La intervención militar
contra los Hutíes se realiza en momentos en que las negociaciones entre Irán y
Estados Unidos sobre el programa nuclear iraní se encuentran en una fase muy
delicada y cuyos resultados alteraran drásticamente el panorama político en el
Medio Oriente. Tanto Estados Unidos, como Israel y Arabia Saudita tienen como
objetivo último impedir que Irán se convierta en una potencia regional con
armas nucleares. Los desacuerdos que se han manifestado de diversa formas, como
la histérica y belicosa campaña de Netanyahu, las declaraciones sauditas de
permitir su espacio aéreo al régimen sionista para atacar a Irán y las
amanezcas de los congresistas de EE.UU, forman parte de una operación
sicológica destinada a presionar al gobierno iraní para que acepte los términos
impuestos en las negociaciones por los Estados Unidos y las otras potencias
occidentales, que equivaldrían, en la práctica, a desmantelar su programa
nuclear.
LA INTERVENCIÓN MILITAR EN
YEMEN OTRO FRENTE
QUE SE ABRE PARA CONTENER A
IRÁN
Si hay algo que distingue al imperialismo es su enorme capacidad para crear
el caos, destrucción y muerte en aquellos lugares designados como el blanco de
sus ambiciones hegemónicas. Ya sea directamente a través de su masivo poderío
militar y económico, o indirectamente por medio de regímenes marionetas y
fuerzas mercenarias, el talento mostrado para generar resultados catastróficos
es sorprendente.
Pocas regiones en el mundo han experimentado en su historia la feroz ola
destructiva del imperialismo occidental como el Medio Oriente. Sus enormes
riquezas en hidrocarburos en lugar de ser una bendición para sus pueblos se han
convertido, a causa de la voracidad sin límites de la bestia del capitalismo
occidental, en una maldición que les ha traído guerras fratricidas,
divisionismos, miseria y dolor que no parecen tener fin. Yemen, un empobrecido
país ubicado en esa zona tumultuosa, fue atacado por aviones de la fuerza aérea
de Arabia Saudita en lo que avizora ser otra intervención militar que cuenta
con la aquiescencia de Estados Unidos y que tiene como objetivo bloquear las
aspiraciones de Irán de convertirse en un poder regional.
El 26 de febrero el embajador del reino petrolero de Arabia Saudita anunció
desde Washington que su país había decidido lanzar una operación militar que duraría hasta que el “legítimo gobierno”
de Yemen sea restaurado. Informó además que otros países habían enviado armamento
y equipo militar a Arabia Saudita y que otros estaban en camino. Indicó que los
EE.UU no estaban involucrados en la operación, sin embargo y según lo reportó
el Washington Post, la Casa Blanca comunicó que el presidente Obama había
autorizado a las fuerzas estadounidenses proveer apoyo logístico e inteligencia
para la ejecución de la operación. De acuerdo al comunicado, las fuerzas de los
EE.UU estaban estableciendo una “Célula de Planificación Conjunta” con Arabia
Saudita para coordinar la asistencia militar y de inteligencia.
Yemen ubicado en la parte sur de la península arábiga, con escasa
producción petrolera y donde el agua escasea a ritmo acelerado, ha ocupado en
los últimos meses muchos de los titulares de prensa debido a los choques
violentos entre las diferentes grupos tribales que se disputan el poder en ese
pequeño país árabe de 25 millones de habitantes y que ha padecido las
desastrosas consecuencias del intervencionismo de los EE.UU y Arabia Saudita. Pero
por otra parte, Yemen también es el escenario donde está teniendo lugar el
enfrentamiento entre Irán y los países del Golfo encabezados por Arabia Saudita
que con el apoyo de Estados Unidos e Israel buscan contrarrestar la creciente
influencia iraní en el Medio Oriente.
La toma del poder en Saná, la capital de Yemen, por los Hutíes, grupo
chiita considerado cercano a Irán, que obligó a la salida del poder del
gobierno de Abdo Rabu Mansur Hadi y que amenaza con hacerse de todo el
territorio ha crispado los nervios de sus principales patrocinadores, sobre
todo, de Arabia Saudita que siempre ha considerado a Yemen como su inmediato patio
trasero al sur de su frontera. Durante las pasadas décadas la política de
Arabia Saudita hacia Yemen se ha caracterizado por su intención de debilitar,
fragmentar y aumentar las tensiones tribales con el fin de evitar que se
establezca un gobierno central sólido y poderoso que algún día pueda convertirse
en una amenaza al poder del corrupto reino petrolero. En efecto la llegada al
poder de los Hutíes y la caída del títere Hadi representa para los saudíes una
drástica y dramática pérdida de su influencia en Yemen.
