No pasa un día sin que los
grandes consorcios mediáticos, como el New York Times, el Washington Post, el
Wall Street Journal y otros de menor cuantía pero que igualmente funcionan como
órganos de propaganda del imperialismo, no publiquen algún tipo de información
distorsionada -que oscurece los hechos y da paso a la invectiva- sobre los gobiernos de Putin y Maduro. El
problema radica en que en ambos casos los propagandistas entienden que en la
actual prensa norteamericana lo personal es lo político, es decir, en lugar de
enfocar la información en el amplio contexto de una disputa, resulta más
conveniente hacerlo sobre una figura fácil de demonizar.
LOS INCESANTES ATAQUES DE LA
PRENSA
ESTADOUNIDENSE CONTRA PUTIN
Y MADURO
Si existiera un premio a los líderes más vilipendiados y demonizados del
mundo por los medios tradicionales de prensa occidentales, pero en especial los
estadounidenses, sin duda el presidente de Rusia y el de Venezuela serían los
candidatos más votados para compartirlo.
En los tiempos actuales sería una enorme sorpresa, si uno de estos días,
uno se llegara a encontrar con que los medios, repentinamente, han parado de
atacar a Nicolás Maduro y a Vladimir Putin. Se ha vuelto un ciclo interminable
-24/7-, un torrencial implacable de notas y comentarios falsos y denigrantes
contra ambos líderes, que la reacción inmediata de cualquier persona
mínimamente informada es de total rechazo y hastió con lo que pasa actualmente
como periodismo informativo, o la forma como es ejercido por los medios de
comunicación masiva en las grandes capitales del mundo civilizado, y que
invariablemente, los medios -cajas de resonancia- de los países menos
civilizados repiten automáticamente como instrumentos programados.
No pasa un día sin que los grandes consorcios mediáticos, como el New York
Times, el Washington Post, el Wall Street Journal y otros de menor cuantía pero
que igualmente funcionan como órganos de propaganda del imperialismo, no publiquen
algún tipo de información distorsionada -que oscurece los hechos y da paso a la
invectiva- sobre los gobiernos de Putin
y Maduro. El problema radica en que en ambos casos los propagandistas entienden
que en la actual prensa norteamericana lo personal es lo político, es decir, en
lugar de enfocar la información en el amplio contexto de una disputa, resulta más
conveniente hacerlo sobre una figura fácil de demonizar. O sea que, en lugar de
entender las complejidades de Rusia y Venezuela, el enfoque gira alrededor de
figuras a las que se les ha puesto el sello de detestables, como Putin y
Maduro.
Y es precisamente esto lo que hemos venido observando desde el inicio de la
guerra mediática contra ambos presidentes. La prensa tradicional norteamericana
en su conjunto, simple y sencillamente se encarga de cumplir ciegamente con su
papel de vocero de la campaña anti-Putin y anti-Maduro, propagando todas las
mentiras y falsedades maquinadas por Washington con el fin de demonizar a sus
rivales y preparar el camino para el cambio de régimen.
El nivel de engaño, de distorsión y manipulación exhibido hasta ahora por
los medios de comunicación estadounidenses, solo comparable a los casos de
Saddam Hussein y Gadafi, es algo colosal y monstruoso. Es el símbolo del
poderío diabólico de un poder bestial empeñado en devorar o destruir todos los
obstáculos a su paso. Líderes como Putin y Maduro son representados por los
medios proimperialistas como figuras dictatoriales, autocráticos, represivos,
matones, violadores de los derechos humanos, ilegitimos y sobre todo como los
únicos culpables de las situaciones de crisis que enfrentan sus países.
No cabe en sus análisis, es imposible, mencionar el hecho de que estas
situaciones de conflicto tienen su raíz en las campañas de agresión que Estados
Unidos y sus aliados están llevando a cabo contra Venezuela y Rusia, con el fin
de someterlos a sus intereses y tenerlos como vasallos del imperialismo. No se
menciona que ambos líderes, aparte de proponer soluciones negociadas, están
cumpliendo con su función constitucional de garantizar la sobrevivencia de sus
democracias y defender su integridad territorial y el derecho a actuar como
naciones libres e independientes. Eso sería pedirle demasiado a una prensa
completamente al servicio de la causa del hegemonismo unipolar, que ha perdido
toda noción de decencia, merecedora del calificativo de prosti-prensa, que ha
convertido la información en un pútrido basurero.
Veamos si no.
En el caso de la muerte reciente del político ruso, Boris Nemtzov, la
prensa ha respondido con unánime histeria (nos recuerda el caso del derribo del
vuelo MH-17) acusando al presidente Putin del hecho trágico. La muerte del
político ruso es ofrecida como una afirmación de la imagen de villano que Putin
tiene en occidente, es decir, la de un “despiadado dictador que no se detiene
ante nada”. Como resultado, la simple mención que un político de oposición ruso
fue asesinado es suficiente para que se realice una conexión inmediata en la
mente del público, reforzando así las creencias existentes, incluso si nunca
estuvieron sustentadas en evidencias irrefutables de los hechos.
Hay algunos medios de prensa que sugieren que es demasiado pronto para
saber qué fue lo que sucedió exactamente. Por ejemplo, CNN, declara “que no
está claro quién está detrás del asesinato”, pero luego procede a presentar a un experto que dijo, “esto
indica que hay algún tipo de participación del gobierno”. ¿Cuál es la
evidencia? El responde que “cualquiera que se interponga en el camino del Estado
es eliminado”. CNN, incluso reprodujo un programa anterior en el que el
reportero de la cadena noticiosa, Anthony
Bourdain comentó, “cosa malas parecen sucederles a los críticos de Putin”.
