sábado, 23 de enero de 2021

Las lecciones inmediatas de la historia en los Estados Unidos

Nadie jamás se imaginó que los Estados Unidos bajaran al sótano pero, increíblemente, sucedió. Nada es eterno. Todo cambia de un momento a otro y las consecuencias de ese evento todavía no han sido debidamente ponderadas.

 

LAS LECCIONES INMEDIATAS
DE LA HISTORIA EN LOS ESTADOS UNIDOS



Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político                      La Cuna del Sol

No hay escribano que no se eche su borrón. Los Estados Unidos, una de las democracias burguesas más estables del mundo, tuvo su desliz. Como que las fajas transmisoras que mueven las ruedas de los engranajes se reventaron de repente, se desgraparon, y  las ruedas del sistema no se movieron más. El dinero, la riqueza financiera, cuando es mal conducida, también mata. De nada sirvió ser el país más poderoso del mundo  -al menos todavía hace un año lo era, sin duda-  pero la debacle tocó a las puertas de esta gran país y el Tercer Mundo político fue su realidad cuando las hordas fascistas irrumpieron violentamente en la sede del poder político, el Capitolio de Washington.

Nadie jamás se imaginó que los Estados Unidos bajaran al sótano pero, increíblemente, sucedió. Nada es eterno. Todo cambia de un momento a otro y las consecuencias de ese evento todavía no han sido debidamente ponderadas. No se ha hecho el balance debido. Se ha perdido la fe en un país. La confianza en un Estado. Y el camino del descenso posiblemente ya no será estrepitoso, pero es inevitable.

Los Estados Unidos están en decadencia y nada como las extremas derechas para destruir lo que tanto ha costado a generaciones de esforzados y dignos ciudadanos que con el trabajo lograron construir la gran nación que fue el coloso del norte. Ahora el camino es arduo y fragoso pero hay certeza en lo que se está haciendo y recuperando. La propuesta de una reforma migratoria de hondo contenido, en tanto Obama no sea el principal consejero en ese sentido. La reinserción en los Acuerdos del cambio climático de París, la recuperación de la confianza y la seguridad internacional con la recuperación de los acuerdos sobre la reducción de armas estratégicas conocidos como START III, suscritos en 2010 entre el presidente ruso Dimitri Medvedev y Barack Obama para poner fin al crispante período de la Guerra Fría.

Todo lo desmanteló el idiota Donald Trump como si lo acordado no hubiese tenido un alto costo en dinero y tiempo. Las perspectivas económicas de los Estados Unidos no son nada halagüeñas, la catástrofe financiera tantas veces anunciada está a la vuelta de la esquina porque no se pueden seguir imprimiendo dólares para rellenar el gran hoyo fiscal y financiar el presupuesto exponencialmente creciente cada año de esa manera con dinero de riqueza ficticia. Eso en algún momento iba a llegar a su fin y los estragos en todos los órdenes de la vida económica serán devastadores. La vida social en su conjunto se verá afectada y Biden está empezando con celeridad la reconstrucción de todos los órdenes de la vida institucional y social de los Estados Unidos. Ya no hay tiempo para equivocaciones ni para seguir guerreando.

El fin de los sueños imperialistas, hegemónicos, llegaron de la manera menos pensada. Inopinadamente ese mundo que fuera la esperanza para los migrantes de todo el mundo ya no puede ni con su propia realidad interior, por eso la razón de que las migraciones masivas centroamericanas están sin futuro. Los Estados Unidos no quieren en estos momentos migraciones en bruto, sino gente debidamente formada para impulsar de manera cualitativa el aparato productivo. Hay suficiente mano de obra no calificada al interior de los Estados Unidos y no se quieren más personas en esa condición. Por eso, el camino para los Estados Unidos es, de veras, promover los cambios, las reformas estructurales creíbles en Guatemala, El Salvador y Honduras para que las personas sin esperanza puedan construir un mejor futuro.

A la corrupción política debe combatírsele sin tregua como acción inicial para corregir todo lo demás: narcotráfico, desempleo, migraciones desordenadas y, sobre todo, destrucción de las endebles democracias subsidiadas del Triángulo Norte. Solo así, corrigiendo lo interno y lo cercano a ellos los Estados Unidos podrán salir adelante. Antes era poca cosa Centroamérica, ahora es crucial con su miseria, la cual determina la vida de la región. O tapona Biden los agujeros del bote estadounidense que hace aguas o nos vamos todos al fondo en un inmenso dolor que no puede ser fácilmente cuantificable.




Publicado por La Cuna del Sol

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