Tomando en cuenta la forma en que ha evolucionado todo el conflicto en el
Medio Oriente donde la estrategia árabe-estadounidense ha fracasado,
principalmente en Siria (aliado incondicional de Irán y de Hezbolá), la llegada al poder del movimiento chiita
Huti, Ansarullah, ha significado un
enorme trastorno en el tablero geopolítico de la región del Golfo Pérsico en
claro detrimento de los intereses hegemónicos, por un lado del eje formado por el
régimen wahabí de Arabia Saudita y el régimen sionista de Israel temerosos de la influencia chiita iraní, y por el otro,
de Estados Unidos que busca evitar a toda costa que Irán se convierta en una
potencia regional que ponga en riesgo sus diseños imperialistas en la zona.
Para la administración de Obama la idea de un movimiento chiita pro-iraní estableciéndose
como el principal poder en Yemen representa un serio revés geopolítico, un
fracaso de su política exterior, en un país que había considerado como un
ejemplo exitoso de su estrategia antiterrorista. Tras el aniquilamiento -por
los Hutíes- del antiguo orden establecido tras la salida del poder del antiguo
dictador Ali Abdullah Saleh, que los EE.UU negoció en el 2012, las fuerzas
especiales estadounidenses a cargo de las operaciones antiterroristas han
tenido que salir de prisa del país, abandonando los planes antiterroristas
contra Al Qaeda en la Península Arábiga que había sido usado como pretexto para
intervenir en los asuntos internos de Yemen.
El revés geopolítico que representa para Estados Unidos los rebeldes Hutíes
en Yemen, es por otra parte, una ganancia estratégica para Irán que, contrario
a las acusaciones de Estados Unidos y de Arabia Saudita, ha tenido una escasa
participación en la guerra civil en Yemen. Ciertamente los Hutíes muestran tendencias
pro iraníes, pero no son un movimiento que actúa bajo las órdenes de Irán, de
ahí que todas las acusaciones en ese sentido no son más que pretextos para
incrementar las tensiones con la República Islámica, como de hecho está
sucediendo al ser señalado de estar envuelto en el derrocamiento del presidente
yemení. Algo que es importante notar aquí, según algunos observadores, es que a
pesar de este aparente éxito el establishment iraní a cargo de la política
exterior es reacio a verse involucrado en las guerras de Yemen, comprendiendo
muy bien los costos a largo plazo asociados con los riesgos de participar en
una aventura como esa. Esta quizás es una de las razones por las que el
ministro de Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, condenó la intervención militar
saudita en los términos más suaves posibles.
Los ataques aéreos de Arabia Saudita en Yemen, coordinados por Estados
Unidos y que cuentan con el apoyo de la mayoría de Estados sunitas de la región
como Turquía, Egipto e incluso Sudan (oficialmente en la lista de EE.UU de
Estados que apoyan el terrorismo) y Paquistán se inscriben dentro del amplio
contexto del actual conflicto bélico por la supremacía en el Medio Oriente y en
el que también Israel juega un papel protagónico
importante como agente desestabilizador buscando contener o eliminar la amenaza
que representa Irán para su existencia como el poder militar dominante en la
región. En este sentido es pertinente señalar la existencia de una alianza de
facto entre Israel y los países sunitas, principalmente Arabia Saudita, que ven
con preocupación el papel preponderante que Irán está cumpliendo en los
conflictos en Siria e Irak donde en alianza con el grupo chiita libanés,
Hezbolá, ha bloqueado sus planes para liquidar al gobierno de Assad, un crucial
aliado de Irán que limitaría grandemente su influencia en la región.
