De acuerdo al veterano y reconocido periodista investigativo, Seymour Hersh,
Barack Obama no dijo toda la historia relacionada con los ataques con armas
químicas en las cercanías de Damasco el 21 de agosto y del cual trató de
hacer responsable a Bashar al Assad. Según el periodista, en algunos casos
Obama omitió los datos de inteligencia importante y en otros presentó
suposiciones como hechos. Lo más significativo, de acuerdo al artículo de Hersh,
publicado en la revista londinense London Review of Books, bajo el título Whose Sarin?, es la falla del presidente
en reconocer algo que era conocido por la comunidad de inteligencia de los
Estados Unidos: que el ejército sirio no es el único protagonista en la guerra
civil del país en tener acceso al gas sarín. En los meses previos al ataque,
las agencias de inteligencia de los EEUU produjeron una serie de informes
altamente clasificados en los que se citaba evidencia de que el grupo yihadista
al-Nusra Front, afiliado a al-Qaida, había logrado dominar la mecánica de la
creación del gas sarín y además era capaz de fabricarlo en cantidades. Según el
legendario periodista ganador de un Pulitzer por su reportaje sobre la masacre
de May Lai en Vietnam, cuando se produjo el ataque al- Nusra tendría que haber
sido un sospechoso, pero en su lugar el gobierno de Obama convenientemente hizo
una selección de la inteligencia para justificar un ataque contra Assad. Un
oficial de inteligencia de alto rango en un correo electrónico enviado a un
colega de Hersh, llamó las aseveraciones del gobierno de Obama sobre la
responsabilidad de Assad un “ardid”. El ataque “no fue el resultado del régimen
actual”, escribió el oficial. Seguidamente, Hersh relata que un ex alto
funcionario de inteligencia le dijo que la administración Obama había alterado
la información disponible -en términos de momento y secuencia- para que el
presidente y sus asesores hicieran parecer la inteligencia recuperada después
del ataque, como si hubiera sido recogida y analizada en tiempo real. La
distorsión, dijo el oficial, le recordaba el incidente del Golfo de Tonkin en
1964, cuando el gobierno de Johnson invirtió la secuencia de las interceptaciones
de la Agencia de Seguridad Nacional para justificar uno de los primeros
bombardeos de Vietnam del Norte. El mismo funcionario dijo que había una
inmensa frustración dentro de la burocracia militar y de inteligencia:
"Los muchachos están lanzando sus manos al aire, diciendo: "¿Cómo
podemos ayudar a este muchacho" -Obama- "cuando él y sus compinches
en la Casa Blanca arman la inteligencia sobre la marcha?”
Finalmente y de acuerdo al artículo de Hersh, la distorsión por parte de
administración de los hechos que rodearon el ataque con gas sarín plantea una
pregunta inevitable: ¿tenemos toda la historia de la voluntad de Obama de
alejarse de su amenaza de bombardear Siria por cruzar la “línea roja”?
¿EL SARÍN DE QUIÉN?
Seymour Hersh
Este otoño cuando Barack Obama trató de hacer responsable a Bashar al-Assad por los ataques con armas químicas cerca de
Damasco el 21 de agosto, no dijo toda la historia. En algunos casos, el omitió
la inteligencia importante, y en otros presentó suposiciones como hechos. Lo
más significativo es que él falló en reconocer algo que era conocido por la
comunidad de inteligencia de EEUU: que el ejército sirio no es el único
protagonista en la guerra civil del país con acceso al gas sarín, el agente
nervioso que un estudio de la ONU concluyó había sido utilizado -sin evaluar la
responsabilidad- en el ataque con cohetes. En los meses previos al ataque, las
agencias de inteligencia de Estados Unidos produjeron una serie de informes
altamente clasificados, que culminaron en una Orden de Operaciones formal -un
documento de planificación que precede a una invasión terrestre- citando
evidencia de que el al- Nusra Front, un grupo yihadista afiliado a Al -Qaida,
había llegado a dominar la mecánica de la creación del gas sarín y era capaz de
fabricarlo en cantidades. Cuando se produjo el ataque Al-Nusra debió haber sido
un sospechoso, pero la administración seleccionó la inteligencia para justificar un ataque contra Assad.
En su discurso televisado a nivel nacional sobre Siria el 10 de septiembre,
Obama culpó con firmeza al gobierno de Assad por el ataque con gas nervioso en
el vecindario de Ghouta controlado por los rebeldes, y dejó en claro que estaba
dispuesto a respaldar sus advertencias públicas hechas con anterioridad de que,
cualquier uso de armas químicas cruzaría una "línea roja": "El
gobierno de Assad gaseo hasta la muerte a más de mil personas", dijo. “Sabemos
que el régimen de Assad fue el responsable... Y es por eso que, después de una
cuidadosa deliberación, decidí que es en interés de la seguridad nacional de
los Estados Unidos responder a la utilización por el régimen de Assad de las
armas químicas por medio de un ataque militar”. Obama iba a la guerra para
respaldar una amenaza pública, pero lo hacía sin saber a ciencia cierta quién
hizo qué en la madrugada del 21 de agosto.
