Esta vez el Times, con un
triste historial de atacar a Cuba cada vez que puede, no tuvo otra alternativa
más que reconocer y encomiar el invaluable esfuerzo cubano en ayuda de los
afectados por la epidemia del ébola en África.
El New York Times, el periódico favorito de la elite liberal blanca
norteamericana -entusiasta proponente del intervencionismo militar humanitario
(R2P)- y que no se caracteriza por apoyar sino todo lo contrario denigrar a
aquellos países, especialmente latinoamericanos, que han optado por una vía
democrática que rechaza el injerencismo estadounidense, ha publicado
recientemente una nota editorial en la que elogia a Cuba por su participación directa con
personal médico especializado en la lucha por contener la epidemia del ébola
que está azotando a varios países de África Occidental. Esta vez el Times, con
un triste historial de atacar a Cuba cada vez que puede, no tuvo otra
alternativa más que reconocer y encomiar el invaluable esfuerzo cubano en ayuda
de los afectados por la epidemia del ébola en África.
Sin embargo, el editorial del Times en lugar de iniciar con un
reconocimiento pleno, honesto y sincero al tremendo esfuerzo humanitario
cubano, de entrada, y muy al estilo del diario neoyorkino, se dedica a ponerle
una especie de asteriscos a la misión humanitaria isleña, diciendo por ejemplo,
que Cuba es una isla empobrecida y relativamente
aislada y que queda a más de 7,000
kilómetros de los países africanos donde el ébola se está esparciendo a un
ritmo alarmante. Más adelante argumenta que la enorme contribución de Cuba, sin duda, forma parte de sus esfuerzos
por mejorar su estatus en el escenario mundial. Luego admite, aun así, debe ser aplaudida e imitada.
Por su puesto, señores del Times, que el esfuerzo solidario incomparable de
la isla hermana de Cuba debe de ser imitado, sobre todo, por aquellas naciones
que hacen gala en todos los foros mundiales de sus grandes valores democráticos,
y de la benevolencia filantropista de sus clases más ricas. Ciertamente Cuba es
un país pobre, pero contrario a los países más ricos, los ingresos de sus
actividades productivas no se dedican a engordar los bolsillos de ninguna elite
parasitaria local, sino que se utilizan para mantener en funcionamiento
programas de gran beneficio colectivo, como en la salud y la educación, en los
que Cuba sobrepasa con mucho a otros inmersos en el desarrollo capitalista
supuesto generador de riqueza y bienestar para sus habitantes, que sin embargo,
en un gran número no pueden pagar los exorbitantes costos de la educación y del
cuidado médico privados.
El New York Times, en su papel de vocero oficial de Washington, quiere
crear la falsa impresión de una Cuba aislada internacionalmente que busca a
toda costa mejorar su imagen y que sin duda la epidemia del ébola en África está
siendo explotada con ese fin. Pero ese
argumento a todas luces descalificador y mal intencionado queda fácilmente
desbaratado por la propia historia de Cuba y su revolución socialista, que
aunque haya muchos enemigos que siempre buscaran minimizar o negar sus logros,
siempre se ha caracterizado a lo largo de su historia por demostrar con hechos
su gran vocación internacionalista revolucionaria, poniendo al servicio de
aquellos pueblos con necesidades extremas o víctimas de desastres naturales, no
solo su ayuda material y técnica, sino además su gran sentido de solidaridad
humana, algo por lo que es ampliamente reconocida y elogiada en todo el mundo,
incluso en los propios Estados Unidos, que a cambio y como muestra de la mala
fe imperialista, continua imponiéndole un antidemocrático bloqueo económico que
ya dura décadas, pero que Cuba con su propio esfuerzo y la ayuda solidaria de
otros países hermanos ha logrado resistir y en buena medida vencer.
En un intento por balancear su injusta crítica hacia las encomiables
intenciones de Cuba, el Times enseguida nos dice, que el pánico que ha generado la epidemia alrededor del mundo no ha
producido una respuesta adecuada por parte de las naciones que tienen la
capacidad de contribuir. Aunque Estados Unidos y otros países han ofrecido su
disposición a contribuir dinero, únicamente Cuba y unas pocas organizaciones no
gubernamentales están proporcionando lo que se necesita con mayor urgencia:
profesionales médicos dispuestos a atender pacientes.
Eso es exactamente lo que hace la diferencia entre naciones ricas que todo
lo ven en función de sus propios intereses, que desdeñan la solidaridad entre
los humanos y que en su lugar promueven el individualismo a ultranza, y
naciones que como Cuba, a pesar de sus carencias económicas, creen, valoran y
practican ese principio revolucionario donde la urgencia así lo demande, sin
importar las diferencias, porque la condición de ser humano y su dignidad
intrínseca están más allá de cualquier categorización absurda.
Lamentando que Washington no tenga vínculos diplomáticos con La Habana, el colaborador más audaz en la lucha contra
el ébola, sobre todo ahora que más se necesita la coordinación para
contrarrestar la mortal amenaza de esta epidemia, el New York Times, indica que,
para la administración de Obama esto debe
de servir como un urgente recordatorio que los beneficios de actuar con rapidez
para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba superan con creces los
inconvenientes.
Estamos de acuerdo en que se deben restablecer las relaciones diplomáticas
entre ambos países, empezando por el levantamiento del inmoral bloqueo
económico impuesto sobre la isla, pero estas deben ser basadas en la
cooperación y el respeto mutuos, sin intentar socavar la soberanía de Cuba y
los logros de su revolución. Pero si lo que se busca es un proceso
desestabilizador bajo la fachada de “apertura democrática” donde proliferen
cientos de ONGs encargadas de organizar alguna de esas revoluciones de colores
que son las favoritas del Times, entonces para que abogar hipócritamente por el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
El hecho que el New York Times abogue por la normalización de las
relaciones entre Cuba y los Estados Unidos no debe ser tomado como algo
que nace de un serio compromiso con sus supuestos valores democráticos, porque
si la historia sirve de algo es para mostrarnos de qué lado esos valores han
estado.
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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