Lo que era cierto para
Rusia, en términos del mito de la "capitulación" de Jruschov es
cierto en exceso para Irán: Como escribe Parsi, "hoy en día, otro, mito
igualmente destructivo se está forjando”. Ese mito es que las sanciones
paralizantes han hecho que el régimen iraní se ponga de rodillas, obligándolo a
correr a la mesa de negociaciones para pedir misericordia.
MITOLOGÍAS DE LA GUERRA FRÍA
Y
LAS NEGOCIACIONES IRANÍES
Por Alastair Crooke
¿Nos encaminaos hacia un "verano de descontento" caliente? Parece
que sí. La situación política geoestratégica sin duda tiene su aguja oscilando
ante la escalada de las tensiones, y está empujando hacia el “rojo” en los diversos
frentes.
Es evidente que la volátil y caótica imprevisibilidad de la crisis de
Ucrania continuará como el posible desencadenante de una confrontación entre
los EE.UU y Rusia -un conflicto “no deseado e innecesario", como
reprobatoriamente lo señala el decididamente pro-atlantista primer ministro de
Rusia, Dmitri Medvedev.
La oleada estadounidense dirigida al aislamiento y las sanciones contra
Rusia -llevadas en paralelo con la agresiva conducta "pasivo-agresivo"
de los Estados Unidos hacia China (como acusar a los funcionarios chinos con
-entre todas las cosas- de crímenes cibernéticos)- finalmente ha materializado el
"pivote" estratégico del Presidente Putin hacia China. Y (a pesar de
tanto, a priori, escepticismo occidental), parece que los insignificantes asuntos
a nivel mundial de una Ucrania en bancarrota pueden llegar a ser la gota que
colmará el vaso haciendo colapsar el orden mundial de posguerra: este reúne en una
sola fuerza a Rusia y China en una alianza de oposición al monopolio de EE.UU
sobre el orden internacional y el sistema financiero y marca el final de la
triangulación de los EE.UU, "por medio de la cual Estados Unidos ha sido
capaz de enfrentar a un poder contra otro.
El mega contrato del gas firmado entre Rusia y China no va a cambiar la
situación energética de Europa (el gas para China en su mayoría provendrá del
este de Rusia, mientras que el gas para Europa proviene de fuentes en el oeste
de Rusia), pero la importancia para Europa se encuentra más en el tipo de
moneda en el que está denominado (dólares o no), y también si Rusia tiene la
intención de vincular su putativo nuevo sistema de liquidación financiera al
sistema existente de China, el Union Paysettlement (el segundo mayor banco de
Rusia ya ha firmado un acuerdo con el Banco de China, que sortea el sistema de
liquidación internacional). Si el contrato de gas entre Rusia y China realmente
toma forma para cristalizar la jugada de estos Estados de distanciarse del
sistema financiero dominado por los
EE.UU, entonces las consecuencias son realmente enormes.
El presidente Obama podría, instintivamente e intelectualmente, muy bien
detectar el calentamiento que ocurre en el orden geopolítico y entender sus
posibles riesgos mejor que muchos, pero es evidente que él está a la defensiva
políticamente (bajo fuertes presiones domésticas). En consecuencia, tiene que prestar
obediencia al mito de cómo la Guerra Fría fue ganada por los Estados Unidos,
particularmente en el tratamiento de temas tan emotivos domésticamente, como
las reacciones de Rusia en Crimea y Ucrania.
Trita Parsi , escribiendo en el contexto más reducido de las negociaciones
con Irán, comienza por señalar que, en "lo que es tal vez el mito central
de la Guerra Fría, el presidente John F. Kennedy, se dice, intimidó a Nikita Jruschov durante la Crisis de
los misiles de Cuba ; y se negó a ceder ni un milímetro ... forzándolo
[Kruschev ] a capitular ... [En la tradición estadounidense] Khrushchev dio
todo, y Kennedy no dio nada ... En realidad, por supuesto, Kennedy hizo un
compromiso. Sólo retirando discretamente sus misiles Júpiter de Turquía, hizo que
Estados Unidos evitara una confrontación nuclear con la Unión Soviética”. Pero las
concesiones de Kennedy se mantuvieron en
secreto por varias décadas. Y para el momento en que se dio a conocer, el mito
se había vuelto tan fuerte que la verdad no podía desbancarlo. “Este falso
estándar”, según Leslie Gelb del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus
siglas en inglés), se ha convertido en el "estándar de oro" del arte
de gobernar de los E E.UU: Nunca comprometerse, sólo mira a tus enemigos y
oblígalos a rendirse”. Obama, y otros "no creyentes", como Dempsey ,
pueden adoptar una visión más matizada de las capacidades de los Estados Unidos,
pero no obstante son necesariamente
cautivos, políticamente, a este mito omnipresente.