Obama citó una lista de lo que parecía ser una prueba arduamente obtenida
de la culpabilidad de Assad: "Sabemos que en los días previos al 21 de
agosto, el personal de armas químicas de Assad se preparó para un ataque cerca de
una zona donde mezclan el gas sarín. Distribuyeron máscaras de gas a sus
tropas, luego dispararon cohetes desde una zona controlada por el régimen a 11
vecindarios que el régimen ha estado tratando de limpiar de las fuerzas de
oposición”. La certeza de Obama se hizo eco en las declaraciones de Denis
McDonough, su jefe de personal, quien le dijo al New York Times.: “Nadie con
quien he hablado duda de la inteligencia" que conecta directamente a Assad
y a su régimen con los ataques con gas sarín.
Pero en recientes entrevistas con oficiales de inteligencia y militares y
consultores pasados y presentes, me
encontré con una intensa preocupación, y en ocasiones la ira, sobre lo que fue
visto en varias ocasiones, como la manipulación deliberada de la inteligencia.
Un oficial de inteligencia de alto nivel, en un correo electrónico enviado a un
colega, llamó las aseveraciones de la administración sobre la responsabilidad
de Assad un "ardid”. El ataque "no fue el resultado del actual
régimen”, escribió. Un ex alto funcionario de inteligencia me dijo que la
administración Obama había alterado la información disponible -en términos de
momento y secuencia- para que el presidente y sus asesores hicieran parecer la
inteligencia recuperada después del ataque, como si hubiera sido recogida y
analizada en tiempo real, en el momento que el ataque estaba ocurriendo. La distorsión,
dijo el oficial, le recordaba el incidente del Golfo de Tonkín en 1964, cuando
el gobierno de Johnson invirtió la secuencia de las interceptaciones de la
Agencia de Seguridad Nacional para justificar uno de los primeros bombardeos de
Vietnam del Norte. El mismo funcionario dijo que había una inmensa frustración
dentro de la burocracia militar y de inteligencia: "Los muchachos están
lanzando sus manos al aire, diciendo: "¿Cómo podemos ayudar a este
muchacho" -Obama- "cuando él y sus compinches en la Casa Blanca arman
la inteligencia sobre la marcha?”
Las quejas se centran en lo que Washington no tenía: ningún aviso previo de
la supuesta fuente del ataque. La comunidad de inteligencia militar ha
producido desde hace años un resumen matutino de inteligencia de alta confidencialidad,
conocido como el Morning Report, para el Secretario de Defensa y el jefe del
Estado Mayor Conjunto, una copia también va al asesor de seguridad nacional y
el director de inteligencia nacional. El Informe de la Mañana no incluye
ninguna información política o económica, sino que proporciona un resumen de
importantes acontecimientos militares en todo el mundo, con toda la
inteligencia disponible sobre ellos. Un consultor de inteligencia me dijo que en
algún momento después del ataque el examinó los informes desde el 20 hasta el 23
de agosto. Durante dos días -20 y 21 de agosto- no hubo ninguna mención de
Siria. El 22 de agosto el tema principal en el Informe de la Mañana se trataba
Egipto; un artículo posterior discutía un cambio interno en la estructura de
mando de uno de los grupos rebeldes en Siria. Nada se observó sobre el uso de
gas nervioso en Damasco ese día. No fue sino hasta el 23 de agosto que el uso
de sarín se convirtió en un tema dominante, a pesar de que cientos de
fotografías y vídeos de la masacre se difundieron viralmente en cuestión de
horas en YouTube, Facebook y otros sitios de las redes sociales. En este punto,
la administración no sabía más de lo que sabía el público.
Obama abandonó Washington temprano el 21 de agosto para una agitada gira de
conferencias de dos días en Nueva York y Pennsylvania, según la oficina de
prensa de Casa Blanca, él fue informado más tarde ese día sobre el ataque, y
del creciente furor público y de los medios. La falta de inteligencia interna
inmediata se hizo evidente el 22 de agosto cuando Jen Psaki, una portavoz del
Departamento de Estado, dijo a los periodistas: "Nosotros no podemos
determinar de manera concluyente el uso [armas químicas]. Pero estamos concentrados
todos los minutos de todos los días, desde que estos acontecimientos sucedieron...
en hacer todo lo que está a nuestro alcance para concretar los hechos". Para
el 27 de agosto el tono de la administración se había endurecido, cuando Jay
Carney, secretario de prensa de Obama, dijo a la prensa -sin proporcionar
ninguna información específica- que cualquier sugerencia de que el gobierno
sirio no era responsable "son tan absurdas como las sugerencias de que el
ataque mismo no ocurrió”.
