Un ataque radiológico
preventivo sobre Irán tendría otra víctima en lado de Israel: específicamente,
la “relación especial” de Israel con los Estados Unidos. Repetidamente los
líderes iraníes han dejado en claro de que en caso de ser atacado, las fuerzas
armadas iraníes reaccionaran atacando a la quinta flota con miles de lanchas
rápidas y otros vehículos letales, y además atacaran con sus misiles todas las
bases militares estadounidenses en la región. Las bajas del lado estadounidense
seran inevitables, algunas, en primer lugar, seran el resultado de la
contaminación radioactiva generada por el bombardeo de las instalaciones
nucleares de Irán. Se podría asumir, no sin razón, que con el tiempo las varias
enfermedades y defectos de nacimiento que normalmente se asocian con la
exposición a la radiación nuclear, tendrán un enorme impacto político. Antes de
mucho, la población estadunidense extenuada por la guerra empezara a cuestionar
si era necesaria tanta carnicería sufrida por los EEUU en otra guerra
innecesaria provocada por Israel y el lobby judío.
GUERRA PREVENTIVA CON
IRAN Y
EL PROVERBIAL GORILA DE LAS 800
LIBRAS
Por Mahmoud Omidsalar
John F. Kennedy Memorial Library,
California State University, Los Angeles
Las especulaciones a cerca de ataques aéreos contra las instalaciones
nucleares iraníes se han vuelto rutina en los medios de prensa occidentales. Presumiblemente, estas instalaciones seran atacadas por los israelitas o por
una fuerza de tarea conjunta israelí-estadounidense, como si los aviones
enemigos pueden volar sin ningún impedimento dentro del espacio aéreo iraní. La
mayoría de estas especulaciones dejan varios puntos sin mencionar. El primero
es que, cualquier ataque a una instalación de enriquecimiento nuclear
equivaldría a atacar a Irán con una “bomba sucia”, eso es, con una “arma
radiológica” que combina la carga explosiva de la bomba anti bunker (bunker-buster)
con el material radioactivo contenido en las instalaciones atacadas. Numerosos
estudios occidentales, oficiales y semioficiales, concuerdan en que un ataque
de tal magnitud dispersaría cantidades masivas de elementos altamente radioactivos en el medio
ambiente de la región y, en el corto y largo plazo causaría “cientos de miles”
de victimas como resultado de la exposición a la radiación nuclear. La Union of
Concerned Scientists que utiliza un modelo desarrollado por el Pentágono,
declara que después de un ataque a la instalación nuclear de Natanz en las
proximidades de Isfahan, cerca de 3, 000,000 de civiles perecerán en las
primeras dos semanas, y en las semanas subsiguientes los vientos predominantes
en la región dispersaran la radiación a unas 35 millones de personas en
Afganistán, Paquistán e India. (ver video)
Los efectos políticos adversos de un evento de esta naturaleza no necesitan
mayor explicación. Esto me lleva a otro punto que ha sido olvidado. El rango de
opciones que permanecen abiertas para Irán en caso de un ataque radiológico no
es considerado adecuadamente. Es verdad que Irán no posee armas nucleares. Pero
también es verdad que Irán posee la capacidad para fabricar una “bomba sucia”
si alguna vez es atacado con una de esas. En el instante que Irán sea atacado
con una “arma radiológica”, una línea roja habrá sido cruzada. Nadie que sepa
algo a cerca de la historia de Irán y de su cultura creerá que las fuerzas
armadas iraníes se van a quedar sentadas sufriendo el golpe. De acuerdo a la
IAEA, Irán posee miles de toneladas de hexafloururo de uranio (conocido como “hex”
en la industria nuclear). Esta es una substancia altamente toxica que forma
cristales grises a temperatura y presión estándar, es altamente corrosivo en la
mayoría de metales, y reacciona violentamente con el agua (Ver Wikipedia:
hexafloururo de uranio). Si Irán es atacado con “bombas sucias”, los iraníes
tienen la opción de retornar el favor atacando con sus propias “bombas sucias”.
