Lo entrenaron sin muchas
esperanzas y ahora, a la vuelta de pocos años,
da este hijo del pueblo, la más extraordinaria satisfacción propia y
para todos los guatemaltecos.
JORGE VEGA LÓPEZ,
ENTRE LA GRANDEZA Y LA MEZQUINDAD
Por Luciano Castro Barillas
Este jovencito guatemalteco de 1.48 metros de estatura es uno de los
gigantes en el escenario de la gimnasia internacional. En un principio no se
hacía grandes ilusiones con la final del domingo en Montreal, Canadá, el domingo
8 de octubre de 2017 por la alta exigencia técnica del evento y su todavía
limitado fogueo en justas internacionales de esa envergadura. Si lograba entrar
entre los 20 mejores del mundo, como lo esperaba su entrenador, lo tomarían
ambos, atleta y técnico, como buen
resultado. Era una competencia fuerte con campeones olímpicos como el
surcoreano Yan Hakseon, investido con el oro olímpico y el rumano Dragulescu
Marian, igualmente medallista en la última olimpiada.
No la tenía nada fácil nuestro querido muchacho guatemalteco, que entre
tanta pesadumbre y podredumbre que vivimos aquí en Guatemala, nos dio ese
domingo como regalo un quinto lugar que nos hizo sentirnos alegres, contentos,
satisfechos, con fe en Guatemala y confianza que hay tantos buenos chapines que
no se quedan flotando en la cuba de la mediocridad y que, como osado cangrejo,
que dejan atrás a los roñosos y envidiosos, sale de ese recipiente de poco
espacio para demostrar a los demás y a sí mismo que se puede ser diferente y
mejor y proyectarse a escala mundial como lo ha hecho Jorgito. Como aquí nunca
faltan los guatemaltecos ruines, algunos
-no muchos, o quizá muchos-
resulta que empezaron a cuestionar que sus habilidades gimnásticas,
principalmente de rutinas de piso y salto al potro, eran resultado de su
pequeña estatura. Que un cuerpo así era manejable, que lo chaparro le favorecía
para ser saltarín… Lo que estos rufianes de la opinión no sabían era que a
Jorge le costó mucho más trabajo saltar al potro que los atletas europeos o coreanos,
de mayor estatura y, por lo tanto, encontraban el potro más bajo, posiblemente
más cómodo; que lo altísimo que hacía ese artefacto deportivo para Jorgito Vega
y sus 1.48 metros de estatura. Enfrentó el reto sin pedir tregua y conquistó el
quinto lugar, aventajado por décimas, no por uno o dos puntos completos, por el
coreano Hakseon.
Ese es Jorge, con todo un perfil de campeón y del cual nos sentimos
orgullosos, contentos con este patojo de Jocotenango, que entró al mundo de la
gimnasia ya pasadito de años pues había perdido los años cruciales que se
necesitan (5 y 8 años) para empezar a practicar esta disciplina. Él llegaba a
ver a los gimnastas, sin estar enterado del todo lo que le deparaba el destino.
Lo entrenaron sin muchas esperanzas por la pérdida de esos años y ahora, a la
vuelta de pocos años, da este hijo del
pueblo, la más extraordinaria satisfacción propia y para todos los
guatemaltecos. Son las pocas alegrías que tenemos los guatemaltecos que no
tenemos ya carreteras pues están totalmente destruidas por 20 años de abandono,
con hospitales sin medicamentos, con delincuentes de la misma edad de Jorge
matando por las calles, con funcionarios altos y bajos rebalsando de
estulticia, con diputados incompetentes y mafiosos; pero sobre todo con seres
perversos como Roxana Baldetti que ayer declaró ante el juez Gálvez que ella
siempre instruyó a sus subalternos que el dinero de los pobres era sagrado! Por
Dios, cómo los ciudadanos guatemaltecos son capaces de llevar a altos cargos
del poder público a semejante basura. Pero hay un Jorge Vega López que nos
ilumina en esta oscuridad y da a la Patria su mejor regalo de buen hijo. Vaya,
y los diputados se autodenominan Padres de la Patria! Ah, desgraciados
estos.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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