La ausencia de alarma inmediata dentro de la comunidad de inteligencia
estadounidense demuestra que no había información de inteligencia sobre las
intenciones de Siria en los días antes del ataque. Y hay por lo menos dos
maneras por las que los EEUU podría haber sabido de ellas por adelantado: ambas
fueron mencionadas en uno de los documentos
de alta confidencialidad de inteligencia estadounidenses que se han hecho públicos en los últimos meses
por Edward Snowden, el ex contratista de la NSA.
El 29 de agosto, el Washington Post publicó extractos del presupuesto anual
para todos los programas nacionales de inteligencia, agencia por agencia,
proporcionados por Snowden. En consulta con el gobierno de Obama, el periódico
decidió publicar sólo una pequeña porción del documento de 178 páginas, que
cuenta con una clasificación superior a la de alta confidencialidad (top
secret), pero se resumió y se publicó una sección dedicada a las áreas
problemáticas. Una de las áreas problema era la brecha en la cobertura dirigida
a la orientación de la oficina de Assad. El documento dice que las
instalaciones de escucha electrónica en todo el mundo de la NSA habían sido
"capaces de controlar las comunicaciones cifradas entre los funcionarios
militares de alto rango en el comienzo de la guerra civil en ese país”. Pero
fue “una vulnerabilidad que las fuerzas del presidente Bashar al- Assad,
aparentemente más tarde detectaron”. En otras palabras, la NSA ya no tenía
acceso a las conversaciones de la dirección militar de alto rango en Siria, que
habría incluido las comunicaciones cruciales de Assad, como las órdenes para un
ataque con gas nervioso. (En sus declaraciones públicas desde el 21 de agosto,
el gobierno de Obama nunca ha pretendido tener información específica
conectando al mismo Assad con el ataque.)
El informe del Washington Post también proporciona la primera indicación de
un sistema de sensores secretos dentro de Siria, diseñado para proporcionar una
advertencia temprana de cualquier cambio en el estado del arsenal de armas
químicas por parte del régimen. Los sensores son supervisados por la Oficina
Nacional de Reconocimiento (NRO, por sus siglas en inglés), la agencia que
controla todos los satélites de inteligencia estadounidenses en órbita. De
acuerdo con el resumen del Post, la NRO también tiene asignado “extraer datos
de los sensores colocados sobre el terreno" dentro de Siria. El ex
funcionario de inteligencia, quien tenía un conocimiento directo del programa,
me dijo que los sensores de la NRO se han implantado cerca de todos los sitios
de guerra química conocidos en Siria. Están diseñados para proporcionar un
monitoreo constante del movimiento de ojivas químicas almacenadas por los
militares. Pero mucho más importante, en términos de alerta temprana, es la
capacidad de los sensores para alertar a la inteligencia de EEUU e Israel,
cuando las ojivas están siendo cargadas con gas sarín. (Como país vecino, Israel
siempre ha estado alerta de los cambios en el arsenal químico sirio, y colabora
estrechamente con la inteligencia estadounidense en alertas tempranas.) Una
ojiva química, una vez cargada con gas sarín, tiene una vida útil de unos pocos
días o menos -el agente nervioso comienza a erosionar el cohete casi de inmediato:
es un asesino en masa -que se usa- o -se pierde-. "El ejército sirio no
tiene tres días para prepararse para un ataque químico", me dijo el ex
funcionario de inteligencia. "Hemos creado el sistema de sensores para una
reacción inmediata, como una alarma aérea o una alarma de incendio. No se puede
tener un aviso durante tres días, porque todos los involucrados estarían muertos.
O es ahora o eres historia. No puedes pasar tres días preparándote para
disparar gas nervioso”. Los sensores no detectaron ningún movimiento en los
meses y los días anteriores al 21 de agosto, dijo el ex funcionario. Por
supuesto, es posible que el sarín se haya suministrado al ejército sirio por
otros medios, pero la falta de advertencia significa que Washington fue incapaz
de monitorear los eventos en Ghouta Oriental en el momento que estaban
ocurriendo.
Los sensores habían funcionado en el pasado, y el liderazgo sirio lo sabía
demasiado bien. En diciembre pasado, el sistema de sensores recogió muestras de
lo que parecía ser la producción de sarín en un depósito de armas químicas. No estaba
inmediatamente claro si el ejército sirio simulaba la producción de sarín como
parte de un ejercicio (todos los militares constantemente llevan a cabo este
tipo de ejercicios) o en realidad estaban preparando un ataque. En ese momento,
Obama advirtió públicamente a Siria que el uso de sarín era "totalmente
inaceptable", un mensaje similar también fue transmitido por la vía
diplomática. El evento más tarde se determinó ser parte de una serie de
ejercicios, según el ex funcionario de inteligencia: "Si lo que los
sensores detectaron en diciembre pasado fue tan importante que el presidente
tuvo que llamar y decir: “Ya basta", ¿por qué el presidente no emitió la misma advertencia tres
días antes del ataque con gas en agosto?
