Obama podrá tener el poder de un rey en asuntos de política
internacional en donde muestra sus verdaderos colores al servicio de la agenda
imperialista de los Estados Unidos, por algo le llaman el “rey de los drones”,
pero en asuntos de política doméstica y sobretodo en cuestiones de suma
importancia para el pueblo norteamericano, Obama ha demostrado ser un hombre ambivalente
en sus políticas y convicciones, siempre cediendo a las presiones y buscando
acomodarse a las posiciones que más convienen a los grupos de poder en Washington.
La reforma migratoria que tendría que ser una de sus máximas prioridades, pues
tiene una deuda moral y política con el electorado latino que lo llevó al poder,
debería de ser la ocasión apropiada para que demuestre su liderazgo, pero no lo
está haciendo, él ha permitido que esos ocho senadores lo hagan, adoptando
mayormente el plan de ellos en vez de uno bien detallado y de su propia
iniciativa.
“NO SOY UN REY”
Por Marvin Najarro
En una entrevista concedida a una cadena televisiva hispana después de su
discurso en Nevada sobre la reforma migratoria, Obama al ser cuestionado sobre
las deportaciones, dijo, que él no podía parar las deportaciones. “Yo no soy un rey”, le dijo a la
conductora del programa. “Habrán
historias descorazonadoras con respecto a las deportaciones hasta que logremos
una reforma migratoria completa". Obama, sin importar que
sea el presidente de la nación más poderosa del mundo, está muy consciente de
sus limitaciones en cuanto a su poder en asuntos de política interna se refiere,
y, como él mismo lo dice, la cuestión de la reforma migratoria es más política
que técnica. En otras palabras todo dependerá de la correlación de fuerzas
políticas, de cómo estas se diriman en el seno del congreso norteamericano y,
donde por cierto, Obama y los demócratas están en una posición de desventaja
con relación a los republicanos para quienes la reforma migratoria o “amnistía” como prefieren llamarla es
anatema. Las pasadas experiencias de G.W. Bush dentro de su propio partido
dicen mucho al respecto.
Obama conocido por su ambivalencia y falta de convicción
política en temas trascendentales, como lo demostró en el proyecto de reforma
al cuidado de la salud, es un fiel creyente en el consenso bipartidista, algo
que en sus primeros cuatro años de gobierno y dado el súper polarizado ambiente
político existente en Washington, demostró una y otra vez ser, excepto en casos
de interveciones militaristas en el extranjero, un imposible. “Es un asunto de que se unan republicanos y
demócratas y busquen una manera común de actuar y luego presenten el caso. Y
como ustedes saben, tengo mucha esperanza de que esto se logre y pienso que no
debe tomar muchos, muchos meses”. A pesar de todo, Obama continua siendo un
fiel creyente y ha preferido dejarlo todo en manos de un grupo bipartidista de
senadores conocido como, digamos, la “pandilla
de los ocho”.
Esta “pandilla de los ocho” -cuatro senadores demócratas y
cuatro republicanos- han presentado su plan preliminar que, entre otras cosas,
le permitirá a los inmigrante indocumentados obtener inmediatamente un estatus provisional que les permitirá
permanecer en los Estados Unidos para luego
después solicitar las “green
cards” o tarjetas verdes de residencia, pero no sin antes, ciertos
requerimientos de seguridad en la frontera se hayan cumplido, esto tendrá que
ser antes de ser elegibles para la ciudadanía. El grupo todavía no ha
determinado cuales seran los requerimientos exactos para considerar la frontera
completamente segura.
Por otra parte la cámara baja, dominada por los
republicanos, esta trabajado, aunque de manera callada, en su propia versión
-también bipartidista- de la reforma migratoria. Y, contrario a lo que Obama
afirma como la buena noticia, de que por primera vez en muchos años republicanos
y democratas parecen listos para hacerle frente a este problema de manera
conjunta, la realidad contradice esas optimistas aseveraciones, al menos en lo
que respecta a la mayoría republicana en la casa de representantes, entre
quienes se hallan algunos que han desestimado, de plano, la propuesta de la
“pandilla de los ocho” porque provee una ruta hacia la ciudadanía o lo que
ellos burlonamente llaman “amnistía”
que sería como darle la luz verde a cualquiera que quiera venir ilegalmente a
los Estados Unidos y luego premiarlo con la ciudadanía.