En otras palabras, cualquier ataque a las instalaciones nucleares iraníes será
respondido por un devastador ataque sobre Israel y sus aliados en la región,
todos los cuales están perfectamente al alcance de los misiles y drones
iraníes. Un misil armado con una ojiva radiológica, aun si es interceptado en
el aire, será tan destructivo como uno que logre hacer impacto.
Los sistemas de defensa contra tales armas resultarían insignificantes
porque independientemente de si aterricen o sean derribadas la devastación será
enorme. Sería un error fatal pensar que Irán se quedará de brazos cruzados de
cara a una agresión radiológica. Una vez cruzado ese umbral, cambian todos los
cálculos y todas las razones para actuar con mesura seran eliminadas. Este
puede ser el mensaje en declaraciones como, “atacar a Irán será el último error
de Israel” (general Vahidi, ministro de Defensa de Irán). En vista de lo
anterior, las declaraciones de Ehud Barack de que en caso de una guerra con
Irán, las bajas israelíes serian no mayores a 500, podría resultar en una
catastrófica equivocación. Por lo tanto, un consejo sensato a los israelíes
seria: ¡No se adentre en un desierto del cual puede que no emerja!
Irán e Israel, sin tener en cuenta la baladronada de los halcones israelíes
y de sus partidarios en AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), quienes
rutinariamente subestiman las capacidades de contraatacar de Irán, han
alcanzado ya un balance de terror. Lo que gobierna el balance de poder
existente entre Irán e Israel es lo que gobernó el balance militar entre los
Estados Unidos y la Unión Soviética, i.e., el principio de Mutually Assured
Destruction , Destrucción Mutua Asegurada, (MAD,
por sus siglas en ingles). Irán no tiene las ojivas nucleares que Israel posee,
sin embargo, Irán tiene la capacidad para suministrar el mismo tipo de
devastación nuclear sobre Israel que los israelíes y sus aliados proponen
desatar sobre Irán y sus vecinos.
Otro de los tópicos que rutinariamente es discutido por los especialistas
occidentales en sus especulaciones a
cerca de la “guerra con Irán” es si, los iraníes cerraran el Estrecho de Ormuz.
Ciertamente los líderes militares y políticos de Irán han mencionado esa
posibilidad como una opción. Sin embargo, si la idea es negarles el petróleo a
los países de occidente aliados de Israel, la movida más fácil sería bombardear
todas las instalaciones petroleras árabes, la mayoría de las cuales son
vulnerables a los ataques y sabotajes de Irán. De acuerdo a Robert Baer, quien
sirvió como agente de la CIA por más de dos décadas en el Medio Oriente, la
parte árabe del Golfo Pérsico es el blanco perfecto debido a la gran cantidad
de instalaciones petroleras. Aun un ataque moderadamente exitoso sobre la
instalación petrolera de Abqaiq en Arabia Saudita, un escenario considerado por
los estrategas de la era de Reagan, sacaría de circulación millones de barriles
de petróleo causando un daño severo, difícil de reparar
inmediatamente (ver Sleeping with the Devil, pp.xv-xxix). Si Irán apunta a
bloquear el transporte de petróleo al mundo, suficiente sería con
eliminar las instalaciones petroleras árabes en lugar de cerrar el Estrecho de
Ormuz que bloquearía su propia salida.
