El tradicional portaviones de los Estado Unidos ha repostado en el puerto de una débil democracia y los resultados son imprevisibles.
HONDURAS:
DEL DESASTRE A LA
ESPERANZA
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
El 30 de noviembre de 2021, apenas ayer, los
Estados Unidos felicitaron a la señora Xiomara Castro de Zelaya por el triunfo
electoral alcanzado en las elecciones generales de Honduras. La señora Castro
de Zelaya es la esposa del ex presidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien fuera derrocado el 28 de junio de 2009,
hace once años, por una conspiración contra la democracia de las Fuerzas
Armadas de Honduras, el Congreso de la República, el Consejo Nacional Electoral
y la Corte Suprema de Justicia; todas estas instituciones sumidas en
vergonzosos actos de corrupción y servilismo extremo con el imperio que
ilegalizaron la consulta electoral del señor Zelaya.
Nada grandiosa la propuesta política de Mel
Zelaya, pero excesiva para la mente obtusa de la derecha hondureña. Antes esos
hechos la comunidad internacional repudió, unos más, otros menos; el
rompimiento de la institucionalidad hondureña. La Unión Europea retiró
temporalmente a sus embajadores, la OEA condenó tibiamente el acto, lo mismo
hizo Estados Unidos, con un ambivalente y difuso lenguaje diplomático, que lo
mejor hubiera sido que el Secretario de Estado de esos años no abriera la boca.
Los gobiernos de izquierda de la época se pronunciaron contra el golpe de
Estado pero nada, al final, pudieron hacer. Conforme transcurrieron las semanas
empezaron los reconocimientos a los golpistas y estuvo a la cabeza de estos
hechos políticos repudiables el gobierno de los Estados Unidos, siguió, para
variar, Colombia, y otros más.
Ahora, el señor Antony Blinken, actual
Secretario de Estado, felicitó a la presidenta electa afirmando que “el pueblo hondureño ejerció su poder de
votar en elecciones libres y justas, esperando trabajar juntos para fortalecer
las instituciones democráticas, promover el crecimiento económico inclusivo y
combatir la corrupción”. Palabras ausentes de contenido real, falsas,
hipócritas; de un país que no hizo nada para respaldar y darle sostenibilidad
al proceso de democratización de Honduras encabezado por Zelaya. Fue, el ex
presidente de Honduras, sacado de su cama en pijama, puesto en el aeropuerto y
llevado de manera rápida, casi apremiante, a Costa Rica. Allí terminó la
historia y Zelaya, pese al respaldo que tuvo de sectores democráticos hondureños
con fuertes manifestaciones. El destino de Honduras estaba sellado desde el
momento en que las facciones de la derecha encontraron el respaldo ilimitado y
mal disimulado de George Bush, hijo.
En este momento, 2021, el Partido Nacional del
presidente Juan Orlando Hernández fue derrotado. Un partido totalmente
desprestigiado por una familia de narcotraficantes encabezados por el
presidente actual que está siendo investigado por fiscales norteamericanos. El
hermano del señor Hernández está purgando una pena de prisión en cárceles de
Estados Unidos convicto de tráfico de estupefacientes y él mismo, muy
probablemente, terminará haciéndole compañía a su hermano convicto igualmente
por narcotraficante, de los grandes, no poquitero. Esa es la verdadera razón
del fracaso del Partido Nacional, institución anacrónica de Honduras y fiel
reflejo del atraso de este país centroamericano.
El tradicional portaviones de los Estado Unidos
ha repostado en el puerto de una débil democracia y los resultados son
imprevisibles. Lo más probable es que los corruptos de siempre den otro y
novedoso golpe, por lo mismo: codicia de poder y dinero.
Publicado por La Cuna del Sol
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