El pueblo ruso, naturalmente, tienen su propia (muy diferente) narrativa de
esta seminal crisis cubana, y no sienten en absoluto que la URSS “capituló”, ni
en ese momento (durante la crisis cubana), ni tampoco como resultado de la
guerra fría. La mayoría no consideran que hayan sido vencidos por los méritos
superiores del modelo estadounidense de sociedad. Y, al igual que a los
alemanes les molestaba el acuerdo post-Primera Guerra Mundial (la dispensación
de Versalles), de la misma manera a los rusos les indigna los términos de la
dispensación de la posguerra fría y su tratamiento como un pueblo derrotado.
En relación a este punto, el analista francés Philippe Grasset
correctamente ha observado que, aunque en condiciones muy diferentes, los
mismos sentimientos se aplican a China: el sentir en China, escribe, es el de
"enfrentar dinámicas irresistibles y antagónicas, a las cuales, ninguna de
las dos potencias (China y Rusia) pueden encontrar la clave [para mitigar sus
efectos]". "!Dios lo sabe, al igual que Rusia, los chinos quieren
hacer todo lo posible a fin de evitar este tipo de confrontación! Pero nada, absolutamente
nada, parece ayudar".
Las actuales amenazas contra Rusia parecen haber movido a ambos a la acción:
tenemos el acuerdo del gas de treinta y un año de duración entre Rusia y China
que había sido pospuesto por mucho tiempo, y al mismo tiempo, tenemos al
general Fang (inusualmente para un funcionario chino, y un invitado en
Washington ) rechazando abiertamente la participación de EE.UU o la mediación
en los mares del sur de China, diciéndole a Washington con firmeza:
"Nosotros [en China] no ocasionamos problemas. Nosotros no creamos
problemas. Pero no le tememos a los problemas". Todo esto ha llevado a la
revista Forbes, citando una serie de análisis iluminados, a predecir que una
alianza entre Rusia y China está emergiendo, y será un desastre para el
Occidente.
"Durante gran parte de las últimas dos décadas, los liberales rusos le
han estado diciendo a sus interlocutores occidentales que empujar a Rusia
demasiado duro o haciendo caso omiso de sus intereses, provocaría que Moscú
busque una relación más estrecha con China", escribe Dmitri Trenin,
director del Centro Carnegie de Moscú, añadiendo que todas sus advertencias han
sido desestimadas. "[Ahora] ante la presión geopolítica liderada por
Estados Unidos en Europa del Este y Asia del Este, Rusia y China son propensos
a cooperar aún más estrechamente... Tal resultado con toda certeza beneficiaría a
China, pero le dará a Rusia la oportunidad de resistir la presión geopolítica de
los EE.UU, compensando la reorientación energética
de la UE que se avecina, el desarrollo de Siberia y el Lejano Oriente, y
vincularse con la región Asia-Pacífico. Los sobrevivientes liberales rusos de
la década de 1990 [es decir, los atlantistas] seran los últimos en reír, antes
de extinguirse”.
Y aquí -con los liberales soltando una última carcajada irónica,
"antes de desaparecer"- yace precisamente el vínculo para el Medio
Oriente. También en este caso, promete ser un verano largo y “caliente”. La
Administración de EE.UU permitirá que más armas lleguen a Siria, sin embargo,
la Administración no considera que esta acción vaya a lograr su objetivo
primordial de derrotar a los grupos yihadistas Takfiris. (Encontrar una
solución a la cuestión de Siria ahora ha retrocedido en la lista de prioridades
de los Estados Unidos). La adición de más armamento tiene que ver, sobre todo,
con apaciguar el aumento de las críticas internas en EE.UU sobre la de
debilidad estadounidense en Siria (es decir, de la falta de asertividad
estadounidense haciéndose sentir incómodamente sentado con su mito de la Guerra
Fría de “exigir y conseguir”).
La verdadera comprensión de la situación por parte de la administración de
Obama, sin embargo, se refleja más claramente por su (ahora) prioridad
colateral para mantener el ejército y las instituciones de Siria, libres de
obstáculos e intactos. En pocas palabras, esto nos indica que los responsables
políticos de EE.UU creen que únicamente el ejército sirio puede derrotar a los
yihadistas (como está ocurriendo) -y las armas extra para los "moderados"
no son más que la utilería para una pieza de teatro político (pero no obstante
acarrea presagios de más sufrimiento real para los sirios). Los "moderados"
de Siria probablemente verán confirmado su creciente cinismo -antes de que también
se extingan: El daño colateral en el nuevo gran plan de los EE.UU para la derrota de los yihadistas.