Dentro de esta misma estrategia de contención de Irán, la intervención militar
de la coalición anti-iraní en Yemen se da en momentos en que Estados Unidos
viéndose relegado por Irán que había tomado la iniciativa en la guerra contra
el Emirato Islámico en Irak, decide torcerle el brazo al gobierno iraquí para
que las milicias chiitas comandadas por Irán se retiren del frente de batalla y
le cedan el control de la operación militar en Tikrit a Estados Unidos que
luego inicia los ataques aéreos contra las fuerzas de EIIS sitiadas en ese
punto. Con esa maniobra Estados Unidos logra impedir que Irán emerja como la
fuerza más importante en la lucha contra el EIIS que ha puesto en evidencia el
fracaso de la llamada coalición anti-EIIS liderada por Estados Unidos y sus
aliados árabes. Por su parte Irán ha criticado la contradictoria política que Estados
Unidos está empleando con relación al EIIS.
En segundo lugar, la intervención militar contra los Hutíes se realiza en
momentos en que las negociaciones entre Irán y Estados Unidos sobre el programa
nuclear iraní se encuentran en una fase muy delicada, cuyos resultados alteraran
drásticamente el panorama político en el Medio Oriente. Tanto Estados Unidos,
como Israel y Arabia Saudita tienen como objetivo último impedir que Irán se
convierta en una potencia regional con armas nucleares. Los desacuerdos que se
han manifestado de diversa formas, como la histérica y belicosa campaña de Netanyahu,
las declaraciones sauditas de permitir su espacio aéreo al régimen sionista
para atacar a Irán y las amanezcas de los congresistas de EE.UU, forman parte
de una operación sicológica destinada a presionar al gobierno iraní para que
acepte los términos impuestos en las negociaciones por los Estados Unidos y las
otras potencias occidentales, que equivaldrían, en la práctica, a desmantelar
su programa nuclear. Irán, al menos públicamente, ha dejado saber que todas las
concesiones que haga con respecto a su programa nuclear estarán supeditadas al
levantamiento total e inmediato del embargo económico. Es precisamente en este
punto donde se encuentran estancadas las negociaciones ya que EE.UU a cambio de
todas las concesiones ofrecidas por Irán promete que las sanciones serán levantadas
gradualmente en un periodo de varios anos reservándose el privilegio de
reimponerlas si Irán viola lo acordado.
Para algunos observadores, como
Mahdi Mohammadi, Jefe Editor de
IranNuc.IR y Experto en Asuntos
Estratégicos, el gobierno de Obama, bajo intense presión de sus aliados
interesados en evitar un acuerdo que resulte en el reconocimiento de Irán como
un poder regional, está tratando de convencer a sus aliados regionales que no
está en procura de un gran acuerdo con Irán. Este punto fue claramente
anunciado hace unas semanas en Jeddah por el secretario de Estado, John Kerry
donde dijo que no habría un gran acuerdo con Irán y que los Estados Unidos solo
está tratando de contener la capacidad nuclear de Irán, que más que una amenaza
relacionada a la proliferación de armas nucleares, es un amenaza geopolítica.
Según el analista, el respaldo de Estados Unidos a la invasión saudita de
Yemen y la confirmación de Washington de este acto de agresión inmediatamente
después de haber comenzado no ha dejado ninguna duda de que esta invasión está
totalmente relacionada a las conversaciones nucleares con Irán y, de hecho,
tiene la intención de enviar dos mensajes. Uno es para Irán; según lo expresado
por el director de la CIA, John Brennan en entrevista con Fox News Channel, Irán
tiene que saber que en términos de geopolítica, los Estados Unidos continua
considerando a la Republica Islámica como un enemigo. El segundo mensaje es
para Arabia Saudita e Israel, que muy bien puede ser considerado como una
especie de garantía geopolítica. El mensaje es que un posible acuerdo nuclear
con Irán no solo fracasará en reducir la confrontación regional entre Irán y
Estados Unidos, sino que incluso la intensificará. Por lo tanto, Arabia Saudita
puede estar segura de que todavía disfruta del apoyo de los EE.UU frente al
sorprendente crecimiento del poder regional de Irán.
Aunque se descarta la partición directa de Irán en Yemen hay fuertes
señales que indican que Paquistán, un país de mayoría sunita y considerado por
Estados Unidos como un Estado musulmán “moderado”, está considerando seriamente
intervenir, a cambio del dinero saudita, para proteger los intereses de la
monarquía saudita tal y como lo ha venido haciendo en Bahréin. Esto sin duda
agravará más la situación aumentando las posibilidades de un conflicto regional
mayor.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario