El salomónico social-pacifismo, una y otra vez, se
comporta como la mascarilla balsámica del Hegemonismo estadounidense,
conservadora y tonificadora de su bárbara Agenda de ofensiva: A Dios rogando y
con el mazo dando.
LA TEORÍA DEL
INTER-IMPERIALISMO EN UCRANIA:
PURA IDEOLOGÍA IMPERIALISTA
Por Tamer Sarkis Fernández
Hablar de “imperialismo ruso en Ucrania” cumple exactamente la misma
función mixtificadora que hablar de “imperialismo cubano en Venezuela”. “Ni
yankies, ni cubanos. Por una Venezuela libre de confrontación
inter-imperialista”: ¿Qué gusana ridiculez sería ésa?. Muchos se apenan de las
poblaciones de la Ucrania Oriental, asediadas por la aviación recadera de la
OTAN y por sus paramilitares. O se apenaban, véase el matiz, mientras los
asediados cumplían un rol de práctica indefensión. Haberse organizado en
milicias populares para proteger su vida y la de los suyos les ha convertido en
“títeres del imperialismo ruso” y en “un bando” del “conflicto”, sufrido, “entre
dos fuegos enemigos”, por “la población civil”. ¿Cabe mayor fariseísmo?. ¡Qué
asco!.
Echarle escupitajos a la actuación “occidental” en Ucrania para acto
seguido invocar postura condenatoria “del conflicto en sí, desde fuera y a la
contra de todos sus actores involucrados”, se convierte en el más cínico capote
de blindaje echado a los verdugos al tratar de desarmar moral y simbólicamente
a los agredidos. Si enfrentar a la OTAN es “servir a los rusos”, cuyos
designios serían “de opresivo ataque” y no de ayuda a las víctimas, entonces
queda el juicio en tablas. A los ciudadanos “occidentales”, así
des-sensibilizados, se les sume en el indiferentismo. Se les incita a dar la
espalda al combate de las poblaciones agredidas por el imperialismo actuante.
Se les empuja a no solidarizarse, y ello en nombre de la paz y contra la
“guerra inter-imperialista”. El salomónico social-pacifismo, una y otra vez, se
comporta como la mascarilla balsámica del Hegemonismo estadounidense,
conservadora y tonificadora de su bárbara Agenda de ofensiva: A Dios rogando y
con el mazo dando.
¿Que Rusia cumple acaso papel de agresora?. Pregunten ustedes a los
habitantes del Este de Ucrania, allá donde se dan los ataques. Pregúntenles por
quiénes les agreden y quiénes les dan armas, víveres, combustible,
voluntarios…, para sobrevivir. ¿Hacia dónde va la población del Donbass
expulsada de sus casas por la “limpieza” gentilicia-lingüística que acomete
Kiev (y, tras él, el Hegemonismo y sus bases de apoyo europeas)?.
“¿Conflicto?”, ¿en el Donbass?: Yo veo a unos, desde el Oeste, mandando
carros y convoyes a exterminar la gente y así reemplazarla por una nueva
base-tapón demográfica, militante y militar Hegemonista pegada a Rusia. Yo no
veo a la gente del Donbass disparándose a sí misma. Así pues, ¿qué “conflicto
del Donbass”?. Son las tropas conducidas por los vende-patrias de una Ucrania
títere de “occidente”, quienes les disparan. ¿Alguien cree en serio que una
Rusia que a pasos agigantados ha hecho su acumulación primitiva a partir de los
hidrocarburos, cuyo fondo de capitales ya convierte en inversión productiva y
en exportación mercantil, está en absoluto interesada en hacer estallar una
guerra ante sus propios morros y en una región donde la paz y la estabilidad
iban a garantizarle mercados emergentes para su actividad al alza, por mor de
nexos históricos, culturales, idiomáticos y de filiación ya sabidos?.
Además, tome usted un mapa. Un mapamundi y marque los escenarios, actuales
o pasados, encendidos por el Hegemonismo. Contabilícelos. Marque el surco
mundial prendido por la actual oleada bélica hegemonista, en sus varios
itinerarios (Doctrina del Occidente Expandido, AFRICOM, Look towards Asia o
Doctrina Clinton, Doctrina del Vientre Blando de Europa e hiper-militarización
del Mediterráneo septentrional, Primaveras Árabes, Cacería Verde en la India…)
y en sus múltiples rostros (“Golpes blandos”, guerras económicas, cooptaciones,
ingeniería de la movilización y sus conatos, cuartelazos, mercenariazgo,
sonoros golpes de efecto, falsas banderas, “misiones de paz” con la ONU, sin la
ONU…). Una los puntos y le saldrá un imperio donde nunca se pone el sol. A
continuación, intente usted hacer lo mismo con Rusia. ¿Cuántas ofensivas
iniciadas por Putin le salen en la cuenta?. El diferencial matemático no es un
asunto fundamentalmente de números. Nos habla, cómo no, de roles funcionales
distintos e inconmensurables. Las cantidades siempre expresan la cualidad
respectiva encarnada por unas u otras fuerzas ideales en el Mundo (Friedrich
Hegel, Fenomenología del Espíritu).
Pero si hay una idea a la que los anti-todos recurren en apoyo de su
relativismo (y así de su apologética indirecta de unos verdugos
desfocalizados), es la idea de un Yanukovich títere de Rusia, quien habría
topado con una primavera popular adulterada a posteriori por fascistización. De
nuevo, las cantidades dan buena cuenta de la función asumida por cada uno.
Muestran falsa esa atribución de títere entreguista a Rusia, potencia que jamás
llegó a ser la principal compradora de emisión ucraniana de deuda. El mayor
volumen de empréstitos estatales ucranianos centralizados por Rusia se da, oh
paradoja, durante el periodo Timoshenko (filo-occidental). Paralelamente, es
falsa la imagen de una Rusia exportando capitales a Ucrania y haciéndose así
con la economía del país. La Ucrania de Yanukovich mantuvo siempre fuera del
alcance ruso su agroindustria (cerealera, frutal…), sus generadoras eléctricas,
su ciclópeo sector maderero, su automotriz de vehículo pesado y su industria de
equipo. En todo caso, penetraron los inversionistas rusos pero no precisamente
aquellos adscritos al monopolismo de Estado. Más bien se trató de los
pertenecientes a la fracción anti-Putin que enlaza con la Bolsa de Moscú,
presidida por un sionista confeso y ex del partido liberal Yabloko (“manzana”),
educado en los Estados Unidos y quien, dicho sea de paso, invirtió en Maidan.
Es harina de otro costal la dependencia ucraniana en materia energética, pero
donde falta, falta. La geografía física también juega.
Cuando los señores anti-todos fingen arrancar la espiral de acontecimientos
a partir de un presunto hecho estructurante, o sea, a partir de un Pecado
Original relativizador del belicismo hegemonista (“el títere Yanukovich”), lo
que estos apologetas están escondiendo es que Yanukovich sí era un genuino
ni-ni: no era agente de los rusos, pero tampoco siervo de “occidente”. Por eso
había que quitarlo de en medio. Porque a Rusia, en su pujanza económica, le
bastaba con un amigo. Pero a “occidente”, en su declive ganancial y competitivo,
no le bastan más que los criados. Y los ha puesto en Kiev. Estos sí son
títeres; no ha habido otros que estos. Ahora sí prima un memorándum (en forma
de carta de adhesión a la UE) con el que se liquidan las fuerzas productivas
ucranianas. Ahora sí se traza desde Berlín el puesto a ocupar por Ucrania en la
división europea del trabajo. Ahora sí hay cuotas a la producción y de
mercados. Ahora sí demarcan los alemanes qué % de las exportaciones ucranianas
deberán por fuerza destinarse a la Eurozona en un futuro, y a qué países
principalmente. Ahora sí se pregona el “rescate” financiero a Kiev. Ahora sí la
política de agros pasa a decidirse en Chicago mientras las patentes euro y
anglo-sionistas privatizan terrenos sólo para sus semillas. Ah… Y ahora sí se
firman tratados bilaterales para la pronta ocupación militar de Ucrania y el
despliegue de bases. Pero no firma Rusia, que jamás lo había planteado, sino la
OTAN. El cerco a Rusia precisa, una vez más, de la “limpieza étnica” en Europa.
