la violencia paramilitar que desangró a diferentes
sectores de la sociedad colombiana, entre otros, indígenas, afrocolombianos,
izquierdistas y promotores de los derechos humanos. No jalaba el gatillo
personalmente, pero le gustaba que otros sin ningún asco ni remordimiento lo
hicieran.
A su paso como gobernador del departamento de Antioquia y alcalde de
Medellín fue pensando seriamente en la cámara senatorial y por supuesto en la
presidencia de la república, aspiración que tuvo lugar del 2002 al 2010, pues
fue reelecto con presidente, previamente haber manipulado algunas reformas
constitucionales.
Su ambición política sin límites y sustentada en una política
antidemocrática, cuyo brazo armado era un grupo heterogéneo, y al mismo tiempo
el mismo. En primer lugar, el paramilitarismo, como fuerza más importante para
vencer a la guerrilla de las FARC y el ELN. El narcotráfico que era la arteria
nutritiva económica que pagaba sueldos a ese ejército irregular y aportaba en
menor grado hombres, asesinos, que se sumaban en contra de la lucha
revolucionaria. Otra fuerza militar y política de menor escala, pero sí muy
útil, fueron los grupos de limpieza social y los mafiosos criminales. Cuatro
fuerzas armadas que se confabularon siempre en contra de las negociaciones de
paz y luego en contra de la implementación de los Acuerdos de Paz, cuando ésta
ya se había suscrito con el respaldo de la comunidad internacional.
La vida de Colombia, de su sociedad, siempre estuvo marcada por la
violencia y ni proyectos políticos liberales como el de Luis Carlos Galán o
Pizarro iban a ser tolerados, mucho menos acuerdos suscritos con
revolucionarios marxistas. Colombia ha vivido, como Guatemala, en una crisis
permanente. Nunca realmente ha tenido un período de paz. El eterno pleito, la
lucha de clases, ha sido persistente y no tiene visos de aplacarse.
El uribismo (la ultraderecha) sigue estando presente en la vida de
Colombia, pero ahora representado en ese pequeño caudillo reaccionario de
nombre Álvaro Uribe, cuya tozudez en contra de la paz, la democracia y el
mejoramiento social no tiene parangón en ningún país de América. Este señor se ha ramificado, extendido,
diversificado y son el mismo uribismo Juan Manuel Santos e Iván Duque. De
hecho, son cuatro períodos ejerciendo el poder, con enfermizos egos de por
medio, principalmente el mantenido con Juan Manuel Santos, pero en el fondo, a
regañadientes y fingiendo una enemistad, contó con su aquiescencia.
Los Acuerdos de Paz se concibieron como la oportunidad de grandes negocios,
de grandes inversiones y de amortiguación, no solución, de los grandes
problemas sociales. Ahora, los gringos parecen estar cansados del caudillo
chiquitín y han desclasificado lo que siempre se supo y ahora es oficial:
Alvaro Uribe, ese hijito de puta, es un paramilitar consagrado, respetado por
los bandidos y que no ha pasado de moda. Las Cortes colombianas tiemblan. La
justicia vacila. Y lo imprevisible ocupa su lugar. Esa es la vida de Colombia,
llena de realismos mágicos que siempre terminan en desencanto, al menos para
los humildes.
Publicado por La Cuna del Sol
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