Con respecto a Irán y las negociaciones con el P5 +1, hay similitudes con
la tendencia de la opinión en Rusia y China acerca de cómo manejar este "estándar
de oro del arte de gobernar" estadounidense, pero también algunas disimilitudes.
También en este caso, existe la posibilidad de un "verano de descontento",
y también en este caso existe la probabilidad de realineamiento estratégico -o
más bien, con mayor precisión, los alineamientos que ya están en marcha. Por lo
general en Irán, el consenso es que entre más tiempo persistan las tensiones
sobre Ucrania, más ventajosa será la crisis para los intereses de Irán.
En gran parte de Washington, sin embargo, el relato se lee inversamente:
que la crisis en Ucrania (es decir, cualquier aislamiento de Rusia) es una
oportunidad para que occidente aparte a Irán de la esfera de influencia rusa, y
así de esta manera ampliar y profundizar el "aislamiento" de Rusia.
Y aunque el supuesto "aislamiento" de Rusia puede ser más deseo
que realidad, la mala interpretación implícita inherente a la noción de que Ucrania
representa una "oportunidad" para occidente para remodelar
geoestratégicamente a Irán constituye otra mina terrestre preparada para
explotar este verano.
Lo que era cierto para Rusia, en términos del mito de la
"capitulación" de Jruschov es cierto en exceso para Irán: Como
escribe Parsi, "hoy en día, otro, mito igualmente destructivo se está
forjando”. Ese mito es que las sanciones paralizantes han hecho que el régimen
iraní se ponga de rodillas, obligándolo a correr a la mesa de negociaciones
para pedir misericordia. En esta narrativa, el avance en las conversaciones
nucleares se le atribuye a la presión económica sin precedentes de la
administración de Obama, que esencialmente ha bloqueado a Irán del sistema
financiero internacional. Y al igual que JFK antes que él, Obama no se comprometió
con Irán. El mítico estándar de oro [el arte de gobernar estadounidense] se cumplió”.
(Parsi continúa presentando un caso importante explicando el por
qué el mito de que las sanciones llevaron a Irán a la “mesa de negociaciones”
no es cierto).
Pero la “narrativa” estadounidense es más que sólo haber “intimidado” al
liderazgo iraní, y de los iraníes de ser un "pueblo derrotado". Y
aquí quizás, iraníes bien intencionados le han añadido su propia contribución y
giro: un matiz con la intención de ayudar, tal vez, pero que puede terminar
contribuyendo al fracaso final de las conversaciones -y también a su propia
“extinción” política.
La adicional narrativa liberal iraní
tal y como se oye en los EE.UU y Europa (en sentido amplio) es que a
pesar de las "fraudulentas" elecciones del 2009, los reformistas se
las arreglaron para lograr un “regreso” sorprendente -gracias en gran parte a
la inesperada buena fortuna, al haberse involucrado los conservadores en una
pelea equivocada de "votación estratégica"- una estrategia del voto
cruzado que rebotó espectacularmente contra ellos. En resumen, los
reformistas son presentados como “verdosos”, pro-occidentales, pragmáticos
económicos, con los que occidente debe tratar. Es en el interés de occidente hacer
esto, argumentan, porque una negociación nuclear exitosa, entronizaría a los
“pro-atlantistas” en el poder en Teherán en la próxima década o algo así.
Para ser justos, muchos de estos interlocutores que, sin duda, tienen
conexiones en Teherán son sinceros, y creen que este “giro” ayudará a Irán a
lograr un acuerdo que finalmente levante las sanciones-, así como permitiendo
mejores y más cosmopolitas “estilos de vida” para ellos y sus colegas. Pero las
fallas de esta narrativa son obvias: los datos en los que la narrativa se apoya
para montar su tesis del “regreso reformista estratégico" (es decir, los
sondeos de la Universidad de Teherán), paradójicamente, se extraen del mismo renombrado instituto de encuestas que
antes había demostrado que Ahmadinejad había ganado las elecciones
legítimamente, y no de manera fraudulenta.
Pero más fundamentalmente, esta narrativa funciona mediante la polarización excesiva de la
política iraní en dos campos. Lo hace al combinar a los Verdes (que han quedado
ampliamente desacreditados después del 2009) con los Reformistas. En gran parte
los reformistas de hoy en día no son
verdes. Ellos abarcan un espectro mucho más amplio de pensamiento político y de
corrientes distintas. Y los reformistas por inclinación no son en absoluto
"atlantistas" –como podría sugerir la narrativa de Rouhani emergiendo
como la "tensa culminación del capítulo 2009". De hecho, las mismas
encuestas que se utilizaron para mostrar a Rouhani superando a los conservadores,
más significativamente también mostraron atrayendo un creciente apoyo del
campamento principalista conforme se acercaba la elección. El presidente
Rouhani no es un reformista. Él realmente atrajo un amplio apoyo de todos los sectores.