La NSA si pudiera vigilaría, por supuesto, la oficina de Assad durante todo
el día, dijo el ex funcionario. Otras comunicaciones -de varias unidades del
ejército en combate a lo largo de Siria- serían mucho menos importantes, y no
analizadas en tiempo real. “Hay, literalmente, miles de frecuencias de radio
tácticas utilizadas por las unidades de campo en Siria para las comunicaciones
rutinarias mundanas”, dijo, “y que tomaría un gran número de técnicos criptológos
de la NSA en escuchar -y la utilidad sería
nada de nada”, pero la “charla” se almacena habitualmente en los ordenadores.
Una vez que se entendió la magnitud de los acontecimientos del 21 de agosto, la
NSA montó un esfuerzo integral para buscar cualquier vínculo con el ataque, buscando
a través del archivo completo de las comunicaciones almacenadas. Se
seleccionaría una o dos palabras claves y se emplearía un filtro para encontrar
las conversaciones relevantes. "Lo qué pasó aquí es que los flojos
de la inteligencia de la NSA comenzaron con un evento -el uso de sarín- y
llegaron a encontrar la charla que pudiera relacionarse", dijo el ex
funcionario. “Esto no conduce a una evaluación de alta fiabilidad, a menos que se
empiece con toda la seguridad de que Bashar Assad lo ordenó, y entonces empezar
a buscar algo que respalde esa creencia”. El proceso de selección fue similar
al proceso utilizado para justificar la guerra de Irak.
La Casa Blanca necesitó nueve días para armar su caso contra el
gobierno sirio. El 30 de agosto se invitó a un selecto grupo de periodistas de Washington
(al menos un reportero a menudo crítico, Jonathan Landay, el corresponsal de
seguridad nacional para McClatchy Newspapers, no fue invitado), y les entregó
un documento cuidadosamente etiquetado como una "evaluación del gobierno”,
en lugar que como una evaluación de la comunidad de inteligencia. El documento
expuso lo que era esencialmente un argumento político para reforzar la
argumentación del gobierno contra el gobierno de Assad. Fue, sin embargo, más
específico de lo que Obama sería más tarde en su discurso el 10 de septiembre:
la inteligencia estadounidense, afirmaba, sabía que Siria había comenzado la
“preparación de municiones químicas" tres días antes del ataque. En un agresivo
discurso más tarde ese mismo día, John Kerry proporcionó más detalles. Dijo que
el “personal de armas químicas” de Siria
“estaba en el terreno, en la zona, haciendo los preparativos” antes del 18 de
agosto. “Sabemos que a los elementos del régimen sirio se les dijo que se
prepararan para el ataque, se pusieran las máscaras de gas y tomaran las
precauciones asociadas con las armas químicas”. La evaluación del gobierno y
los comentarios de Kerry hacían parecer como si el gobierno había estado
siguiendo la pista del ataque con gas sarín
en el momento en que estaba sucediendo. Es esta versión falsa pero no impugnada
de los hechos, la que fue ampliamente difundida en ese momento.
Una reacción imprevista llegó en forma de quejas de liderazgo del Ejército
Sirio Libre y otros, acerca de la falta de advertencia. “Es increíble que no
hicieron nada para advertir a la gente o tratar de detener al régimen antes del
crimen”, le dijo a Foreing Pollicy, Razan Zaitouneh, miembro de la oposición,
que vivía en una de las ciudades afectadas por el gas sarín. El Daily Mail fue
más contundente: "Informes de inteligencia dicen que los funcionarios
estadounidenses sabían sobre el ataque con gas nervioso en Siria tres días
antes de que matara a más de 1,400 personas –incluyendo a más de 400 niños .
"(El número de muertes atribuibles al ataque varió ampliamente, desde por
lo menos 1429, como lo afirmó inicialmente la administración Obama, a cifras
mucho más bajas. Un grupo de derechos humanos sirio informó de 502 muertes;
Médicos sin Fronteras los situaron en 355, y un reporte francés enumera 281
muertes conocidas. La sorprendentemente precisa suma de EEUU, se informó más
tarde por el Wall Street Journal, se había basado no en un recuento de
cadáveres reales, sino en una extrapolación de los analistas de la CIA, que
escanearon más de un centenar de vídeos de YouTube de Ghouta Oriental en un
sistema informático y buscaron imágenes de los muertos. En otras palabras, era
poco más que una conjetura.)
Cinco días más tarde, un portavoz de la Oficina del Director de
Inteligencia Nacional respondió a las quejas. Una declaración a la Associated
Press dijo que la inteligencia detrás de las anteriores afirmaciones de la
administración no se conocía en el momento del ataque, pero se recuperó sólo
después: "Seamos claros, los Estados Unidos no observó, en tiempo real, cuando
este horrible ataque se llevó a cabo. La comunidad de inteligencia fue capaz de
reunir y analizar la información después de los hechos y determinar qué
elementos del régimen de Assad de hecho habían tomado medidas para prepararse
antes de usar armas químicas". Pero dado que la prensa estadounidense
había conseguido su historia, la retracción recibió escasa atención. El 31 de
agosto, el Washington Post, basándose en la evaluación del gobierno, había
informado vívidamente en su primera plana que la inteligencia estadounidense
fue capaz de grabar “cada paso” del ataque del ejército sirio en tiempo real, “desde
los intensos preparativos para el lanzamiento de los cohetes a las evaluaciones
posteriores a la acción por parte de funcionarios sirios”. No publicó la
corrección de la AP, y la Casa Blanca mantuvo el control de la narrativa.