El new York Times, por otra parte reproduce las estridentes declaraciones
de uno de los principales instigadores de la crisis en Ucrania, el guerrerista
y rusofobo John McAin, quien afirmó que “Boris está muerto debido al clima de
impunidad que Vladimir Putin ha creado en Rusia donde las personas son
rutinariamente perseguidas y atacadas por sus creencias, incluso por el
gobierno de Rusia, y nadie es hecho responsable”. El asesinato sucede en
momentos en que Rusia y los EE.UU están enfrentados sobre las acciones de Rusia
en el este de Ucrania, finaliza el segmento del New York Times. Aquí las implicaciones
son obvias, si se toma en cuenta las declaraciones del presidente de Ucrania de
que Boris Nemtsov fue asesinado debido a que planeaba dar a conocer evidencia
sobre el involucramiento de Rusia en el conflicto separatista de Ucrania.
En el caso de Venezuela, el
presidente Maduro es presentado como un socialista errático, con un bajo nivel
de aprobación, presidiendo una economía a punto de colapsar y ante su
incapacidad para solucionar los graves problemas de Venezuela, de su propia
creación, recurre a las medidas represivas para acallar el descontento popular.
En una de sus acostumbradas piezas en contra del gobierno de Venezuela, The
New Yorker, la revista liberal que aboga
por el intervencionismo “humanitario” y que ya ha sido duramente cuestionada
por las falsedades en sus reportajes sobre Venezuela, escribe que Maduro es un
hombre inseguro, propenso a meter la pata y que le ha inyectado a la revolución
de Venezuela un nuevo rigor de paranoia. Recientemente fue aprobada una nueva
ley que autoriza el uso de la fuerza “potencialmente mortal”, incluyendo el uso
de munición letal para mantener el orden. Y ahora las detenciones políticas son
trágicamente comunes -el arresto en febrero a cargo de los servicios de
inteligencia de SEBYN del alcalde de Caracas Antonio Ledezma, acusado de
conspiración, constituye el más notorio y reciente ejemplo. Igualmente Maduro
ha buscado imponer el silencio de la mejor manera posible, aumentando la
censura sobre los caricaturistas, editorialistas y escritores satíricos de la
televisión. El autor se queja de que su columna en el Universal esta entre las
que fueron recientemente suspendidas. Por cierto el Universal es considerado
como uno de los líderes de la desinformación en Venezuela.
Por otra parte las denuncias de Maduro sobre la participación de Estados
Unidos en los asuntos internos de Venezuela son constantemente ridiculizadas
por la prensa norteamericana, aun y cuando funcionarios de la Casa Blanca
admiten, después de negar sus actividades desestabilizadoras, que efectivamente
están monitoreando la situación muy de cerca.
Lo anterior quedó evidenciado en conferencia de prensa ofrecida por el
secretario de Prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest el 2/20/2015, quien ante
la pregunta de un periodista sobre los últimos acontecimientos en Venezuela y
las acusaciones del presidente Nicolás Maduro de que el gobierno de EE.UU está
tratando de derrocarlo, respondió que esas acusaciones como las anteriores son
ridículas, negó, que los Estados Unidos este promoviendo la desestabilización
en Venezuela como tampoco que esté intentando sabotear la economía de Venezuela
o a su gobierno. Enseguida y después de decir que el gobierno venezolano debe
respetar los derechos humanos de sus ciudadanos y dejar de intimidar a sus
oponentes políticos, el señor Earnest, ante la pregunta de si el gobierno de
EE.UU está considerando otras acciones, aparte de las ya tomadas contra algunos
funcionarios venezolanos, o si se estaba buscando la ayuda de otros países del
hemisferio, como Brasil, que podría poner presión sobre el gobierno de Nicolás
Maduro, él se dedicó a responder lo siguiente:
“Bueno, puedo decirle que el Departamento del Tesoro y el Departamento de
Estado están obviamente monitoreando muy de cerca esta situación y están
considerando los mecanismos que pueden estar disponibles que podrían de mejor
manera hacer que el gobierno venezolano se mueva en la dirección que ellos
creen debe ser conducido. Eso obviamente significa que seguimos enlistando
otros países en la región en conversaciones a cerca de trabajar de un modo
coordinado al tiempo que lidiamos con la situación allí”.
La desvergonzada duplicidad de la oficina de prensa de la Casa Blanca, es
propia de su función si se considera que sirve como el órgano autorizado de la
propaganda de Washington. Ahora bien, lo que es profundamente cuestionable es el papel servil
de la prensa que opta por no objetar firmemente la naturaleza de esas
declaraciones contradictorias y en su lugar selecciona y difunde aquello aspectos
que encajan con la narrativa que sus amos quieren implantar como verdades
irrefutables en la mente del público. Esta ha sido la característica de la campaña
de desinformación contra Maduro y Putin, una versión totalmente desvinculada de
la realidad, pero que sin embargo, contiene los elementos del engaño, la
mentira y la manipulación que le dan forma a una realidad artificial que ha
sido fabricada por la elite que gobierna y donde el análisis y la información
con base en los hechos son completamente descartados. No importando el caos y la destrucción que la falsificación y la mentira
generen.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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