Para quienes pensaban que los republicanos modificarían
su posición antiinmigrante a la luz de la reciente paliza recibida a manos de
los votantes latinos y serían más receptivos en cuanto a aprobar una reforma
migratoria y así congraciarse de alguna manera con ellos, la realidad es que
los republicanos en el congreso, cuya base electoral es la más antiinmigrante,
reaccionaria y xenófoba del país, no están interesados en ningún tipo de
reforma, ellos responden a la irracionalidad de su base que, al final y dada la
configuración de los distrito electorales les garantiza la mayoría en el
congreso que se encargará de obstruir o entorpecer cualquier iniciativa que
emane de la administración del también “ilegal” Obama. En este sentido y
contrario a la opinión de muchos observadores, los republicanos actúan
racionalmente al responder a los deseos y expectativas de su base; cerrar
completamente la frontera y expulsar a todos los ilegales y criminales que
están invadiendo sus comnuidades y amenazan con destruir su “American Way of Life”.
¿Entonces se puede aprobar una amplia reforma migratoria
sin los republicanos que se oponen?
Según George Zornick de The Nation, en el senado, aun
asumiendo que el plan de reforma logre apoyo unánime de los demócratas –algo que
no es seguro, dado el número de senadores demócratas que se jugaran el puesto
en las elecciones del 2014- se necesitaran cinco senadores republicanos que traspasen
la línea partidista. En la cámara baja, aun si todos los demócratas apoyan la
reforma migratoria, diecisiete republicanos tendrán que votar por ella para
asegurar que sea aprobada. Puede que esto suceda, pero dado las nuevas
realidades políticas electorales resulta muy optimista pensar que los
republicanos apoyen la medida, ellos no se detendrán y obstaculizaran cualquier
medida que su base así lo dese. Los republicanos probablemente aniquilaran la
reforma migratoria.
¿Salvará Obama la reforma migratoria o le dará el tiro de
gracia?
Al delegar el trabajo a un grupo de senadores en busca de
un fútil consenso bipartidista sobre un tema tan candente y en el que hay
muchos intereses de por medio, Obama simple y sencillamente le esta zafando el
hombro a la rueda. Obama ha dicho que quiere el proyecto de reforma listo para
el verano entrante y luego también ha dicho que de fallar el consenso
bipartidista entonces presentará su propio plan, que no difiere mucho con relación
al del senado. Pero hay voces dentro del mismo grupo bipartidista, como, el
senador Marco Rubio, que tiene fuertes ambiciones presidenciales y busca sacar
provecho de la situación, que quieren a Obama fuera del debate, de lo contrario
no habrá acuerdo. Todo indica, sin embargo, y sin tomar en cuenta la posición antagónica
de Rubio, que Obama podría estar listo para aceptar un compromiso para lograr
que se haga algo al respecto y, no únicamente en el marco de la reforma. La
Casa Blanca sabe que la participación de Obama podría endurecer a la oposición y
parece que está trabajando para minimizar el efecto.
Obama podrá tener
el poder de un rey en asuntos de política internacional en donde muestra sus
verdaderos colores al servicio de la agenda imperialista de los Estados Unidos,
por algo le llaman el “rey de los drones”, pero en asuntos de política doméstica
y sobretodo en cuestiones de suma importancia para el pueblo norteamericano,
Obama ha demostrado ser un hombre ambivalente en sus políticas y convicciones,
siempre cediendo a las presiones y buscando acomodarse a las posiciones que más
convienen a los grupos de poder en Washington. La reforma migratoria que tendría
que ser una de sus máximas prioridades, pues tiene una deuda moral y política
con el electorado latino que lo llevó al poder, debería de ser la ocasión apropiada
para que demuestre su liderazgo, pero no lo está haciendo, él ha permitido que
esos ocho senadores lo hagan, adoptando mayormente el plan de ellos en vez de uno
bien detallado y de su propia iniciativa. Al final, si se logra aprobar algún tipo
de reforma, esta será a medias, como la reforma al cuidado de la salud, y la cuestión
se seguirá evadiendo y posponiendo indefinidamente.
“Lo que no queremos hacer es crear algún tipo de vaga expectativa
en el futuro de que de alguna u otra manera una reforma migratoria integral que
incluya la vía de la ciudadanía sucederá, ustedes saben, mañana”, así lo dijo
Obama.
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