sábado, 10 de octubre de 2020

Los liberales de Estados Unidos preocupados por el eventual triunfo de Donald Trump

Conforme van pasando los días y ya a tres semanas más o menos de las elecciones, la coyuntura política se va volviendo más dinámica, más cambiante, más dialéctica y, por lo tanto, más difícil para los analistas ir aproximándose a la realidad.

 

LOS LIBERALES DE ESTADOS UNIDOS
PREOCUPADOS POR EL EVENTUAL TRIUNFO
DE DONALD TRUMP



Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol

Donald Trump podrá ser torpe y patoso en muchas cosas; menos en su habilidad y acertada manera de manejar la publicidad, las imágenes. Esa comunicación gráfica que tanto le gusta le hace ganar más simpatía que las tartamudeces de su rival demócrata Biden, quien pensaba arrollar a Trump en el siguiente debate presidencial. En el debate anterior salió muy mal parado Trump por su despliegue de asombrosa mala educación, impertinencia y absoluta falta de respeto a las normas parlamentarias básicas, a las que debe atenerse todo político que sabe de debates. Trump no sabe nada de eso, sino de insultos. Ya lo dijo Trump: “No voy a perder el tiempo discutiendo con Biden”, pero claro, él no debate, solo golpea la mesa a cada rato, con el riesgo que le dé un puntapié.

Conforme van pasando los días y ya a tres semanas más o menos de las elecciones, la coyuntura política se va volviendo más dinámica, más cambiante, más dialéctica y, por lo tanto, más difícil para los analistas ir aproximándose a la realidad. Muchos análisis están sesgados por intereses partidarios, otros por prejuicios y otros porque los métodos de análisis los hace caer en el terrible galimatías o enredo de las fracciones de clase. Si uno se va a hacer análisis particulares por fracciones de clase va perdiendo la objetividad, es decir, se deja de ver el bosque por ver el árbol.

No digo que no sea importante fijarse en el análisis de las fracciones de clase tan variadas y variables en los Estados Unidos, pero uno no debe perderse algo clave, fundamental en esa economía del primer mundo: el consumo. El mejoramiento del ingreso funciona igual para el gran financiero de Wall Street que lo hace sin alguna necesidad y funciona igual para el más humilde consumidor de los sectores más humildes. Todos quieren consumir para vivir. Consumir para existir. “Yo consumo, luego existo”, diría René Descartes con un cogito ergo sum enloquecido.

Personalmente creo que, en tanto las mercancías básicas, como la canasta y los bienes de la industria ligera sean caros, con dificultades para adquirirse, Donald Trump no tiene las de ganar. El voto popular en su contra podría ser devastador, sin embargo, ese voto tiene impuesta la dictadura oligárquica de los delegados de los colegios electorales. Allí estaría el problema y al mismo tiempo la amplia posibilidad del fraude, pero también su fracaso. Porque eso es lo que, en efecto, hacen los colegios electorales de delegados: NO RESPETAR LA VOLUNTAD POPULAR DEL PUEBLO DE LOS ESTADOS UNIDOS. Y este reiterativo fraude se maneja siempre como el estilo, la forma, la manera de realizar las elecciones en los Estados Unidos. No lo llaman como lo que es: UN FRAUDE INSTITUCIONALIZADO EN FAVOR DE LAS OLIGARQUÍAS FINANCIERAS.

Ahora bien, el meollo de este asunto político y la decisión de los colegios, pensaríamos, que por tratarse de una oligarquía están a favor de Trump por la garantía que tendrían con él en cuanto a no pagar impuestos. Pero este sistema de incontribución no puede prolongarse más. Tiene que llegar a su fin porque el déficit presupuestario de los Estados Unidos está totalmente fuera de control y no digamos su deuda externa, que no la podrá pagar ya con dólares sin respaldo, porque ahora ya hay nuevos sistemas financieros internacionales. Nuevas divisas con poder. Hay una realidad que se impone, que no se puede eludir y que ha dado como resultado el florecimiento de China y la ruina de los Estados Unidos.

Ningún empresario transnacional tiene sentimientos patrióticos y lo decidirá la gran oportunidad que ofrece China de grandes ganancias con mano de obra barata y calificada. Ninguna empresa que esté en China ha regresado a los Estados Unidos. Esa es la gran falla de la política económica de Trump. Y si le sumamos el aventurerismo militar… bueno, eso no gusta a los grandes inversionistas que día a día ganan millones. Ni a chinos, ni a gringos ni a rusos les conviene una guerra. La acumulación de la masa monetaria para ser riqueza real tiene que circular, con producción, no solo con el crédito monetario que sirven los bancos. 

Si los delegados de los colegios electorales gringos han analizado lo que aquí digo sabrán que no deben darle el voto a Trump porque, al final, con su patrioterismo desbocado de “primero los Estados Unidos” los está colocando en un primer lugar invertido, con respecto a China y Rusia. Donal Trump no le conviene a nadie. Él es polilla y ruina para los Estados Unidos y para el mundo. Por eso perderá las elecciones de noviembre. Los grandes inversionistas que compran delegados saben que una política de confrontación pone en peligro sus ganancias. El proteccionismo no gana, solo pierde.




Publicado por La Cuna del Sol

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