Así que, cuando el 10 de septiembre Obama dijo que su gobierno sabía que el
personal de armas químicas de Assad había preparado el ataque con antelación, el
estaba basando la declaración no en una interceptación de lo que estaba
pasando, sino en comunicaciones analizadas días después del 21 de agosto. El ex
funcionario de inteligencia explicó que la búsqueda de la charla relevante condujo
al ejercicio detectado el diciembre anterior, en el que, como Obama dijo más
tarde al público, el ejército sirio movilizó personal de armas químicas y
máscaras de gas fueron distribuidas a sus tropas. La evaluación del gobierno de
la Casa Blanca y el discurso de Obama no fueron descripciones de los
acontecimientos concretos que condujeron al ataque el 21 de agosto, sino el
relato de la secuencia que los militares sirios habrían seguido para cualquier
ataque químico. “Ellos armaron una historia de fondo, dijo el ex funcionario,
"y hay un montón de piezas diferentes y partes. El patrón que utilizaron
fue el patrón que se remonta a diciembre”. Es posible, desde luego, que Obama
no estaba al tanto de que esta narrativa se obtuvo de un análisis del protocolo
del ejército sirio para llevar a cabo un ataque con gas, en lugar de evidencias
directas. De cualquier forma él había llegado a un juicio apresurado.
La prensa haría lo mismo. El informe de la ONU del 16 de septiembre
confirmando el uso de sarín fue cuidadoso en señalar que el acceso de sus
investigadores a los sitios del ataque, que se produjo cinco días después de la
gasificación, había sido controlado por las fuerzas rebeldes. “Al igual que con
otros sitios, "advierte el informe", los lugares han sido muy
transitados por otras personas antes de la llegada de la misión... Durante el
tiempo de estancia en estos lugares, llegaron individuos acarreando otras municiones
sospechosas, indicando que tal evidencia potencial estaba siendo movida y
posiblemente manipulada. “Sin embargo, el New York Times aprovechó el informe,
al igual que lo hicieron funcionarios estadounidenses y británicos, y afirmó
que proporcionaba evidencia crucial que respaldaba las afirmaciones de la
administración. Un anexo del informe de la ONU reprodujo fotografías de YouTube
de algunas municiones recuperadas, incluyendo un cohete cuyas características
sugieren, “coinciden” con los detalles de un cohete de artillería calibre 330mm.
El New York Times escribió que la existencia de los cohetes esencialmente
demostró que el gobierno sirio fue el responsable del ataque “porque las armas en cuestión no habían sido
previamente documentadas o reportadas estar en posesión de la insurgencia.
Theodore Postol, profesor de tecnología y seguridad nacional en el MIT, revisó
las fotos de la ONU con un grupo de sus colegas y llegó a la conclusión de que
el cohete de gran calibre era una
munición improvisada que fue muy probablemente fabricado localmente. Me dijo
que era "algo que se podía producir en un taller mecánico de modesta
capacidad”. El cohete en las fotos, agregó, no coincide con las
especificaciones de un cohete similar, pero más pequeño, que se sabe está en el
arsenal sirio. El New York Times, de nuevo basándose en los datos del informe
de la ONU, también analizó la trayectoria de vuelo de dos de los cohetes usados
que se creía tenían sarín, y llegó a la conclusión de que el ángulo de descenso
“apunta directamente” al disparo desde una base del ejército sirio a más de
nueve kilómetros de la zona de aterrizaje. Postol, quien se ha desempeñado como
asesor científico para el jefe de las operaciones navales en el Pentágono, dijo
que las afirmaciones efectuadas en el Times y en otros partes "no se basaron
en observaciones reales”. Él llegó a la conclusión de que los análisis de la
trayectoria de vuelo en particular, fueron, como él mismo dijo en un correo
electrónico, "totalmente ridículos”, ya que un estudio minucioso del rango
de los cohetes improvisados demostró que era "improbable" que fuera de
más de dos kilómetros de alcance. Postol y un colega, Richard M. Lloyd,
publicaron un análisis dos semanas después del 21 de agosto en el que correctamente
estimaron que los cohetes implicados llevaban una carga de gas sarín mucho mayor
que lo estimado previamente. El Times informó detalladamente sobre ese análisis,
describiendo a Postol y Lloyd como
"reconocidos expertos en armas”. El estudio posterior de la pareja acerca
de las rutas y el rango de vuelo de los cohetes, que contradecían reportes
anteriores del Times, fue enviado por correo electrónico al periódico la semana
pasada; hasta aquí no se ha reportado nada.
