Para los neoconservadores la
mayor afrenta de Putin es haber ayudado a Obama a evitar las guerras en Siria e
Irán, así como el haber recriminado duramente a Netanyahu y al príncipe Bandar
de Arabia Saudita sus provocativas acciones en el conflicto armado de Siria,
esas actuaciones del presidente ruso lo pusieron en la mira de gente muy
poderosa.
LOS INCANSABLES
NEOCONSERVADORES Y PUTIN
Hace unos días nos referimos al hecho de que el presidente de Rusia,
Vladimir Putin le había ofrecido a su homólogo en la Casa Blanca, Barack Obama,
de nuevo como en Siria, la posibilidad de una salida negociada al conflicto de
Ucrania, exacerbado ahora por la anexión oficial de Crimea a la Federación Rusa
después del referendo celebrado en la estratégica península y en el cual la
mayoría de la población votó para convertirse en parte de Rusia, como
lo había sido antes de la decisión de Nikita Krushov de cedérsela a Ucrania en
1954.
Las enardecidas reacciones de la jauría neoconservadora a la rápida movida
de Putin de anexar Crimea no se hicieron
esperar, y Obama sometido a una intensa presión, inmediatamente cumplió con sus
amenazas de represalias contra varios funcionarios rusos. En todas partes en
los círculos de poder de Occidente, pero especialmente en Washington, los
decibeles del tono de las amenazas han alcanzado niveles de histeria
incontrolable entre políticos y comentaristas de todos los medios de desinformación
estadounidenses que exigen del presidente Obama asumir una posición acorde con
su papel de líder de la mayor potencia del mundo y declare medidas más
drásticas y si es posible la confrontación militar para poner al criminal del
Kremlin en su lugar. En las páginas editoriales del New York Times y del
Washington Post, por ejemplo, connotados neoconservadores han escrito que el
único lenguaje que Putin entiende es el de la fuerza y el poder y que para
detenerlo en su posterior aventurismo en Ucrania el presidente Obama tendrá que
responderle en el idioma que entiende el presidente ruso.
La hostilidad y el odio de los neoconservadores hacia Putin se desprenden
del el obstáculo que el hombre del Kremlin ha representado a sus planes
intervencionistas y de “cambio de régimen” tanto en Siria como en Irán. No le
perdonan el haber descarrilado esos planes, el haberse convertido en el factor
determinante que evitó que el “guerrero renuente” de la Casa Blanca se
haya echado atrás y renunciara a último
momento materializar con una lluvia de misiles su amenaza de la línea roja después
de los ataques con armas químicas que causaron centenares de muertos en los
alrededores de Damasco, y de los cuales fraudulentamente se quiso culpar al
gobierno de Assad. Tampoco la “clica” de neoconservadores-sionistas de
Washington le perdonan a Vlad, que ha instancias suyas se haya logrado alcanzar
el acuerdo interino entre Irán y el G5+1 en torno al programa nuclear iraní por el
cual la Republica Islámica ha suspendido temporalmente las actividades de
enriquecimiento nuclear a cambio de un mínimo relajamiento del asfixiante embargo
económico que le ha sido impuesto por los EE.UU y sus aliados europeos. Para
estos ideólogos neoconservadores, proponentes de la guerra como el único medio
de lograr el cambio de régimen y por ende la supremacía absoluta de los EE.UU e
Israel en el Oriente Medio, Putin se ha convertido en la mosca en la sopa
que en esta ocasión les ha arruinado su
gran sueño de caminar triunfantes por las calles de Teherán. Eso los hacía
delirar en los años de G.W. Bush cuando en la preparación del blitzkrieg
estadounidense en Irak exultantes acuñaron aquella frase de que “cualquiera
puede ir a Irak, solo los hombres con cojones van a Teheran” ("Anyone can
go to Baghdad, real men go to Tehran").
Pero Los neoconservadores que desde el inicio de su trayectoria ha
demostrado una enorme capacidad para permanecer vigentes, no se darían por
vencidos y continuarían con sus campañas de desestabilización y de cambio de
régimen, esta vez en Ucrania que todavía estaba pendiente, pues la Revolución
Naranja no había respondido a sus grandes expectativas de desestabilizar y
truncar el renacer y la amenaza en ciernes del poder ruso simbolizado en la
figura del malvado Putin.
