INTRODUCCIÓN
"En Guatemala -asegura Samanta Guerrero- los sicarios se transportan
en motocicleta y es una situación grave como tan grave es que los repartidores de comida rápida circulen
a excesiva velocidad, contra la vía. Atropellan gente y a pesar de que hay
una ley, nadie hace nada al respeto. Todo
sea por entregar la comida en 30 minutos, porque si no es gratis".
Esta es la opinión de una de las personas que participaron en el foro “Motociclistas: ¿dueños de la calle? de la BBC Mundo,
en el que se les pregunta cuál es la situación con esos conductores en las
principales urbes latinoamericanas en donde el tráfico es una pesadilla y como
resultado cada vez más motocicletas están en circulación. Las personas que como
auténticos kamikazes sin causa o flechas zigzagueantes se desplazan por calles
y avenidas, son quienes llevan mensajes y correspondencia, hacen trámites
diversos, reparten comida a domicilio e incluso transportan pasajeros mucho más
rápidamente que si tuvieran que movilizarse a través del transporte público o
en automóviles particulares. Sin embargo detrás de toda esta temeridad subyace
la imperiosa necesidad de sobrevivir en un ambiente en donde las posibilidades
de un empleo decente, seguro y digno equivale a poner en riesgo constante la
existencia propia y la ajena. Rapidito, 30 minutos porque si no es gratis. LaQnadlSol.
RAPIDITO, MÁXIMA
VELOCIDAD
Flotilla de los restaurantes Mcdonald's |
Por Luciano Castro Barillas
Ante la carencia de pleno empleo en Guatemala,
cualquier trabajo está bien. Algo se tiene que llevar a la mesa de los hogares
de las humildes familias guatemaltecas donde las madres -sin nada que envidiarle a las ingenierías
financieras de Wall Street- hacen
verdaderos malabarismos, auténticos milagros, con los magros y escurridizos
centavos, para dar de comer a varias bocas, pues las familias con valores
tradicionales de nuestro país, cristianas católicas o evangélicas; todavía
siguen asumiendo la abundancia de hijos como “una bendición”, asunto
cuestionable, pero no objeto de discusión en este brevísimo ensayo.
Los jóvenes, apenas tienen su mayoría de edad
(18 años para Guatemala), buscan una ocupación formal para ayudar a sus padres
a la crianza de sus hermanos pequeños, procurarse su comida y su ropa, empleándose en lo que el mercado laboral
guatemalteco les ofrece, generalmente subempleos, no exentos de riesgos para su integridad
personal. Guardia de seguridad, por ejemplo, empresas privadas donde acelerada
e irresponsablemente se les capacita e inmediatamente, sin importarles su vida,
los instalan en los innúmeros comercios de la ciudad. Al final, viendo escasas
las perspectivas de superación personal y la eventualidad que algún pandillero
les descerraje un tiro para quitarle el arma o asaltar un negocio; terminan
desertando de esas instituciones de seguridad, robándose el arma
reglamentaria -una escopeta y
pistola- contribuyendo de este modo a
incrementar los indicadores de criminalidad de una ciudad al límite de la
sobrevivencia.
Otro trabajo de riesgo lo constituyen los
repartidores de comida industrial o chatarra, de mucha proliferación y alta
demanda (pizzas, comidas chinas o pollo frito atestado de aceite de palma
africana desbordado de colesterol). Los gerentes de estos refectorios
posmodernos, a instancias de los propietarios que quieren día a día más
rentabilidad, exigen a los repartidores la máxima velocidad, “lo
más rapidito posible” el viaje en sus motocicletas de baja cilindrada,
que cuales abejorros en celo, pasan zumbando cual exhalación a lado de
peatones, automovilistas o conductores del trasporte pesado, con tal temeridad
y velocidad, que parecieran estos ingenuos muchachos “no tenerle amor a la vida”.
Pero así son esos trabajos, mal pagados y riesgosos, los que ofrecen la clase
empresarial guatemalteca a los jóvenes de este país.
Con la adrenalina al tope resultado de la
velocidad y el apremio de sus patronos, los jovencitos con frecuencia terminan
en el mejor de los casos con fracturas múltiples resultado de los tremendos
impactos y cuando no, rindiendo cuentas a San Pedro, quien posiblemente le haya
tomado ojeriza a las pizzas y al pollo rostizado por el alto costo humano para
los jóvenes de este paisito llamado Guatemala. Un país imprevisible para todos,
lamentablemente, donde nadie escapa de las tragedias cotidianas: bebés, niños
de edad escolar, adolescentes, adultos y ancianos. Aquí la parca tira la
guadaña parejo.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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