La tergiversación de la Casa Blanca de lo que sabía sobre el ataque, y
cuando, fue igualada por su disposición a ignorar la inteligencia que podría
socavar la narrativa. Esa información se refería a al-Nusra, el grupo rebelde
islamista designado por los EEUU y la ONU como una organización terrorista.
Al-Nusra es conocido por haber llevado a cabo decenas de atentados suicidas
contra los cristianos y otras sectas musulmanas no sunitas dentro de Siria, y
por haber atacado a su aliado nominal en la guerra civil, el Ejército Libre
Sirio (ELS). Su objetivo declarado es derrocar al régimen de Assad y establecer
la ley sharia. (El 25 de septiembre al-Nusra se unió a varios otros grupos
rebeldes islamistas para repudiar al ELS y a otra facción secular, la Coalición
Nacional de Siria.)
La avalancha de interés estadounidense en al-Nusra y el gas sarín surgió de
una serie de ataques con armas químicas en pequeña escala, en marzo y abril; en
ese momento, el gobierno sirio y los rebeldes cada uno insistieron que el otro
era el responsable. La ONU finalmente llegó a la conclusión de que cuatro
ataques químicos se habían llevado a cabo, pero no asignó responsabilidades. Un
funcionario de la Casa Blanca le dijo a la prensa a finales de abril que la
comunidad de inteligencia había evaluado "con distintos grados de
confiabilidad" que el gobierno sirio era responsable de los ataques. Assad
había cruzado la “línea roja” de Obama. La evaluación de abril hizo los
titulares, pero algunas advertencias importantes se perdieron en el camino. El
funcionario no identificado que condujo la sesión informativa reconoció que las evaluaciones de
la comunidad de inteligencia "no son suficientes por sí mismas”. “Queremos”, dijo, investigar más allá de esas
evaluaciones de inteligencia para recabar los hechos para que podamos establecer
un conjunto de información creíble y corroborada que luego puede guiar nuestra toma de decisiones”. En otras palabras,
la Casa Blanca no tenía evidencia directa de la participación del ejército
sirio o del gobierno, un hecho que fue sólo ocasionalmente señalado en la
cobertura de la prensa. Las duras palabras de Obama surtieron buen efecto con
el público y el Congreso, que ven a Assad como un asesino despiadado.
Dos meses más tarde, un comunicado de la Casa Blanca anunció un cambio en
la evaluación de la culpabilidad de Siria y declaró que la comunidad de
inteligencia tenía ahora "alto grado de confianza" que el gobierno de
Assad era responsable de por lo menos 150 muertes por ataques con gas sarín. Se
generaron más titulares y se le dijo a la prensa que Obama, en respuesta a la
nueva información de inteligencia, había ordenado un incremento de la ayuda no
letal a la oposición siria. Pero una vez más hubo advertencias significativas. La
nueva inteligencia incluyó en su informe que las autoridades sirias habían
planeado y ejecutado los ataques. No se proporcionaron detalles, ni los que
proporcionaron los informes fueron identificados. La declaración de la Casa
Blanca dijo que el análisis de laboratorio había confirmado el uso de gas
sarín, pero también que un hallazgo positivo del agente nervioso “no nos dice
cómo o dónde los individuos fueron expuestos o quienes fueron los responsable
de la diseminación”. La Casa Blanca adicionalmente declaró: “No tenemos ninguna
información corroborada confiable que indique que la oposición en Siria ha
adquirido o utilizado armas químicas.” La declaración contradijo la evidencia que
en ese momento estaba fluyendo a las agencias de inteligencia de Estados
Unidos.
Ya para finales de mayo, el consultor de inteligencia me dijo, la CIA había
informado a la administración de Obama sobre al-Nusra y su trabajo con el gas
sarín, y había enviado reportes alarmantes de que otro grupo fundamentalista
sunita activo en Siria, al-Qaeda en Irak (AQI ), también entendía la ciencia de
la producción de gas sarín. En ese momento, al-Nusra estaba operando en las
zonas cercanas a Damasco, incluyendo Ghouta Oriental. Un documento de
inteligencia emitido a mediados de verano se ocupó extensamente con Ziyaad
Tariq Ahmed, un experto en armas químicas anteriormente al servicio de los militares
iraquíes, quien se decía que se había trasladado a Siria y que estaba operando
en Ghouta Oriental. El asesor me dijo que Tariq había sido identificado
"como un chico al-Nusra con un historial de fabricar gas mostaza en Irak y
alguien que está implicado en la fabricación y uso de sarín”. Es considerado
como un blanco de alto perfil por el ejército estadounidense.
El 20 de junio un cable de alta confidencialidad de cuatro páginas resumiendo
lo que se había aprendido acerca de las capacidades con gases nerviosos de
al-Nusra fue transmitido a David R. Shedd, director adjunto de la Agencia de
Inteligencia de Defensa. “Sobre lo que Shedd fue informado era extenso y
exhaustivo", dijo el consultor. -No fue un manojo de "nosotros creemos".