Los neoconservadores a quienes algunos daban como una especie en extinción
como resultado del fiasco de la guerra de Irak cuando su gran estrategia en el
Oriente Medio quedó desacreditada ante muchos estadounidenses que
consideraban esa política de cambio de régimen en países opuestos a Israel una
pesadilla sin fin, de muerte y destrucción, no estaban acabados y aun después de esa catastrófica
experiencia siguieron teniendo influencia en la política exterior de los EE.UU
ya que se habían posicionado muy bien y controlaban instituciones financiadas
por el gobierno, como la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus
siglas en ingles), y se desempeñaban en posiciones prominentes en think tanks
como el American Enterprise Institute, el Council of Foreign Relations y el Brookings
Institution, además seguían teniendo aliados muy poderosos en el congreso, como
los senadores McCain, Lindsey Graham y Joe Lieberman y tenían una presencia muy
significativa como comentaristas en los programas televisivos y en las páginas
de opinión de medios tan importantes como el Washington Post que se ha
convertido en un virtual reducto neoconservador desde donde se agita a favor
del intervencionismo militar de los EE.UU.
Con la llegada de Obama a la presidencia y su declarada intención de romper
con las política exterior de G.W. Bush basada en el uso de la fuerza militar
como medio para intimidar y someter a la naciones que se oponían a su agenda de
dominio geopolítico y geoestratégico, se pensó que habría una desbandada
neoconservadora -algunos ciertamente hicieron maletas y buscaron empleos en
think tanks y ONGs afines a su la ideología- pero los neoconservadores desde
que emergieron a finales de 1970 y principios de 1980, como una fuerza notable
en Washington, se habían convertido en miembros privilegiados en los círculos
de poder y eran admirados y temidos por su ferocidad intelectual pero más que
todo, por su capacidad de sobrevivencia en el largo plazo. Ellos se habían
garantizado el acceso al dinero del gobierno, incluyendo los abundantes
recursos monetarios de la NED cuyo presupuesto se había incrementado a más de
100 millones de dólares durante el régimen de G.W. Bush. NED que fue fundada en
1983 desempeña de forma abierta, a través de la financiación de numerosas ONGs,
el trabajo de “promoción de la democracia” –eufemismo por desestabilización y
cambio de regímenes- que la CIA había realizado por mucho tiempo en forma secreta
en varios países del mundo. Pero en realidad una buena parte del dinero de NED
es destinada a las ONGs en Washington, lo que significa que esos fondos
sirvieron de gran alivio para los neoconservadores que se quedaron sin trabajo
tras la llegada de Obama, quien a pesar de su supuesta oposición a la obsesión
guerrerista de los neoconservadores, no tuvo la valentía para purgarlos de su
gobierno.
Los neoconservadores quienes se habían ubicado en puestos importantes
dentro del gobierno de los EE.UU, desempeñándose como funcionarios públicos o
como oficiales en el servicio de relaciones exteriores, permanecieron como una
fuerza en la retaguardia en busca de nuevos aliados y dejando pasar el tiempo
pacientemente. La estrategia de Obama de formar un gobierno (un “equipo de
rivales”, al estilo de Abraham Lincoln) con remanentes de la época de G.W.Bush,
como el republicano y aliado de los neoconservadores, Robert Gates en el
Departamento de Defensa y el nombramiento de la guerrerista y favorita de los
neoconservadores, Hillary Clinton en el Departamento de Estado, no pudo haber
llegado en un mejor momento para los neoconservadores, ellos probablemente
nunca esperaron tanta suerte.
La decisión de Obama de incluir en su gobierno a simpatizantes de los
neoconservadores, como Gates y Clinton resultó, primero, en que notables neoconservadores como
Frederick Kagan con la colaboración de los dos anteriores más la participación
del general Davis Petraeus (favorito de los neoconservadores) terminaran
acorralando y convenciendo a Obama para que enviara más tropas a Afganistán imitando
la “oleada” (“the surge”) de G.W. Bush en Irak. Según algunos relatos Obama
inmediatamente lamentó esa decisión que terminaría agravando la guerra
en ese país con los resultados ya conocidos. Otro resultado de la decisión de
Obama de formar un gobierno con un “equipo de rivales” fue que a instancias de Hillary Clinton, otros
neoconservadores como Robert Kagan (coautor del Proyecto para una Nueva
Centuria Americana) y su esposa Victoria Nuland fueran empleados en puestos de
mucha influencia dentro del Departamento de Estado, el primero como un consejero
de la Foreign Affairs Policy Board y la segunda como vocera del Departamento de
Estado.
