Mientras se acerca la fecha límite de las negociaciones 5+1, Thierry
Meyssan revela lo que verdaderamente está en juego en esas conversaciones. Tras
la falsa acusación de que Irán pretende fabricar la bomba atómica se oculta el
esfuerzo de Washington por limitar la influencia de la Revolución iraní. Pero
ante las derrotas militares sufridas desde 2006, Washington está ahora
dispuesto a conformarse con un congelamiento de la actual correlación de
fuerzas. Su nuevo plan sería dividir la zona árabe entre prosauditas y
proiraníes e imponer un acuerdo para que ambos bandos se comprometan a no
interferir en la zona de influencia del otro.
¿CONFIARÁ WASHINGTON EL
MUNDO ÁRABE A RIAD Y
TEHERÁN?
Negociaciones en Omán |
Por Thierry Meyssan
En el Golfo y en
el Levante, todos los debates políticos están actualmente pendientes de la
posible firma –el 24 de noviembre de 2014– de un acuerdo entre los 5 miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Alemania e Irán.
Desde la elección
de Mahmud Ahmadinejad como presidente de Irán, en 2005, Estados Unidos, el
Reino Unido y Francia han venido tratando de impedir que la República Islámica
exporte su revolución y ponga en peligro el desorden mundial. Sabiendo que los
científicos iraníes siguen investigando, entre otras cosas, la posibilidad de
inventar un nuevo tipo de central nuclear capaz de liberar el Tercer Mundo de
la dominación «occidental», esas tres potencias occidentales acusan sin pruebas
a Irán de estar tratando de dotarse de la bomba atómica. Las sanciones
impuestas contra la República Islámica han afectado gravemente la economía
iraní… pero también afectan la economía de Alemania. Por su parte, China y
Rusia actúan como moderadores en los debates.
En mayo de 2013,
Washington y Teherán iniciaron en secreto una serie de negociaciones
bilaterales en Omán. Posteriormente, la nominación de Esfandiar Rahim Mashaei,
jefe del equipo de trabajo de Ahmadinejad, como candidato a la presidencia de
Irán fue rechazada, lo cual abrió el camino a la elección del actual presidente
Hassan Rohani.
En otros tiempos,
el jeque Hassan Rohani había sido el primer contacto de los israelíes en el
escándalo Irán-Contras.
A partir del
momento del rechazo de la candidatura de Mashaei, e incluso antes de la
elección de Rohani, Washington manifiesta su buena voluntad y las negociaciones
5+1 evolucionan positivamente. La delegación iraní acepta rápidamente la idea
de abrir sus centros de investigación nuclear a los expertos «occidentales».
Rohani negocia
entonces, directamente con Washington y fuera del grupo 5+1, la venta del gas
iraní a la Unión Europea, para que esta última pueda prescindir del gas ruso y
para que China no pueda contar con el gas de Irán. Al margen de la Asamblea
General de la ONU, Rohani se reúne con el presidente de Austria y establece un
proyecto para el financiamiento de la conexión de los campos gasíferos de Irán
al gasoducto Nabucco. Ante la reacción de Moscú, que denuncia las negociaciones
bilaterales secretas irano-estadounidenses, Rohani concede al primer canal de
la television rusa una entrevista en la que asegura que su país no tiene
intenciones de excluir a Rusia del mercado europeo del gas.
Pero Estados
Unidos da de largas a las negociaciones 5+1 y discute al mismo tiempo con las
facciones existentes en Arabia Saudita.
En octubre de
2014, el Guía de la Revolución, ayatola Ali Khamenei, publica una lista de 11
puntos no negociables para su país. Señala que Irán no pondrá fin a las
investigaciones nucleares civiles y que no renunciará al enriquecimiento de
uranio con fines pacíficos, independientemente de lo que se le ofrezca como
compensación. En otras palabras, Irán está dispuesto a suspender su expansión
militar pero no tiene intenciones de renunciar al desarrollo de sus
investigaciones nucleares de carácter civil.
Al parecer el
Guía ya expresó además su oposición al proyecto de desvío del gas iraní, pero
tiene que hacer concesiones en ese sentido. No sólo como medio de obtener el
levantamiento de las sanciones internacionales, que imponen un importante
sufrimiento a su país, sino sobre todo porque Estados Unidos está dispuesto a
desestabilizarlo si la negociación fracasa por completo. Más de 80 canales de
televisión occidentales en lengua farsi están ya listos a desatar una campaña
de gran envergadura contra Irán mientras que los terroristas de los Muyahidines
del Pueblo siguen preparando kamikazes para lanzarlos contra la República
Islámica si les llega la orden en ese sentido.
A una semana de
la fecha límite de las negociaciones 5+1, parece que Washington se contentaría
con obtener un «congelamiento» de la situación en la región y renunciaría a sus
actuales intentos por modificar el equilibro de fuerzas. El mundo árabe se
dividiría entonces entre Irán y Arabia Saudita, que se harían respectivamente
responsables de chiitas y sunnitas.
La administración
Obama parece haber resuelto la cuestión de la sucesión del rey Abdallah
garantizando a cada clan de la familia Saud que sus actuales privilegios han de
mantenerse de forma hereditaria. Y también aceptaría el mantenimiento de la
influencia iraní, a condición de que Irán renuncie a extenderla por la vía de
las armas.
Ya en este
momento, como señal de buena voluntad, los hutis (que son chiitas) han aceptado
participar en un gobierno de unión nacional en Yemen junto a los partidos
sunnitas. Lo fundamental es que, después de haber tomado la capital, los hutis
han cesado su avance y dejan así Adén en manos de sus rivales. Con ello
renuncian al estrecho de Bab el-Mandeb y al control del Mar Rojo.
Si el acuerdo
irano-estadounidense llegase a ser adoptado y ratificado por los 5+1, todas las
facciones regionales tendrían la oportunidad de tomarse un importante respiro
luego de años de agitación. Pero eso no resolvería ningún problema de fondo.
Los sunnitas tendrían que seguir considerando a los wahabitas como musulmanes
mientras que los chiitas tendrían que aceptar la autoridad de Irán en momentos
en que Teherán abre un paréntesis en la aplicación del ideal del imam Khomeiny.
No habría, en ese caso, bando vencedor ni bando vencido. Pero algunos actores
se verían derrotados dentro de su propio bando. Esa sería fundamentalmente la
situación de Turquía, que perdería su autoridad entre los sunnitas, lo cual
sería una forma de castigo al ensañamiento de Ankara contra Siria.
Y, para Estados
Unidos, el congelamiento del mundo árabe sería la oportunidad de dirigir su
poderío militar contra Rusia y China.
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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