"Él me dijo que el cable no hizo ninguna valoración de si los rebeldes o
el ejército sirio habían iniciado los ataques en marzo y abril, pero sí
confirmó los informes anteriores de que al-Nusra tenía la capacidad de adquirir
y utilizar el gas sarín. Una muestra del sarín que había sido utilizada también
se recuperó -con la ayuda de un agente israelí-, pero, según el consultor,
ningún informe más acerca de la muestra
se presentó en el tráfico de cables.
Independientemente de estas evaluaciones, los Jefes de Estado Mayor
Conjunto, en el supuesto de que las tropas estadounidenses podrían ser ordenadas
entrar a Siria para apoderarse del arsenal de agentes químicos del gobierno,
pidió un análisis de todas las fuentes de la amenaza potencial. “La Orden de Operaciones (Op Order) proporciona la base de
la ejecución de una misión militar, si así lo ordena", explicó el antiguo
funcionario de inteligencia. “Esto incluye la posible necesidad del envío de
soldados estadounidenses a una instalación química siria para defenderla contra
una incautación de los rebeldes. Si los rebeldes yihadistas iban a invadir el lugar,
el supuesto es que Assad no nos iba a atacar porque estábamos protegiendo los
químicos de ser incautados por los rebeldes. Todas las Ordenes Op de
inteligencia contienen un componente de amenaza. Tuvimos técnicos analistas de
la Agencia Central de Inteligencia, la Agencia de Inteligencia de Defensa, la
gente de armas, y personal de I & W [ indicaciones y advertencias ] que
trabajaban en el problema ... Ellos llegaron a la conclusión de que las fuerzas
rebeldes eran capaces de atacar una fuerza americana con sarín porque eran
capaces de producir el gas letal. El examen se basó en las señales y la
inteligencia humana, así como en la intención manifestada y la capacidad
técnica de los rebeldes”.
Hay evidencia de que durante el verano algunos miembros del Estado Mayor
Conjunto estaban preocupados por la posibilidad de una invasión terrestre sobre
Siria, así como por el deseo profesado de Obama por dar a las facciones
rebeldes apoyo no letal. En julio, el general Martin Dempsey, jefe del Estado
Mayor Conjunto, proporcionó una sombría evaluación, diciéndole al Comité de
Servicios Armados del Senado, en un testimonio público de que se necesitarían
"miles de fuerzas de operaciones especiales y otras fuerzas terrestres
para incautar el ampliamente disperso arsenal de armas químicas de Siria, junto
con “cientos de aviones, barcos, submarinos y otros agentes”. Estimaciones del
Pentágono ponían el número de tropas en setenta mil, en parte porque las
fuerzas estadounidenses también tendrían que vigilar la flota de cohetes de
Siria: el acceso a grandes volúmenes de productos químicos que crean el sarín y
sin los medios para despacharlos sería de poco valor para una fuerza rebelde.
En una carta al senador Carl Levin, Dempsey advirtió que la decisión de
apoderarse del arsenal sirio podría tener consecuencias no deseadas : "Hemos
aprendido de los últimos diez años, sin embargo, que no es suficiente
simplemente alterar el equilibrio de poder militar sin la cuidadosa consideración
de lo que es necesario a fin de preservar un Estado que funcione ... Si las
instituciones del régimen colapsan en ausencia de una oposición viable, podríamos
involuntariamente empoderar extremistas o dar rienda suelta a las armas
químicas que buscamos controlar".
La CIA se negó a hacer comentarios para este artículo. Los portavoces de la
DIA y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional dijeron que no estaban
al tanto del informe de Shedd y, cuando se les proporcionaron marcas específicas
del cable para el documento, dijeron que no podían encontrarlo. Shawn Turner,
director de asuntos públicos de la ODNI, dijo que ninguna agencia de
inteligencia estadounidense, incluida la DIA, "han evaluado que el Frente
al-Nusra ha logrado desarrollar una capacidad técnica para la fabricación de
sarín.
Funcionarios de asuntos públicos de la administración no están tan
preocupados por el potencial militar de al-Nusra como lo ha estado Shedd en sus declaraciones públicas. A finales de
julio, en el Foro Anual de Seguridad de Aspen en Colorado, el hizo un recuento
alarmante de la fortaleza de al-Nusra. “He contado no menos de 1,200 grupos
dispares en la oposición", dijo Shedd, según una grabación de su
presentación. Y dentro de la oposición, el Frente al-Nusra es... más eficaz y
está ganando fuerza. Esto, dijo, "es de gran preocupación para nosotros. Estoy
muy preocupado de que si no se controla, los elementos más radicales"
-también citó al-Qaida en Irak- “tomaran el control”. La guerra civil,
prosiguió, "sólo empeorará con el tiempo... la violencia por venir es aún
insondable “. Shedd no hizo mención de las armas químicas en su discurso, pero
no le fue permitido hacerlo: los informes que su oficina recibió eran altamente
clasificados.