Como podemos ver fueron Gates, Petraeus y Clinton quienes les
proporcionaron a los neoconservadores un respiro vital y tiempo para
reagruparse y reorganizarse. Tras la salida de Clinton del Departamento de Estado
y la llegada de John Kerry -con la considerable ayuda del senador “bombas”
McCain- los neoconservadores estaban ya listos para retornar con todo el poder
y la influencia necesaria para dirigir la política de cambio de régimen en
aquellos lugares hostiles al designio imperial de los EE.UU. Victoria Nuland fue
promovida al cargo de asistente de la Secretaría de Estado para Asuntos
Europeos, desde donde personalmente se encargaría juntamente con el embajador
Pyat de poner en marcha el sueño largamente acariciado de los neoconservadores
de desestabilizar Ucrania e imponer allí un gobierno títere al servicio de
Washigton. En un comentario en el Washigton Post, en septiembre del 2013, el neoconservador y presidente de NED, Carl Gershman,
escribió que Ucrania se había convertido en el “premio mayor” pero que el
blanco más apetecible se encontraba más allá de Ucrania, Putin, quien, agregó
Gershman “podría encontrarse del lado perdedor no solo en las proximidades de
su frontera sino también dentro de Rusia propiamente. En otras palabras el
objetivo principal no es solamente el cambio de régimen en Kiev sino también en
Moscú. Los neoconservadores fantasean con eliminar al incomodo Putin, colocando
en su lugar a alguno de sus fantoches preferidos.
El papel de la Sra. Nuland en la campaña de desestabilización y
el posterior golpe de Estado que depuso al gobierno legítimo de Ucrania es
ampliamente conocido y no quedan dudas al respecto de su directa participación
en el complot, lo cual quedó evidenciado en las conversaciones filtradas entre
ella y el embajador Pyat, sobre los pasos a seguir para lograr el cambio de
régimen en Ucrania e interrumpir las estrechas relaciones que su gobierno
mantenía con Rusia, cuyo presidente, el insoportable Putin, estaba socavando la
estrategia neoconservadora de “cambio de régimen” en la importantísima región
del Oriente Medio.
Para los neoconservadores la mayor afrenta de Putin es haber ayudado a
Obama a evitar las guerras en Siria e Irán, así como el haber recriminado
duramente a Netanyahu y al príncipe saudita Bandar sus provocativas acciones en
el conflicto armado de Siria, esas actuaciones del presidente ruso lo pusieron
en la mira de gente muy poderosa. De no haber sido por Putin los
neoconservadores, juntamente con Israel y Arabia Saudita, abrigaban la esperanza de que Obama atacara a
Irán y Siria abriendo la puerta para más cambios de régimen en todo el Oriente
Medio, una aspiración central de la estrategia neoconservadora desde la década
de los 90.
La arrogancia y el desprecio que los neoconservadores manifiestan por los
intereses de los otros son legendarios, asumen que el poderío militar
estadounidense y otros medios coercitivos tienen que ser utilizados sobre
aquellas naciones que no se doblegan a sus ultimátums o que resisten las
maniobras golpistas orquestadas por los EE.UU.
