El Pacto de Corruptos,
es decir el colectivo de canallas guatemaltecos, compuesto por empresarios,
funcionarios y ex funcionarios y militares están tratando de impedir que la ex
Fiscal General, Telma Aldana, reconocida por su lucha contra la corrupción, pueda
participar en las elecciones presidenciales del mes de junio en las que, según
las encuestas, se perfila como la ganadora por un amplio margen.
GUATEMALA: EL CALDERO DEL DIABLO
Por Luciano Castro Barillas
Ahora resulta que la candidata Telma Aldana, ex Fiscal General de la República y ahora en primer lugar en las encuestas de preferencia electoral para ocupar la presidencia de la república con su propuesta de combate directo a la corrupción, está afrontando un vendaval de acciones judiciales por asuntos verdaderamente triviales de parte de sus enemigos jurados, los colectivos canallas que integran el Pacto de Corruptos (empresarios, funcionarios y ex funcionarios y militares). Las buenas actuaciones de la profesional del derecho en su condición de Fiscal General al alimón en su trabajo con el comisionado de la CICIG, son de reconocimiento internacional y también nacional.
Muchas instituciones de otros países han reconocido no solo su capacidad sino su coraje para enfrentar a poderosas mafias intocables que vivieron toda la vida en fechorías, principalmente defraudando al Estado, y que les hizo ser en pocos años grandes potentados, prósperos inversionistas o empresarios y políticos irremovibles de sus cargos, los cuales por media la mayoría de diputados llega a los 20 o 25 años de una vida improductiva, haciendo negocios personales, y no legislando a favor de las necesidades del pueblo. Allí viven como bien pagados holgazanes durante décadas. Han sido señores feudales de sus departamentos donde con resonancias de los ancestros eran conocidos como caciques. Chiquimula tuvo por años a su cacique Baudilio Hichos, ex guardia de hacienda que ya siendo jefe de una sección policial, dirigió los secuestros, tortura y asesinatos de dirigentes sociales en el carro del terror denominado La Panel Blanca. Y Jutiapa tuvo el suyo, Jaime Martínez Loaiza, humilde campesino que de vender maíz en El Granero de la 20 calle o Calle del Cementerio de la ciudad capital, se abrió camino con la venta de carros de dudosa procedencia hasta acumular poder en continuos ejercicios de oportunismo politiquero en cada elección, hasta que su codicia se le trajo un día abajo, en caída libre, y fue a pasar buenas vacaciones a la cárcel donde todavía está.
Personas de esa clase son los integrantes del Pacto de Corruptos y con quien doña Telma Aldana e Iván Velásquez lucharon para que rindieran cuentas de sus añejas fechorías. Ayer 19 de marzo y hoy, la comunidad democrática y los ciudadanos honrados están consternados ante la posibilidad de que por medio de argucias legales, la candidata que luce ganadora en las próximas elecciones (tiene el 71% de confianza y aprecio entre los ciudadanos de diferente condición social) no pueda participar en las elecciones de junio, lo cual sería un golpe demoledor a la esperanza y la posibilidad de que la señora Aldana iniciará un proceso de reconstrucción nacional, porque el Estado y la Nación Guatemalteca están literalmente devastados.
La señora Aldana podría sentar las bases de una manera de hacer buena política y no la política de los mafiosos que llevó Guatemala de sufrir por más de 60 años, tras la intervención de los Estados Unidos, que destruyó nuestra democracia, de una manera muy parecida de lo que hace el imperio hoy con Venezuela. ¿Cuál será la reacción del pueblo de Guatemala si esto terriblemente negativo llega a ocurrir? No se puede ser temerario y ligero en una opinión, pero lo que sí sé decir con seguridad que el ambiente de crispación que hoy vivimos crecerá exponencialmente hasta que nos enfrentemos a una crisis humanitaria real, ante el fracaso total del Estado Guatemalteco, un Estado totalmente fallido.
Es posible también que el planteamiento de la manifestación pacífica que tanto aconsejan las ONG que reciben apoyo financiero de los países occidentales, esté ya totalmente agotado y sea inviable como acción política y sea la violencia la última consejera. En Francia se agotó la creencia en la manifestación pacífica, aunque la violencia desatada en las calles por cuatro meses poca cosa ha hecho, excepto de preocupar a los ricos que ya sienten la vieja guillotina de la Revolución Francesa en el cuello cuando arden las agencias bancarias.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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