(...) Por ello la resolución
tenía que ser de esa manera: una condena severa para el personaje emblemático
por pedido a la carta de las personas democráticas del mundo y al otro, al mero
aguacatero de la G 2 pero al final subalterno, al final absolverlo, no por
falta de prueba, sino porque la medida de alguna manera aplaca la incitativa a
la polarización de los enfermos de fascismo aludidos anteriormente. Una
resolución con coherencia jurídica en el caso de Ríos Montt y con prudencia
política en el caso del general Rodríguez.
Medida que, sabiamente, aplacó la sombra de los manes de mal agüero.
LA CONDENA CONTRA RÍOS
MONTT
ES UNA ACCIÓN JURÍDICA
COHERENTE
CON PRUDENCIA POLÍTICA
Por Luciano Castro Barillas
Todos los bandidos de Guatemala, en los tiempos
que corren, sean éstos narcotraficantes, ladrones patosos o criminales
políticos, todos, sin excepción, aducen que su procesamiento obedece a persecución
política, o a un linchamiento político; palabra
incluso mal empleada porque los linchados en Guatemala no gozan del principio
de presunción de inocencia, sino que son declarados culpables porque alguien se
imaginó que era así y, bueno, reciben una azotaína, en el mejor de los casos,
cuando no candela para terminar rostizados. Estos truhanes aludidos no están
siendo linchados, han gozado de todas las garantías del debido proceso, pero,
claro, para ellos el debido proceso debiera de ser la debida impunidad. A
ese punto ha llegado la aplicación de justicia en los diferentes órganos
jurisdiccionales de este país y, a no ser por la comunidad internacional y sus
maltrechas democracias, pero nunca comparada con la caricatura de la democracia
guatemalteca; el proceso judicial en
contra de Ríos Montt nunca hubiera sido posible. Se sentó, no cabe la menor
duda, un precedente para la historia del derecho guatemalteco con la condena
por genocidio de este señor, ahora de bigotes encanecidos, que sembró el terror
en todo Guatemala pretextando combatir a los comunistas y cuyos excesos,
desenfreno y desmesura, alcanzó a infantes nacidos y por nacer. Toda una
personalidad luciferina que, como en los cuadros de Don Bosco, pudo preciarse
de tener a sus enemigos entre los dientes. Era, en los años pasados,
prácticamente inalcanzable para la mano de la justicia. Desplegaba este hombre,
con nunca disminuida angurria por el poder, prepotencia, insulto y atropello,
además de sus chocantes galimatías, de un lenguaje enrevesado, propio de un
loco o de alguien que se quiere pasar de listo y que considera a los demás
tontos, como seguramente valoró al pueblo de Guatemala. Pero hoy, por fin,
recibió su merecido. Se sentó en la bayoneta que él estuvo puliendo y afilando
por muchos años. O más bien, como dicen los campesinos ixiles a quien tanto
odió:
“Hoy sí te puy tu cul”.
El tribunal, presido por una valiente juez que
tuvo que investirse de templanza, madurez y paciencia ante tanto insulto de los
abogados defensores del ex dictador, pudo emitir una resolución condenatoria
estrictamente apegada a derecho porque las pruebas en contra de los imputados
eran abrumadoras. Era algo que todo el pueblo lo sabía y lo atestiguan las
cientos de tumbas clandestinas repletas de cadáveres. ¿Qué más prueba querían?
¿Quién diseñó la política general del Estado y la política de seguridad
nacional con su Estado Mayor subordinado? Pues el condenado. Él era el
responsable de todo pero como todo cobarde, no quería enfrentar la
responsabilidad de sus actos. Respaldado en esos impulsos de impunidad y efugio
legal por una cohorte de gente de la ultraderecha que amenazaba con polarizar
la sociedad guatemalteca. ¿Polarizarla? Acaso no está polarizada desde siempre
una sociedad tiene al 85 de sus ciudadanos sumidos en la pobreza. ¿Acaso la
pobreza económica, la inopia en el ingreso, no es la causante de la negación de
las demás libertades ciudadanas? Por favor… De la polarización del que habla el
españolote feo Pedro Trujillo o el barba de motero de Méndez Ruiz no es más que
de implementar grupos de matones, algo poco probable, porque estos dos
energúmenos tienen una carencia esencial: tienen hueros los cojones, aunque les
sobra trompa para despotricar. Claro, quien no es valiente detrás de un arbusto
o respaldado por el poder económico. Ha sido todo es fácil. Así todos somos
valentones. Por ello la resolución tenía que ser de esa manera: una condena
severa para el personaje emblemático por pedido a la carta de las personas
democráticas del mundo y al otro, al mero aguacatero de la G 2 pero al final
subalterno, al final absolverlo, no por falta de prueba, sino porque la medida
de alguna manera aplaca la incitativa a la polarización de los enfermos de
fascismo aludidos anteriormente. Una resolución con coherencia jurídica en el
caso de Ríos Montt y con prudencia política en el caso del general Rodríguez. Medida que, sabiamente, aplacó la sombra de
los manes de mal agüero.
Aguacatero: Guatemaltequismo.Viene de aguacate
o fruto de este árbol. Pero en Guatemala al hecho de asesinar a alguien se le
llama “dar agua o dar aguacate”. A los asesinos de los escuadrones de la muerte
en los años del conflicto armado se les llamaba aguacateros, que no tiene
nada que ver con el vendedor de aguacates en los mercados.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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