Frustrados y encolerizados por las intolerables acciones de Putin en el
Oriente Medio, los neoconservadores
decidieron llevar su estrategia geopolítica a la propia frontera de
Rusia. La idea era que al deponer violentamente al legitimo gobierno de
Ucrania, Putin, debido a su interferencia con el sueño neoconservador del “cambio
de régimen” en Irán y Siria, saldría con un moretón en un ojo. Pero el
contraataque de Putin en la península de Crimea, algo que probablemente no
esperaban, los ha dejado paralizados de la furia, vociferando a los cuatro
vientos contra la ilegalidad de la acción del presidente ruso y la indecisión
de Obama, a quien le exigen por todos los medios que vaya tras Putin escalando aún más la
crisis. Algunos de los neoconservadores más prominentes incluso consideran el
derrocamiento de Putin como un paso crucial hacia el restablecimiento de la
preeminencia de su agenda. El neoconservador Carl Gershman, presidente de NED,
escribió en el Washigton Post que, “la decisión de Ucrania de unirse a Europa
acelerará el fin de la ideología del imperialismo ruso que Putin representa…. Los
rusos también, tienen que escoger, y Putin podría encontrarse del lado
perdedor”…
Los dramáticos eventos tras la caída del presidente de Ucrania les ha dado
a los neoconservadores, por lo menos, la
oportunidad de profundizar la animosidad entre Obama y Putin. Ellos esperan
neutralizar a Putin como aliado de Obama en Siria e Irán donde el presidente
ruso ha sido vital en reducir el riesgo de una intervención militar directa de
los EE.UU. Obama es un imperialista y un excepcionalita convencido, pero
contrario a los impulsos de macho guerrero de su antecesor G.W. Bush, prefiere
lograr sus metas a través del uso del poder blando y liderando desde atrás
(Libia), sabe que una confrontación directa con Rusia seria de consecuencias
catastróficas y mancharía por siempre el legado del primer presidente negro en
la historia de los EE.UU.
Recientemente Obama ordenó el cierre y la expulsión de todo el
personal de la embajada de Siria en los EE.UU y ha expresado que no hay certeza
de un acuerdo definitivo con Irán y de que todas las opciones siguen estando
sobre la mesa, incluyendo la militar, para evitar que Irán adquiera armas
nucleares y se convierta en una amenaza para la existencia de Israel. Además en
su reciente visita a Arabia Saudita prometió incrementar la ayuda a la
oposición armada que busca derrocar al presidente Assad. Otros eventos en
Siria, como las últimos ataques militares de Israel sobre posiciones del
ejército sirio y la participación de Turquía ayudando militarmente a los
rebeldes en las zonas de combate de la frontera entre ambos países, sugiere que
Obama buscara confrontar y debilitar a Putin en esa región, evitando una
confrontación en el propio terreno ruso. Los incansables neoconservadores y sus
aliados en Israel y en Arabia Saudita
continuaran con su ofensiva belicosa buscando el involucramiento militar
directo de Estados Unidos en Siria e Irán.
Actualización
Según informa Igor Pankratenko en Strategic
Culture Foundation:
Fuentes oficiales informaron que durante las negociaciones con el rey
Abdullah, el presidente Obama sólo rechazó la idea de ataques militares
directos de Estados Unidos contra Siria. Obama consideró todo lo demás,
incluyendo, de ser posible, la entrega de los Sistema de Defensa Aérea Portátil
(MANPADS, por sus sigla en inglés) a los rebeldes. Los representantes de la
Casa Blanca no hablan claramente sobre esto; empiezan a mentir, pero la
cuestión en esencia puede considerarse resuelta. Después de las negociaciones,
está claro que este verano Riad y Washington, en colaboración con otros “amigos
de Siria”, trataran una vez más de usar
armas para “cerrar el tema” de al-Asad y de la República Árabe Siria en su
actual forma...
Como resultado de la visita de Obama a Arabia Saudita hay noticias para
Rusia. La era en que Washington y Riad estuvieron de acuerdo, aunque a
regañadientes, a la participación de Rusia en el proceso del Oriente Medio, con
Moscú teniendo el estatus indefinido de “copatrocinador de
la regularización pacífica”, ha concluido, y se terminó después del referendo
de Crimea y la reunificación de Crimea y Rusia. Todos los problemas a nivel
regional abordados en el Royal Garden en Riad se discutieron como si Rusia ya
no fuera un factor en la región, que Moscú era un obstáculo que debe ser
removido de la región de una vez y por todas. En cuanto a la cuestión de la
participación de Arabia Saudita en la contienda por la rebaja de los precios de
los recursos energéticos y de las monarquías del Golfo sustituyendo con su
petróleo y gas el volumen que Rusia en
este momento provee a otros socios estratégicos de los EE.UU, se decidió
tratarlo por separado. Esencialmente, los saudíes han dado su consentimiento al
respecto. La cuestión será resuelta a nivel de grupos informales de expertos,
que serán los que propongan un plan en esta contienda por los precios más
bajos. Rusia tiene aproximadamente un año para desarrollar y poner en práctica
contramedidas en el ámbito de la estrategia energética. Más tarde, cuando los
acuerdos informales se formalicen en los planes y protocolos, Rusia podría
terminar en una posición defensiva, que es claramente peor...
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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