EL GHETTO DE GAZA
Por Luciano Castro Barillas
La verdad es que no es otra cosa esa faja de
tierra estéril de 360 kilómetros
cuadrados que da al mar Mediterráneo y
que se conecta al este y norte con el Estado judío y al sur con Egipto, donde
viven sin espacio vital casi dos millones de personas que, aferrados a la vida,
son toda una inspiración de sobrevivencia, superación y sacrificio. Ese
territorio con escasos habitantes en 1917 fue una provincia del Mandato
Británico de Palestina y cuando se creó, desafortunadamente, el Estado de
Israel gracias al voto de desempate del guatemalteco Jorge García Granados en
la Asamblea General de la ONU en 1947, el destino se selló para los habitantes
de esas tierras yermas aquende de la península del Sinaí. En la guerra de 1967
la Franja fue conquistada por Israel y permaneció en esa situación hasta 1994 que
los Tratados de Oslo terminaron con la ocupación y aunque Israel habilitó 8
puestos fronterizos para hacer más expedita la locomoción de las personas, en
la práctica restringió hasta donde pudo la movilización de mercancías y
personas en dos puntos: uno en el norte y otro en el sur.
Muchos palestinos no estuvieron de acuerdo en
los términos de las negociaciones de paz entre la Organización para la
Liberación de Palestina, OLP e Israel y como el demonio se escapó de las
páginas de la Biblia y sentó sus reales en esos lugares (hay por cierto un
demonio hebreo antiguo llamado precisamente Asrael), siempre metiendo la cola
del divisionismo, la ruptura no tardó en llegar. Al ganar Hamas las elecciones
en el 2006, se apartó casi de inmediato de la línea política del dirigente
histórico Yasser Arafat, ya en esos
tiempos conciliador y pragmático, en el entendido que la efusión de sangre -aunque plenamente justificada- no modificaba, no coadyuvaba para nada, en la
creación del Estado Palestino, aspiración estratégica de los palestinos
apátridas, quedando en segundo plano el máximo desideratum: la destrucción del
Estado de Israel.
La Intifada o Levantamiento Palestino del año
2000 fue el inicio de los después habituales genocidios del Estado Judío contra
el pueblo palestino, cuyos horrores de Sabra y Shatila están presentes en la
memoria de todos los hombres conscientes y comprometidos del mundo. La
radicalización de los habitantes de la Franja de Gaza tiene su razón de ser en
las lamentables condiciones de vida de sus habitantes (miseria extrema de la
gran mayoría de personas), condición que difiere un poco de las condiciones de
vida más tolerables de los palestinos de Cisjordania (la antigua Judea y
Samaria), palabreja neolatina inventada por los colonialistas británicos para
designar esa región de 5,640 kilómetros cuadrados situados al lado oeste del
río Jordán, por eso se le conoce como Ribera Occidental. Oficialmente se
reconoce por las Naciones Unidas como un territorio en litigio, pero la verdad
es que es una zona ocupada militarmente por Israel con cientos de asentamientos
judíos (método para apropiarse de tierras ajenas e impulsar luego la famosa
política de “hechos consumados” a que tan inclinados son los sionistas) en un
territorio que en este caso no les pertenece en absoluto: los samaritanos han
sido siempre una comunidad nacional con cultura, territorio y lengua propia,
además, desde siempre; con malas relaciones con los judíos. Si no recordemos la
anécdota tan conocida de Jesús cuando una mujer samaritana la ofrece agua, él
bebe, en una actitud de tolerancia y obsecuencia, siendo cuestionado al
instante por sus compañeros fanáticos y de escasas luces.
Hoy se está a las puertas de una nueva escalada
de violencia y la entidad sionista, al parecer, quiere poner toda la carne en
el asador: entrar a Gaza para resolver de una buena vez el incordio de una
población que no se resigna al sometimiento ni a la humillación. Los cohetes
artesanales lanzados tras la ejecución de comandante de las brigadas Ahmed Abu
Jalal de Hamas, son el pretexto. En el fondo trabajan una elaborada
provocación, orientada a Irán, que no sería indiferente ante un genocidio sin
límites del pueblo palestino. Es lo que esperan los sionistas y los
imperialistas. Es la trampa perfecta para desencadenar acciones de guerra
contra los iraníes. Los cohetes artesanales son erráticos, de poco alcance y
más son un arma de hostigamiento psicológico que mortífera. Hay una
desproporción abismal con el ejército sionista. Además los 3 mil millones de dólares
de ayuda de los Estados Unidos para algo tienen que servir: el Domo de Acero
(nuevo sistema antimisiles de los sionistas) ha derribado a los cohetes más
atrevidos que surcan el cielo de Israel, por lo tanto los daños son mínimos: 3
muertos judíos con los 88 que van de parte de los palestinos. Ante la escalada de violencia, la Liga Árabe, siempre buena para nada (es la
OEA del mundo árabe) ofrece su floja y desatendida mediación. Al final hay otro
objetivo, aparte de la agresión contra Irán: evitar la proclamación el 29 de
noviembre de 2012 del Estado Palestino por parte de la Asamblea General de la
ONU. Esperan los israelitas (realmente
europeos disfrazados de judíos y detentadores únicamente de cultura judía en el
mejor de los casos) que el Estado Palestino y la nación se constituya, pues
claro, con muertos.
Publicado por LaQnadlSol
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CT., USA.
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