Conforme van pasando los días y ya a tres semanas más o menos de las elecciones, la coyuntura política se va volviendo más dinámica, más cambiante, más dialéctica y, por lo tanto, más difícil para los analistas ir aproximándose a la realidad.
LOS LIBERALES DE ESTADOS
UNIDOS
PREOCUPADOS POR EL
EVENTUAL TRIUNFO
DE DONALD TRUMP
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
Donald Trump podrá ser torpe y patoso en muchas
cosas; menos en su habilidad y acertada manera de manejar la publicidad, las imágenes.
Esa comunicación gráfica que tanto le gusta le hace ganar más simpatía que las
tartamudeces de su rival demócrata Biden, quien pensaba arrollar a Trump en el
siguiente debate presidencial. En el debate anterior salió muy mal parado Trump
por su despliegue de asombrosa mala educación, impertinencia y absoluta falta
de respeto a las normas parlamentarias básicas, a las que debe atenerse todo
político que sabe de debates. Trump no sabe nada de eso, sino de insultos. Ya
lo dijo Trump: “No voy a perder el tiempo discutiendo con Biden”, pero claro,
él no debate, solo golpea la mesa a cada rato, con el riesgo que le dé un
puntapié.
Conforme van pasando los días y ya a tres
semanas más o menos de las elecciones, la coyuntura política se va volviendo
más dinámica, más cambiante, más dialéctica y, por lo tanto, más difícil para
los analistas ir aproximándose a la realidad. Muchos análisis están sesgados
por intereses partidarios, otros por prejuicios y otros porque los métodos de
análisis los hace caer en el terrible galimatías o enredo de las fracciones de clase. Si uno se va a
hacer análisis particulares por fracciones de clase va perdiendo la
objetividad, es decir, se deja de ver el
bosque por ver el árbol.
No digo que no sea importante fijarse en el
análisis de las fracciones de clase tan variadas y variables en los Estados
Unidos, pero uno no debe perderse algo clave, fundamental en esa economía del
primer mundo: el consumo. El mejoramiento del ingreso funciona igual para el
gran financiero de Wall Street que lo hace sin alguna necesidad y funciona
igual para el más humilde consumidor de los sectores más humildes. Todos
quieren consumir para vivir. Consumir para existir. “Yo consumo, luego existo”, diría René Descartes con un cogito ergo
sum enloquecido.
Personalmente creo que, en tanto las mercancías
básicas, como la canasta y los bienes de la industria ligera sean caros, con
dificultades para adquirirse, Donald Trump no tiene las de ganar. El voto
popular en su contra podría ser devastador, sin embargo, ese voto tiene
impuesta la dictadura oligárquica de los
delegados de los colegios electorales. Allí estaría el problema y al mismo
tiempo la amplia posibilidad del fraude, pero también su fracaso. Porque eso es
lo que, en efecto, hacen los colegios electorales de delegados: NO RESPETAR LA
VOLUNTAD POPULAR DEL PUEBLO DE LOS ESTADOS UNIDOS. Y este reiterativo fraude se
maneja siempre como el estilo, la forma,
la manera de realizar las elecciones en los Estados Unidos. No lo llaman
como lo que es: UN FRAUDE INSTITUCIONALIZADO EN FAVOR DE LAS OLIGARQUÍAS
FINANCIERAS.
Ahora bien, el meollo de este asunto político y
la decisión de los colegios, pensaríamos, que por tratarse de una oligarquía
están a favor de Trump por la garantía que tendrían con él en cuanto a no pagar
impuestos. Pero este sistema de incontribución no puede prolongarse más. Tiene
que llegar a su fin porque el déficit presupuestario de los Estados Unidos está
totalmente fuera de control y no digamos su deuda externa, que no la podrá
pagar ya con dólares sin respaldo, porque ahora ya hay nuevos sistemas
financieros internacionales. Nuevas divisas con poder. Hay una realidad que se
impone, que no se puede eludir y que ha dado como resultado el florecimiento de
China y la ruina de los Estados Unidos.
Ningún empresario transnacional tiene
sentimientos patrióticos y lo decidirá la gran oportunidad que ofrece China de
grandes ganancias con mano de obra barata y calificada. Ninguna empresa que
esté en China ha regresado a los Estados Unidos. Esa es la gran falla de la
política económica de Trump. Y si le sumamos el aventurerismo militar… bueno, eso no gusta a los grandes
inversionistas que día a día ganan millones. Ni a chinos, ni a gringos ni a
rusos les conviene una guerra. La acumulación de la masa monetaria para ser
riqueza real tiene que circular, con producción, no solo con el crédito
monetario que sirven los bancos.
Si los delegados de los colegios electorales
gringos han analizado lo que aquí digo sabrán que no deben darle el voto a
Trump porque, al final, con su patrioterismo desbocado de “primero los Estados
Unidos” los está colocando en un primer lugar invertido, con respecto a China y
Rusia. Donal Trump no le conviene a nadie. Él es polilla y ruina para los
Estados Unidos y para el mundo. Por eso perderá las elecciones de noviembre.
Los grandes inversionistas que compran delegados saben que una política de
confrontación pone en peligro sus ganancias. El proteccionismo no gana, solo
pierde.
Publicado por La Cuna del Sol
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