La afirmación de que él surgió, por así decirlo, desde la disidencia
Verde 2009, por lo tanto, es a la vez demasiado polarizada y corre el riesgo de
causar aún más desinformación, y por lo tanto la desconfianza. Observadores
informados pueden ver por sí mismos que el actual gobierno iraní no es una
consecuencia del movimiento Verde. Afirmar lo contrario no hará sino exacerbar
las sospechas de duplicidad.
Esta narrativa "liberal" es, en definitiva, la del tipo "por
favor, ayúdanos a ayudarte”, utilizada por mucho tiempo por Fatah con los
israelíes. Más preocupante aún, esta narrativa -aunque bien intencionada- les
proporciona a los interlocutores occidentales la impresión de que el equipo
negociador iraní está desesperado por un acuerdo. El peligro aquí es que el
mito de haber “intimidado a los iraníes” en acceder a las negociaciones, está siendo
agravado por una narrativa adicional de debilidad y desesperación: No es de extrañar
que los estadounidenses estén endureciendo su posición. Las señales debilidad
son más probables que resulten en nuevas presiones sobre Irán, en lugar de
producir concesiones para un "acuerdo" de parte los estadounidenses.
Por lo tanto, el argumento de “no al potencial traspaso del umbral en el corto
plazo” se está atenuando cada vez más, como afirma el New York Times, en una
posición en la que a Irán se le permitirá únicamente el enriquecimiento
"simbólico" -suficiente sólo para que los negociadores hagan (la
falsa) afirmación que ellos aseguraron los derechos nucleares de Irán, pero no
lo suficiente como para producir la energía necesaria para satisfacer las
necesidades industriales de Irán.
Esta fórmula simplemente no funcionará. No va a producir una solución: es
simplemente incompatible con el enriquecimiento a escala industrial que Irán
necesita para la generación de electricidad. No es el caso de que las
conversaciones fracasaran porque los conservadores son ideológicamente opuestos
a cualquier acuerdo alcanzado con los EE.UU. El argumento esgrimido por quienes
se oponen a las negociaciones actuales no se basa en rechazar cualquier
negociación con Estados Unidos en sí, sino en los términos y el marco de las
conversaciones.
Lo que falta en el análisis (comprensiblemente oscurecido por la narrativa del
“giro” indicada más arriba) es lo siguiente: Al igual que los rusos que
abogaban por mejores relaciones con Estados Unidos y Europa han visto su
posición erosionarse y colapsar en los últimos años en Rusia, también en Irán
(y China) este mismo dilema está empujando a los iraníes en su conjunto hacia relaciones
estratégicas más estrechas con Rusia y con China. Todos estos estados comparten
la inhabilidad de encontrar una solución para eludir la dinámica estadounidense,
que necesita sin cesar repetir su "mito" de la Guerra Fría -y esto se
hace cada vez más evidente, atlantistas y liberales en el mundo no occidental
(como en Rusia) están siendo marginados y debilitados.
El pivote ruso lejos de la búsqueda de mejores relaciones con los EE.UU, es
la razón por la que la mayoría de iraníes ven la crisis de Ucrania como de
beneficio a sus intereses: entienden que la consecuencia de esto será un mayor
apoyo y un vínculo estratégico más estrecho con Rusia y China. Existe alguna
evidencia también, que los eventos ya están llevando a China y Rusia a dar un
mayor apoyo a Irán y a sus posiciones (RIA Novosti, por ejemplo, informa que
Rusia tiene planes de construir otras ocho reactores nucleares en Irán).
Y si las negociaciones se rompen... ¿se culpará a Irán? ¿Continuaran
las sanciones simplemente cómo están? La respuesta a ambas es, casi seguro que
“no” (aunque, por supuesto, los EE.UU y Europa culparan a Irán). Pero el
fracaso de las conversaciones afectará profundamente la confianza en el Medio
Oriente hacia los EE.UU y el P5 +1, y afianzará a Irán y Siria (y
otros) a cualquier polo emergente que lidere la lucha contra la unipolaridad
arraigada en los Estados Unidos, que busca incansablemente repetir su mitología
de la Guerra Fría.
Traducido del inglés por Marvin Najarro
Alastair Crooke es director del Conflicts Forum. Anteriormente se
desempeñó como asesor en asuntos del Oriente Medio para Javier Solana, jefe de política exterior
de la UE.
Publicado por LaQnadlSol
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