La elección de Obama fue en esencia
un vivido despliegue de la erupción de
lo supuestamente imposible dentro del ámbito de lo ordinario. El eslogan “Si se
puede” evocó un desafío de las asumidas limitaciones. Ahora los partidarios de
Obama están siendo sermoneados por esperar demasiado del presidente, por no
entender que la “política es el arte de lo posible”. Aquí, como en muchas otras
instancias, lo “posible” es una palabra en código significando lo que los intereses
creados van a permitir. Mike Marqusee (SocialistWorker.org)
EL SETENTA Y CINCO POR
CIENTO Y EL
FUTURO PRESIDENTE “LAME DUCK”
Por Marvin Najarro
Después de todo, ese porcentaje no está tan malo, si de llegar
o conservar el poder se trata. Como se anticipaba por la mayoría de la
encuestadoras (especialistas en triturar números para alimentar con datos a una
audiencia que depende de ellos para vivir) y los bien pagados gurús de las
cadenas televisivas norteamericanas, los latinos votarían en su gran mayoría
por Obama. Efectivamente 12 millones de latinos o el 75% por ciento del total
de electores le dieron el sí al actual ocupante de la Casa Blanca, con la
esperanza, aunque sea tenue, de que esta
vez el afroamericano presidente de la nación más poderosa del mundo cumpla con
sus promesas hacia la comunidad latina, desilusionada de los resultados de su
primer mandato.
Aunque Obama en una movida política
de última hora haya decido calmar las angustias de miles de jóvenes estudiantes
indocumentados, al tiempo que también, les lanzaba un hueso a sus partidarios
liberales, es recomendable tener en cuenta que el presidente es sobre todo un
político y como tal muy astuto que busca posesionarse donde más le conviene con
tal de llevar agua a su molino. Por algo proviene de la notoria maquinaria
política demócrata de Chicago.
A pesar de las críticas de Obama contra las políticas de “aterrorizar a la
comunidades hispanas” de su predecesor G.W Bush, su record en sus primeros
cuatro años como presidente sobrepasa en medidas antiinmigrantes al de Bush. Entre
todos los presidentes en la historia de Estados Unidos, Barack Obama ostenta el
peor record en inmigración. Ningún otro presidente se le compara. Durante los últimos tres años
y medio, Obama ha atrapado, detenido y deportado más de 1.2 millones de
inmigrantes, aproximadamente 400,000 por año. Eso es más del doble el número de
deportaciones efectuadas bajo la administración de su predecesor, George W.
Bush, en el mismo periodo de tiempo. Además, Obama puso en marcha el
controversial programa conocido como Comunidades Seguras, el cual emplea a los
departamentos locales de policía para colectar las huellas digitales para que
luego las victimas puedan más fácilmente ser vigiladas, acosadas, detenidas,
abusadas y deportadas por los brutos de la Gestapo en el Departamento de Inmigración
y Aduanas (ICE). Obama tiene la intención de hacer el programa obligatorio para
el 2013.
Con ese record a cuestas valdría la pena preguntarse quizás ¿por qué la
comunidad latina votó en su mayoría y por segunda vez por Obama? La
respuesta, los republicanos, estúpido.
Los proboscídeos del Partido Republicano del incompetente y desabrido
mormón, Mitt Roomney, aferrados a sus actitudes de supremacía racial, aunque
uno que otro con pigmentación obscura no dejen de servirles, rehusaron cortejar
al voto latino y fieles a su ideología, la de un partido que representa lo más
reaccionario y xenófobo de la derecha política norteamericana hicieron todo lo
posible por perderlos. Los votantes latinos conscientes de lo que supondría una
presidencia elefantina, simple y sencillamente y, no por asuntos de
identificación partidaria o ideológica, votaron por el menos malo, en este caso,
el post racial presidente Barack Obama.
Desde donde se vea, la reelección de Obama se debe en gran medida al apoyo
sustancial de la comunidad latina, queda por ver si esta vez y libre al no
tener que enfrentar futuras elecciones el buen hombre decide de una vez y por
todas cumplir de alguna manera con su promesa de una reforma migratoria que alivie
las penurias de los 12 millones de indocumentados que desean salir del
anonimato para que su esfuerzo y contribución sean reconocidos y aceptados como
tal y no vistos como una carga, como una amenaza para el bienestar de esta
nación. Todo dependerá también de la capacidad de maniobra política del llamado
liderazgo latino, sobre todo los demócratas y aliados del presidente, de hacer
valer el poder de la comunidad hispana que, aunque demográficamente ha crecido
enormemente, en términos concretos de poder político no ha crecido en la misma
proporción y sigue siendo muy débil en comparación a otras comunidades étnicas
menos numerosas.
Se debe de tomar muy en cuenta que Obama después de su segundo año como
presidente pasará a ser lo que el ámbito político estadounidense se
da por llamar un “lame duck” presidente o sea un funcionario saliente sin mucho
poder. Esto quiere decir que de no actuar con firmeza y con toda la voluntad política
requerida en sus primeros dos años de su segundo mandato, para lograr una
reforma migratoria, Obama, ante la intransigencia y oposición de los republicanos
en el congreso no logrará cumplir con su promesa a la comunidad latina que,
ya empieza escuchar, quizás como premio de consolación, ofrecimientos de
licencias de conducir para indocumentados pero sin modificar el estatus de ilegal.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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