(…) Solo el candor o
la picardía de los sectores populares simpatizantes de la ultraderecha pueden
difundir y sostener esa aserción insostenible: que Portillo fue apresado por
estar a favor de los pobres ya que lo odiaban los ricos. Para su decepción, no
es así. Portillo fue llevado a un país extranjero para ser debidamente juzgado
por sus crímenes, pues aquí en Guatemala, sencillamente, él no debía nada,
pero, repito: ¿Y esos miles de millones de quetzales dónde están? ¿Quién los
tiene? cuando esos millones de quetzales (siquiera los $70 millones de dólares)
aparezcan, entonces diremos todos: Alfonso Portillo es inocente.
LA EXTRADICIÓN DE
PORTILLO:
OTRO GOLPE AL
MILITARISMO GUATEMALTECO
Por Luciano Castro Barillas
El militarismo guatemalteco sufrió un primer
golpe, directo al hígado, con la condena de por vida contra Efraín Ríos Montt
y, una segunda azotaína, con la extradición de Alfonso Portillo -un civil con pensamiento de militar- que hizo de Guatemala y el dinero de los
guatemaltecos “su cajero automático”, tal dijera en su momento con gran
propiedad metafórica Preet Bharara, fiscal de Nueva York, que entre una
variedad de cargos imputados al hamponcete mimado del genocida está la
deliciosa tarea de apropiarse del dinero ajeno cuando fungió como Presidente de
Guatemala, un país con una institucionalidad tan peculiar, capaz de producir los
más variados granujas dispuestos a asaltar los recursos del Estado sin que nada
les pase, sin rendir cuentas a nadie o quizá a sus compinches. Los cuatro años
en el poder del partido Frente Republicano Guatemalteco, FRG, se tradujo en un sencillo y directo aserto:
la cleptocracia en el poder. Ladrones de las más infinitas habilidades de
prestidigitación para escamotear el dinero de los guatemaltecos. Portillo fue
absuelto, declarado inocente del delito de peculado, pero hay una pregunta
elemental en todo esto: ¿pero el dinero dónde está? Cientos de millones de
quetzales no son una calderilla que se pueda ocultar en un monedero. Menuda
manera de la justicia guatemalteca de proclamar la inocencia de un pillo que
levantisco y demagogo hasta el último momento, declaraba con su voz incierta de
siempre que estaba siendo secuestrado y que era víctima, para variar, de
persecución política. Bueno, no es así, a él se lo llevaron simplemente por
ladrón, si no, que otra cosa nos pueden decir los siguientes cargos imputados
por la fiscalía de Nueva York: 17 transacciones sospechas en bancos de los
Estados Unidos, Francia, Luxemburgo, Suiza y Liechtenstein por el monto de $70
millones de dólares.
Pero hay algo preocupante de los seguidores del
militarismo guatemalteco, entre ellos académicos, oligarcas, capas medias y
sectores populares principalmente que han propalado por muchas años, sin
desparpajo, que Alfonso Portillo fue apresado por apoyar y defender a los
pobres y que ha sido el mejor presidente que ha tenido Guatemala!!!. ¿De dónde
provienen esas ideas disparatadas? ¿Porque se ganó el corazón de la gente
humilde cuando se echó al hombro un costal de fertilizante en un impulso
actoral o una planificación histriónica predeterminada? Esos costales de
fertilizante fueron sus ensayos cleptocráticos de lo que iba a suceder poco
tiempo después: el Crédito Hipotecario Nacional fue saqueado (según el testigo
y gerente de esa institución financiera del Estado, el señor Llort Quiteño),
extrayendo de las bóvedas bancarias, en costales, millones de quetzales; hechos
indudablemente del conocimiento del
“presidente” quien obtenía su buena tajada en esta operación de bandidos, a
altas horas de la noche y embozados. ¿Será, acaso, quien permite eso un buen
presidente?
Hay otra especie en permanente circulación en
Guatemala: que la oligarquía, que los ricos lo lincharon políticamente por
estar el “presidente” a favor de los pobres… Pues, claro, se enemistó con la
oligarquía azucarera porque éstos no le dieron el pisto que quería durante su
campaña electoral, sin embargo, no todos los ricos fueron sus enemigos, pues su
alianza con el más connotado banquero de esos años, Francisco Alvarado
MacDonald, el dueño de los garitos criminales llamados Bancos Gemelos; le
permitió fuerte financiamiento a su proyecto político y de los oligarcas, hasta
donde sabemos, la fracción burguesa más poderosa aquí y en todo el mundo, es la
financiera. Portillo, posiblemente, no fue aliado de otros oligarcas
segundones, pero fu aliado y todo migas con los oligarcas financieros, por
tanto, él no se enemistó con los ricos, se enemistó con los menos
ricos, de listillo que era. ¿Qué mantuvo estabilidad en los precios?
Pues tampoco es cierto, hubo índices inflacionarios registrados que pueden muy
bien consultarse en las instituciones especializadas, claro está, no tan
escandalosos como ahora, pero por algo tenía el pacto con la burguesía
financiera. Les dijo al oído: “No
especulen para que no suban los precios, y el gobierno los compensará a manos
llenas”. Solo Alvarado MacDonald recibió del Estado más de 5 mil millones
de quetzales. No hay tales de mejor gobierno. Solo el candor o la picardía de
los sectores populares simpatizantes de la ultraderecha pueden difundir y
sostener esa aserción insostenible: que Portillo fue apresado por estar a favor
de los pobres ya que lo odiaban los ricos. Para su decepción, no es así.
Portillo fue llevado a un país extranjero para ser debidamente juzgado por sus
crímenes, pues aquí en Guatemala, sencillamente, él no debía nada, pero,
repito: ¿Y esos miles de millones de quetzales dónde están? ¿Quién los tiene?
Cuando esos millones de quetzales (siquiera los $70 millones de dólares)
aparezcan, entonces diremos todos: Alfonso Portillo es inocente.
A una conclusión llegué con mi hijo hace un par
de días, tal vez chocante para la izquierda invertebrada nacional y creyente en
la potencialidad revolucionaria de los sectores populares depauperados: El
pueblo de Guatemala de las últimas décadas es en esencia reaccionario, su sustancia
se ha modificado por el trabajo ideológico de las cámaras empresariales y el
militarismo y el accidente lamentable
de los partidos políticos sin rumbo ni dirección intelectual. Sectores
empobrecidos altamente receptivos a los planteamientos antidemocráticos y
renuentes a luchar o creer en las ideas progresistas. Y no es cuestión de
ignorancia, porque si así fuera, la baja escolaridad que limita la reificación
intelectiva, que nos provee de disfuncionalidad cognitiva, funcionaría en sentido
contrario.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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