Si 1905 en San Petersburgo,
o 1968 en París, o 1986 en Manila nos han enseñado algo es que, un verdadero
cambio político necesita más combustible que la buena voluntad de las masas.
Las clases indeseables no se liquidan voluntariamente; el poder establecido no
es anulado con rosas amarillas.
EL SIGNIFICADO DE LA
PLAZA TIANANMEN
Por Alexander Cockburn
Alexander Cockburn nació el
6 de junio en 1941. Hoy habría sido su cumpleaños número 73, siempre un momento
festivo en Petrolia. En honor al cumpleaños de Alex (y el aniversario de las
protestas de la Plaza de Tiananmen), estamos publicando una de sus columnas más
mordaces de la edición de The Nation del 12 de junio, de 1989. Jeffrey St. Clair
Paralizada por un millón de personas en la Plaza de Tiananmen, la prensa
parece impertérrita ante el hecho de que aunque algunos estudiantes quieren
claramente la democracia capitalista, otros cantan "La
Internacional". Trabajadores llevan fotos de Mao. Pero luego, estos
periodistas no parecen darse cuenta de mucho. ¿Cómo es que, si Deng Xiaoping ha
sido el hombre más odiado en China, hemos tenido que esperar a que un millón de
personas nos den las noticias?
Hablando como alguien que ha estado
en una multitud de un millón de personas -la manifestación en favor de la
congelación nuclear, celebrada el 12 de junio de 1982, en el parque Central de Nueva
York -no recuerdo que la prensa aquí se haya entusiasmado tanto ante la
participación de la gente. Algunos millones son más millones que otros.
Espero que Deng caiga y con él toda
su gente. Ellos promovieron las relaciones de mercado dentro de un Estado
autoritario, que es fascismo. Al menos Gorbachov lo está haciendo en la otra
dirección.
La última década ha significado la desgracia a largo plazo para la mayoría
de los campesinos y trabajadores chinos. La Thatcherización en el campo ha dado
lugar, como observa William Hinton en Monthly Review de marzo, a una dispersión
de los bienes sociales tan grande que "es dudoso que, en la historia del
mundo, algún grupo privilegiado haya adquirido más por menos." Los privilegiados
en este caso son aquellos -en su mayoría funcionarios del partido instados al pillaje
por el liderazgo- en mejor posición para saquear la economía pública.
Por lo que se refiere a los trabajadores urbanos, Jim Petras señala en un
excelente artículo en la edición de mayo/junio de Against the Current (7012 Michigan Avenue, Detroit, MI 48210) que ellos
están perdiendo los beneficios sociales del comunismo y logrando muy poco a
cambio, más allá de la "disciplina de mercado", la vinculación de los
salarios a los beneficios de un sistema de contratos que se remonta a la época
feudal.
Si 1905 en San Petersburgo, o 1968 en París, o 1986 en Manila nos han
enseñado algo es que, un verdadero cambio político necesita más combustible que
la buena voluntad de las masas. Las clases indeseables no se liquidan
voluntariamente; el poder establecido no es anulado con rosas amarillas.
"El poder del pueblo" puede cambiar la naturaleza del gobierno, pero
no la naturaleza del Estado, ya que si bien una masa de ciudadanos puede
detener a un ejército, como lo estipula el segundo artículo del Pequeño Libro
Rojo, "para hacer una revolución, se necesita un partido revolucionario.
"Y no hay un partido revolucionario al cual los estudiantes chinos puedan recurrir.
La palabra "democracia" siempre necesita notas al pie.
Recientemente hubo una elección democrática para la alcaldía de Los Ángeles.
Alrededor del 20 por ciento de los votantes elegibles participaron, y el
ganador fue un hombre, Tom Bradley, que en la parte más reciente de su larga estancia
en el Ayuntamiento ha representado mayormente las causas del negocio de bienes raíces
(locales, canadienses, japoneses), en cuyos intereses decenas de miles de las personas
más pobres de la ciudad están a punto de ser desalojadas de sus hogares.
Como concluyó Petras, "las líneas de clase están siendo trazadas en el
Este [es decir, China] entre los partidarios de la gestión del mercado y la
clase trabajadora defensora del colectivismo democrático. Es hora de que aquellos
de la izquierda en Occidente también se definan a sí mismos, porque la
experiencia histórica demuestra que uno no puede estar a favor del mercado y
del socialismo al mismo tiempo".
Tal vez se pueda hacer uso de algunos mecanismos del mercado dentro del
socialismo que lo harían funcionar mejor, pero eso no es lo que han sido las
"reformas" en China. Estas tienen que ver con la restauración del
capitalismo. Estoy de acuerdo con el punto de Petras.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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