La entronización sionista de estos auténticos vende-patrias halló la
oposición patriótica en toda Ucrania, y no solamente en la Novorrussia. No se
trata de ser “pro-rusos”. Combatir contra la otanización de Ucrania es combatir
por la independencia y la Soberanía de la tierra de uno, en tanto que la OTAN
no es más que el brazo armado de la neo-colonización de Ucrania. Quienes toman
partido por la patria del Pueblo y contra la patria de los paniaguados del
desguazamiento productivo de su país, no son entre sí enemigos. Y los hay en
Donetsk, en Járkov, en Kramatorsk o en Kiev. La lucha del Donbass no es lucha
“entre naciones” o “inter-étnica”. La lucha del Donbass es la lucha de Ucrania
entera. Al Pueblo ucraniano no le conviene un Tratado con la UE que le hace
esclavo y arruinará sus perspectivas de mejorar condiciones materiales de
existencia. No le conviene, ni a Este ni tampoco a Oeste. Que, en efecto,
masacrados por Kiev los orientales se hayan vuelto independentistas, expresa la
única salida al callejón; no un “separatismo” apriorístico. Una compañera de
Donetsk nos decía hace una semana en una reunión del Comité: “Nosotros ya no
formamos parte de Ucrania. Pues los ucranianos nos asesinan. Ahora somos
novorrusos”. Y el Gobierno de Putin les ayuda y defiende, aun sabiendo que la
construcción de nuevas repúblicas novorrusas (de carácter popular y socialista,
con hegemonía política e institucional por parte de los partidos comunistas) es
disonante con el carácter de clase del Estado ruso y con su propio sistema
económico. No todo es oportunismo, señores relativistas.
Quienes pretender estar defendiendo la Venezuela bolivariana mientras
atacan a Rusia deben de estar de broma. Quitan con una mano lo que dan con la
otra. Difamando la posición y el papel desempeñados por quien es hoy el mayor
contrafuegos político y militar del enemigo número 1 del género humano y de su
futuro, estos señores le hacen flaco favor a Venezuela. Prevenidos, por Lukács
(en El asalto a la razón), de caer en una “metafísica del hecho aislado”, sostenemos
que cada caso “particular” de resistencia al Hegemonismo tiene análisis,
posicionamiento y salida solamente distinguibles desde aquello que el propio
Lukács llamaba una perspectiva de la Totalidad (en Historia y consciencia de
clase). Si la amenaza yankie sobre la República Bolivariana parece amainar en
lo inmediato, es porque Rusia ha levado anclas desde Cuba y ha puesto buques y
portaaviones a surcar el Caribe. No nos engañan: quienes hablan de imperialismo
cubano en Venezuela, están tergiversando como “imperialismo” aquello que es
internacionalismo. Y quienes hablan de “imperialismo ruso en Ucrania” tratan de
limpiar con sus palabras la sangre vertida por los únicos agresores; esa misma
sangre que ellos mismos contribuyen a hacer manar criminalizando a las víctimas
(como “bando imperialista”) tanto como a la Potencia que las socorre. Esos que
hablan de “proteger” del falaz “inter-imperialismo” a los ucranianos, son
enemigos imperialistas de las gentes del Donbass. Y, más profundamente, de
Ucrania toda.
Tamer Sarkis Fernández,
Comité Antiimperialista (Catalunya)
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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