jueves, 28 de enero de 2021

¿Cambiará Biden de rumbo en relación a China? Razones para dudar.

Biden probablemente evitará continuar con los aranceles impuestos por Trump, pero seguirá presionando económicamente a China a través de sanciones específicas a individuos, empresas, industrias o regiones enteras, como Xinjiang.

 

¿CAMBIARÁ BIDEN DE RUMBO EN
RELACIÓN A CHINA? RAZONES PARA DUDAR.



Izak Novák
izaknovak.wordpress.com

El inminente arribo de Biden a la presidencia de Estados Unidos ha generado cierta expectativa entre los observadores de que Biden tratará de adoptar una posición más "moderada" hacia China. Si bien distanciarse de una Nueva Guerra Fría con China es lo mejor para todos -al menos para aquellos que no forman parte de la clase dominante imperial- existen importantes razones materiales e ideológicas por las que esta Nueva Guerra Fría estalló en primer lugar. De hecho, hay indicios de que la administración de Biden al menos mantendrá la postura actual en contra de China, de otro modo intensificara sus tácticas de guerra híbrida.

Mi hipótesis es que Biden probablemente evitará continuar con los aranceles impuestos por Trump, pero seguirá presionando económicamente a China a través de sanciones específicas a individuos, empresas, industrias o regiones enteras (Xinjiang es una de ellas). Los aranceles comerciales son una línea peligrosa para el capital estadounidense, ya que está batallando por mantener la relevancia en un orden internacional en el que China está tomando progresivamente la delantera con nuevos acuerdos comerciales. El consenso neoliberal tiene una base profunda en el Partido Demócrata y los aranceles al estilo de Trump simplemente no forman parte de su repertorio. Sin embargo, las sanciones por razones “humanitarias” o de “seguridad nacional” han sido durante mucho tiempo una herramienta utilizada por ambos partidos y se puede argumentar que son más efectivas al tiempo que brindan la cobertura ideológica necesaria. De igual manera, espero que Biden continúe con la propaganda y la guerra psicológica contra China sobre cuestiones cruciales (Xinjiang, BRI, HK, Tíbet, Taiwán, etc.), ya que esto también favorece la línea de "intervención humanitaria" que el Partido Demócrata ha perfeccionado durante décadas. Finalmente, anticipo que Estados Unidos intentará  una estrategia de "contrapeso" a través de la profundización de las relaciones  con India, Japón y varios otros países de la región, al tiempo que se asegura de que los países indecisos no se "desvíen" demasiado hacia China. En este contexto, la Iniciativa de la Franja y la Ruta será un enfoque primordial para los EE.UU.

Probablemente, la señal más reveladora de la intención de Biden hacia China está plasmada en la elección de Kurt Campbell para el cargo de Coordinador  de la estrategia Indo-Pacífico dentro del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés). Campbell fue uno de los arquitectos clave del infame "Pivote Asiático" de Obama, que reposicionó los activos imperiales y la atención de Estados Unidos hacia el Pacífico (léase: China). El resultado de este giro fue el reforzamiento de las alianzas colaboracionistas en Asia para trasladar parte de la responsabilidad de "manejar" el ascenso de China a otros países.

Campbell tiene una larga historia en el sistema imperial de los Estados Unidos, como se detalla en un artículo reciente del Daily Beast. Campbell fue también cofundador del CNAS, un pequeño think tank de los tantos que proliferan en Washington DC. CNAS cuenta entre sus donantes con el elenco habitual de participantes:

CNAS es relativamente pequeño, con unos 30 empleados y un presupuesto por debajo de los $ 6 millones. Entre los donantes más importantes de la organización sobresalen, Northrop Grumman Aerospace Systems, Open Society Foundation, Airbus Group, The Boeing Company, Chevron Corporation, Lockheed Martin Corporation, Raytheon Company, the Taipei Economic and Cultural Representative Office, the United States government, BAE Systems, BP America and Exxon Mobil Corporation.

Si Biden quisiera indicar una disminución de las tensiones entre Estados Unidos y China, Campbell no habría sido seleccionado para este papel.

Además, es importante recordar que la ruptura de “The Bargain” entre Estados Unidos y China (ver mi ensayo, La guerra contra China) tiene causas ideológicas y materiales de larga duración. De hecho, el “Pivot Asiatico” en sí mismo puede verse como una encarnación moderna de la estrategia a largo plazo de los Estados Unidos de contención de China, que se remonta al menos a la década de 1960 y las guerras estadounidenses contra Vietnam y en todo el sudeste asiático.

El deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China puede entenderse en gran medida como el reconocimiento del capital estadounidense de que las reformas de mercado de la economía china no lograron derrocar al PCCh ni al sistema de gobierno de la República Popular China. Por el contrario, estas reformas fortalecieron la legitimidad del PCCh ante los ojos del ciudadano chino promedio, ya que fueron testigos de un crecimiento sin precedentes en la riqueza pública, los ingresos, la infraestructura y en la estatura de China en las relaciones internacionales.

Aún más fundamental, esta "Nueva Guerra Fría" o guerra híbrida contra China puede verse como una reacción a la declinante capacidad del imperio estadounidense para extraer enormes beneficios de China. Un estudio de gran relevancia de Zhiming Long y varios colaboradores, el cual se publicó en Monthly Review en octubre, proporciona evidencia empírica sobe esta afirmación. Los autores encontraron que Estados Unidos ha dependido, durante décadas, de la explotación de China en la forma de un intercambio desigual. Sin embargo, en los últimos años China ha revertido este intercambio desigual. Ellos encontraron que “China ha logrado reducir la importancia de este intercambio desigual, con su desventaja en la transferencia de riqueza disminuyendo gradualmente: la proporción de esta transferencia desfavorable en el valor agregado chino cayó de -3.7% a -0.9% entre 1995 y 2014 ".

Los autores plantean además la hipótesis de que “la guerra comercial lanzada por Washington contra Pekín, en el contexto de la 'Nueva Guerra Fría', podría interpretarse como un intento de la administración Trump de frenar el lento y continuo deterioro de los beneficios que Estados Unidos ha logrado extraer de su comercio con China durante al menos cuatro décadas, y así también mantener su hegemonía mundial que se desmorona”. Encuentro convincente esta hipótesis. Sin embargo, lo que también indica es que, la ruptura del trato entre Estados Unidos y China tiene bases materiales que van más allá de la ideología. Esto representa una contradicción que debe resolverse en el sistema mundial si Estados Unidos desea mantener su papel hegemónico.

Con ese fin, creo que es un error poner demasiado énfasis en el individuo en particular que administra el imperio estadounidense y, en cambio, fijar la atención en sus imperativos estratégicos fundamentales. Estoy bastante seguro de que el propio Trump no formuló la estrategia actual de Estados Unidos sobre China y creo que Biden se apoyará en gran medida en estrategas como Campbell a medida que responden a los cambios tectónicos que se están produciendo actualmente en el sistema mundial. Si bien las tácticas pueden evolucionar, los objetivos estratégicos seguirán siendo los mismos, como lo han sido durante décadas.




Publicado por La Cuna del Sol

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