Los conceptos de “futuro” y
“libertad”, que pomposamente ha utilizado Cedice para el evento, no son el
problema; el problema es si ese “futuro” y esa “libertad” están pensados para
las mayorías populares de nuestros países, o sólo para aquellas elites que
quieren volver a ejercer su pleno dominio sobre todas las área de la vida
social, económica y política de la región, tal como hicieron en la década del
90´. Vargas Llosa, de acuerdo a sus constantes diatribas en contra de los
gobiernos posneoliberales, y a su participación en este tipo de eventos, se
inclina con claridad por esta segunda –y anacrónica- opción.
LOS ANACRONISMOS DE VARGAS
LLOSA
Por: Juan Manuel Karg
A una semana del fallecimiento de Gabriel García Márquez, que conmocionó a
toda América Latina, otro Premio Nobel de Literatura fue noticia: esta vez el
conservador Mario Vargas Llosa, en las antípodas ideológicas de Gabo, inauguró
en Caracas un encuentro titulado “América Latina: la libertad es el futuro”,
realizado en conmemoración los 30 años de la organización Centro de Divulgación
del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice).
Antes de su llegada a Caracas, Vargas Llosa manifestó que “mi impresión es
que Venezuela ha dejado de ser una democracia, el régimen se ha ido
endureciendo y ha reduciendo el espacio que le permitía a la oposición
manifestarse, sobre todo a través de los medios audiovisuales y la prensa”.
Días después, a su arribo al aeropuerto de Maiquetía, situado a unos 20 km del
centro de Caracas, lo esperaban una decena de medios de comunicación, los
cuales difundieron en vivo y en directo –y luego en reiteradas ocasiones- todas
sus ideas, demostrando a todas luces la incongruencia entre el mensaje que
pretendía dar y la realidad que allí acontecía.
El “manual” de la desestabilización política en nuestra región ha seguido
algunos parámetros determinados, tal como lo ha ilustrado el propio Gene Sharp,
entre ellos la denuncia de la ausencia de libertad de prensa y el rechazo a una
supuesta “única voz”, que estaría constituida, precisamente, por los gobiernos
posneoliberales. El dato no es casual: han sido estos gobiernos los que
impulsaron precisamente legislaciones que han ampliado el acceso a la
generación de medios de comunicación populares, en detrimento de diversos
monopolios informativos privados. Son estos medios masivos, entonces, los que
bajo un pretexto de “ausencia de libertad de prensa” siguen pujando por
mantener –o incluso ampliar- la concentración mediática que tienen, intentando
“no perder” los privilegios conquistados durante las administraciones
neoliberales.
¿Cómo es el “mapa de medios” de Venezuela hoy? 65% medios privados, 31%
medios comunitarios, y sólo 3% de medios estatales, según informó recientemente
el analista Luis Britto García, un reconocido estudioso del tema, referencia en
el ámbito nacional e internacional. Son estos fríos –y sólidos- datos que
rebaten velozmente el argumento de una concentración mediática “monstruosa” en
manos del Ejecutivo. De esto, vaya a saber si por falta de información o
simplemente para ocultar una realidad, Vargas Llosa no ha dicho nada durante su
paso por Caracas.
Cuando hablar de futuro significa hablar de pasado
Alguna vez Hugo Chávez, polemizando en un programa de televisión con el
empresario argentino Mauricio Macri –ahora Jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires-, afirmó que “el pasado es parte del presente. No se puede manejar
en el presente sin entender el pasado. Y sobre todo hoy en América Latina,
porque el pasado es terrible. Todo ese plan neoliberal que nos vendieron:
vendían a Argentina como el modelo, y ahí está el resultado”. Esas palabras, en
mayo de 2003, tras la asunción de Kirchner, eran respuesta a una idea que Macri
había llevado allí en plan propositivo: “hay que dar vuelta la página, mirar al
futuro”.
¿Por qué este ejemplo? Porque es indudable a esta altura que las fuerzas
conservadoras de la región han cambiado el discurso, y tras un velo de
“novedad” -y a veces hasta “apolítica”-, apuntan a intentar frenar el proceso
de cambios abierto por distintos gobiernos de orden posneoliberal. El discurso
pronunciado por Vargas Llosa en el evento es interesante para analizar: allí,
tras denunciar un supuesto “anacronismo radical” por parte del gobierno de
Maduro, el escritor peruano advirtió que “hay una peste que se puede extender
por la región (…) La utopía estatista tiende a ser expansiva”. Es decir: de ese
pensamiento se deduce que la política “novedosa” que nos brindaría la libertad
es una masiva liberalización comercial, frente a una supuesta concentración estatal
que es, de acuerdo a esta lógica de razonamiento, “ineficiente”.
¿No ha experimentado ya América Latina las consecuencias de una amplia
política de liberalización comercial, durante la década del 90´, que vino
acompañada de una oleada de reformas estatales, privatización de servicios
públicos y aumento de desempleo en la mayor parte de nuestros países? ¿Hay algo
más “anacrónico” que creer en las supuestas bondades de la “teoría del
derrame”, criticada por Francisco por no haber sido demostrada en los hechos
-tal como afirmó el primer Papa latinoamericano en su Exhortación Apostólica-?
Los conceptos de “futuro” y “libertad”, que pomposamente ha utilizado Cedice
para el evento, no son el problema; el problema es si ese “futuro” y esa
“libertad” están pensados para las mayorías populares de nuestros países, o
sólo para aquellas elites que quieren volver a ejercer su pleno dominio sobre
todas las área de la vida social, económica y política de la región, tal como
hicieron en la década del 90´. Vargas Llosa, de acuerdo a sus constantes
diatribas en contra de los gobiernos posneoliberales, y a su participación en
este tipo de eventos, se inclina con claridad por esta segunda –y anacrónica-
opción.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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