En una guerra con Irán, la 5ª. Flota estadunidense,
Arabia Saudita, los estados petroleros del Golfo Pérsico y sus instalaciones quedarían prácticamente a
merced de los ataques del aguerrido ejército iraní. Los sauditas quizás acepten
la exagerada noción de su poderío militar, pero en realidad su ejército nunca
ha peleado una guerra. De hecho, durante su última participación en la Guerra
del Golfo Pérsico (1990-91) los soldados sauditas arrojaron sus armas y huyeron
despavoridos (The Devil We Know, 2008, p.137). Tener armamento sofisticado no
es lo mismo que tener la habilidad o el estómago para combatir. La implicación
de todo esto es que la distancia que separa a los Estados Unidos y sus aliados
de Irán no necesariamente aumenta su ventaja estratégica en caso de una guerra
con Irán. Partes muy significativas de su infraestructura energética, i.e., las
instalaciones del petróleo árabe se encuentran expuestas a los ataque iraníes. Occidente
no puede confiar en sus aliados árabes en el Golfo Pérsico ya que la mayoría de
estos, en vez de estados que han evolucionado históricamente, no son más que
entidades familiares y una mescolanza de tribus que se hacen pasar por países.
Aun más, contrario a la historia de Irán,
poseedor una mitología secular en su épica nacional -The Books of Kings (escrito
alrededor del año 1000 D.C)- y una larga historia política como sustento, estos
sheikhdoms (territorios gobernados por jeques) no están diseñados para resistir
crisis políticas prolongadas y pueden
ser desestabilizados muy fácilmente. Todas estas opciones estarán a disposición
de Irán si es arrinconado y obligado a pelear con su espalda contra la pared.
Un ataque radiológico preventivo sobre Irán
tendría otra víctima en lado de Israel: específicamente, la “relación especial”
de Israel con los Estados Unidos. Repetidamente los líderes iraníes han dejado
en claro de que en caso de ser atacado, las fuerzas armadas iraníes
reaccionaran atacando a la quinta flota con miles de lanchas rápidas y otros
vehículos letales, y además atacaran con sus misiles todas las bases militares
estadounidenses en la región. Las bajas del lado estadounidense seran
inevitables, algunas, en primer lugar, seran el resultado de la contaminación
radioactiva generada por el bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán.
Se podría asumir, no sin razón, que con el tiempo las varias enfermedades y
defectos de nacimiento que normalmente se asocian con la exposición a la
radiación nuclear, tendrán un enorme impacto político. Antes de mucho, la
población estadunidense extenuada por la guerra empezara a cuestionar si era
necesaria tanta carnicería sufrida por los EEUU en otra guerra innecesaria
provocada por Israel y el lobby judío.
Por lo tanto, la interrogante que AIPAC y los estrategas israelíes querrán
contemplar es: “¿cuantos veinte y pico con enfermedades a causa de
la radiación seran necesarios para terminar con la relación especial entre los
EEUU e Israel?” ¿Vale la pena arriesgar la pérdida del vasto y preferible balance
de poder existente entre ambos países, promoviendo una guerra preventiva sobre
la base de la falsa premisa de que Irán representa una amenaza existencial para
Israel? La amenaza existencial a Israel no viene de los militares iraníes;
viene de la propia arrogancia israelí.
No importa desde que ángulo uno observe el problema de apresurarse a una
confrontación militar con Irán, el resultado se presenta horroroso. Los
potenciales desastres asociados con buscar una solución que no sea la
diplomática son tan enormes y demasiado peligrosos como para correr el riesgo.
Traducido del inglés por Marvin Najarro
Mahmoud Omidsalar obtuvo su doctorado en Literatura Persa
de la University of California, Berkeley en 1984, en 1990 paso a formar parte
como editor consultor de la Encyclopedia Iranica. En el 2006, fue
nombrado al Supreme Council of the Center for the Great Islamic Encyclopedia
(Tehran). Conjuntamente con el
fallecido Iraj Afshar edito las series Folia Medica Iranica and Persian
Manuscripts en Facsimile. Sus libros más recientes en ingles son:
Poetics and Politics of Iran’s National Epic, the Shāhnāmeh (New York: Palgrave
Macmillan, 2011), and Iran’s Epic and America’s Empire: A Handbook for a
Generation in Limbo (Santa Monica: Afshar Publishing, 2012).
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