viernes, 8 de febrero de 2013

EL DICTADOR HA PERDIDO



(…) El gran objetivo de la campaña contrainsurgente guatemalteca era destruir todo pensamiento de oposición. Pero como escribió Hanna Arendt, todos los esfuerzos de un estado en hacer “desparecer sus oponentes en anónimo silencio” están destinados al fracaso. El hecho de que el Señor Ríos Montt este ahora enfrentando juicio es prueba de eso. Cuando se anunció la decisión del juez, la sala de la corte estallo en júbilo. El dictador había perdido




EL DICTADOR HA PERDIDO


Por Marvin Najarro

Esa es la percepción de la profesora de Harvard ante la respuesta del público al anuncio del juez guatemalteco que ordenaba al antiguo dictador enfrentar juicio por las acusaciones de crímenes de lesa humanidad que pesan sobre él. Fue la respuesta, el castigo o condena moral, la demostración irrefutable del fracaso de una diabólica campaña destinada a silenciar todo vestigio de opinión contraria.

Todo esto y más es plasmado en un excelente artículo de opinión publicado el 3 de febrero del 2013 en la edición electrónica del New York Times escrito por la profesora de la Universidad de Harvard, Kirsten Weld, bajo el título, “A Chance at Justice in Guatemala” (Una oportunidad para la justicia en Guatemala) en el que se enfocan aspectos relevantes al juicio histórico del primer ex presidente que será enjuiciado en suelo americano, en sus propios tribunales y según dice ella, por el máximo crimen.

Sin duda lo más importante del enfoque (aparte del historial del conflicto armado y del papel que el acusado jugó en el mismo cuando era el presidente de facto, así como también, después de la firma de los acuerdos de paz), es lo que tiene que ver con las posibilidades reales de que en Guatemala se haga justicia, se acabe con la impunidad y se establezca la supremacía de la ley, pero también su análisis es muy relevante, en el sentido de que, el juicio a Ríos Montt no resolverá las raíces socioeconómicas que originaron el largo  conflicto armado interno, como tampoco, resolverá las cuestiones relativas al poder político y económico en manos de una elite muy reducida que resiste toda idea de distribución de la riqueza y de compartir el poder en términos de igualdad. Acertadamente Weld considera que, “el juicio es el inicio de un proceso, no su conclusión”. Se necesita lo que ella llama imaginación histórica

Según se desprende de lo escrito por Weld, Pérez Molina quien fuera electo presidente de Guatemala en el 2011, podría también estar implicado en los crímenes cometidos en el área del Triángulo Ixil -el foco del juicio por genocidio- el operó en esa región “durante el tiempo del gobierno de Ríos Montt”. Ella enfatiza la insistencia del Señor Pérez Molina de que, “no hubo genocidio”.

En parte del artículo ella se muestra realista y a la vez escéptica de que el general reciba el justo castigo por la magnitud de los crímenes cometidos:

“Todavía, aún si es encontrado culpable, el general nunca sufrirá un castigo proporcional con sus supuestos crímenes. Él tiene 86 años de edad y es más probable que permanezca bajo arresto domiciliario de que sea enviado a prisión. Como lo señala el periodista guatemalteco Juan Carlos Lorca, ‘quizás él ha ganado ya’.

¿O quizás no? El gran objetivo de la campaña contrainsurgente guatemalteca era destruir todo pensamiento de oposición. Pero como escribió Hanna Arendt, todos los esfuerzos de un estado en hacer “desparecer sus oponentes en anónimo silencio” están destinados al fracaso. El hecho de que el Señor Ríos Montt este ahora enfrentando juicio es prueba de eso. Cuando se anunció la decisión del juez, la sala de la corte estallo en júbilo. El dictador había perdido

Juicios por violaciones a los derechos humanos son medios imperfectos para ponerse en paz con el pasado. Una guerra que mata sistemáticamente a civiles, silencia generaciones de ideas, desplaza millones y enfrenta vecinos contra vecinos excede del todo las fronteras de la imaginación jurídica.

Lo que entonces se necesita es imaginación histórica. El juicio al señor Ríos Montt no corregirá las raíces socioeconómicas del largo conflicto. No redistribuirá el poder y la riqueza celosamente en manos de una pequeña minoría. Ni si quiera significará que el imperio de la ley existe en Guatemala. El juicio es el inicio de un proceso, no su conclusión.

Imaginación histórica, y el record, sugieren que Guatemala no puede detenerse aquí. El señor Pérez Molina ha estado presionando a Washington  para reanudar la ayuda al ejército de Guatemala, la cual fue suspendida debido a preocupaciones con la situación de los derechos humanos en 1990. La administración de Obama discretamente ha condicionado esa posibilidad a la reforma del sistema judicial y el fin a la impunidad por crímenes horrendos. Este juicio por sí solo no es suficiente para justificar la reanudación de la ayuda a uno de los ejércitos más infames de América Latina.

En 1999, el presidente Bill Clinton expresó arrepentimiento por el hecho que Washington haya apoyado la represión en Guatemala, su administración desclasificó miles de documentos para el uso de la Comisión por la Clarificación Histórica. Hoy en día, la administración de Obama tiene otra oportunidad de corregir en parte los errores históricos de los estados Unidos en América Central -apoyando las iniciativas legales de Guatemala y siendo firme con los militares que no se han movido más allá de su oscuro pasado.

El señor Pérez Molina y los militares puede que estén satisfechos al permitir que un anciano patriarca del terror de Estado sea sacrificado, desviando la atención de sus participaciones en la atrocidades. Pero una vez se tira de una fibra, hasta el tejido más compacto se puede desmarañar. Aun en Guatemala, el arco de la historia puede inclinarse hacia la justicia”.



Kirsten Weld, profesora asistente de historia en Harvard, es la autora del libro “Paper Cadavers: The Archives of Dictatorship in Guatemala” el cual se publicará muy pronto.








Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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