Una serie de despachos secretos de Siria durante el verano informaban que
miembros del ESL se quejaban ante los agentes de inteligencia estadounidenses,
sobre los repetidos ataques contra sus fuerzas de parte de los combatientes de
al-Nusra y de al-Qaida. Los informes, según los consultores de inteligencia que
los leen, presentaban pruebas de que el ESL está "más preocupado por los
locos de lo que está de Assad. El ESL está compuesto en gran parte por
desertores del ejército sirio. El gobierno de Obama, comprometido con el fin
del régimen de Assad y su continuo apoyo a los rebeldes, ha buscado en sus
declaraciones públicas desde el ataque, restar importancia a la influencia de
las facciones salafistas y wahabíes. A principios de septiembre, John Kerry asombró en
una audiencia en el Congreso con una afirmación repentina de que al-Nusra y
otros grupos islamistas eran protagonistas menores en la oposición siria. Más
tarde se retractó de lo afirmado.
Después del 21 de agosto, la administración en sus sesiones informativas,
públicas y privadas, desestimó la inteligencia disponible sobre el
potencial acceso de al-Nusra al gas sarín y continuo afirmando que solo el
gobierno de Assad estaba en posesión de armas químicas. Este fue el mensaje
transmitido en las diferentes sesiones secretas que los miembros del Congreso recibieron
en los días después del ataque, cuando Obama estaba buscando apoyo para su
planeada ofensiva de misiles contra instalaciones militares sirias. Un
legislador con más de dos décadas de experiencia en asuntos militares me dijo
que él salió de uno de esas sesiones informativas convencido de que "sólo
el gobierno de Assad estaba en posesión del gas sarín y los rebeldes no".
Del mismo modo, tras la publicación del informe de la ONU el 16 de septiembre, confirmando
que el gas sarín fue utilizado el 21 de agosto, Samantha Power, la embajadora
de EE.UU. ante la ONU, dijo en una conferencia de prensa: " Es muy
importante tener en cuenta que sólo el régimen [Assad] posee sarín, y no
tenemos ninguna evidencia de que la oposición cuenta con sarín.
No se sabe si la información altamente clasificada sobre al-Nusra fue
puesta a disposición de la oficina de Power, pero su comentario es un reflejo
de la actitud que se extendió a través de la administración. "La
suposición inmediata fue que Assad lo había hecho", me dijo el ex
funcionario de inteligencia. "El nuevo director de la CIA, [John] Brennan,
llegó a esa conclusión... conduce hacia la Casa Blanca y dice: " ¡“Miren a lo que
tengo!" Todo fue verbal, ellos sólo ondearon la camisa ensangrentada.
Había una enorme cantidad de presión política para llevar a Obama a la mesa,
para ayudar a los rebeldes, y existía la ilusión de que esto [atar a Assad al
ataque con sarín] forzaría la mano de Obama: "Este es el telegrama
Zimmermann de la rebelión siria y ahora Obama puede reaccionar”. El optimismo a
ultranza por el ala de Samantha Power dentro de la administración.
Desafortunadamente, algunos miembros del Estado Mayor Conjunto, que fueron
alertados de que Obama iba a atacar no estaban tan seguros que era una buena cosa.
El ataque con misiles de los EEUU sobre Siria nunca obtuvo el apoyo del
público y Obama dio un giro rápido hacia
la ONU y a la propuesta de Rusia para el desmantelamiento del complejo de armas
químicas de Siria. Cualquier posibilidad de una acción militar se evitó
definitivamente el 26 de septiembre, cuando el gobierno se unió a Rusia en la
aprobación de un proyecto de resolución de la ONU pidiendo al gobierno de Assad
deshacerse de su arsenal químico. El retroceso de Obama trajo alivio a muchos
oficiales militares de alto rango. (Un asesor de alto nivel de operaciones
especiales me dijo que el mal concebido ataque estadounidense con misiles sobre
aeródromos militares sirios y emplazamientos de misiles, como en un principio estaba
previsto por la Casa Blanca, habría sido “como proporcionar apoyo aéreo a favor
de al-Nusra”.)
La distorsión por parte de administración de los hechos que rodearon el
ataque con gas sarín plantea una pregunta inevitable: ¿tenemos toda la historia
de la voluntad de Obama de alejarse de su amenaza de bombardear Siria por
cruzar la “línea roja”? Él había afirmado tener un caso firme pero de repente
estuvo de acuerdo en llevar el asunto ante el Congreso, y más tarde a aceptar
la oferta de Assad de renunciar a sus armas químicas. Parece posible que en
algún momento se enfrentó directamente con información contradictoria: evidencia
lo suficientemente convincente como para persuadirlo a cancelar su plan de
ataque, y tomar las críticas que seguramente vendrían de los republicanos.
La resolución de la ONU, adoptada el 27 de septiembre por el Consejo de
Seguridad indirectamente se ocupa con la idea de que las fuerzas rebeldes como
al-Nusra también estarían obligados a desarmarse: "ninguna de las partes
en Siria debe emplear, desarrollar, producir, adquirir, almacenar, conservar o
transferir armas [químicas]. “La resolución también pide la inmediata
notificación al Consejo de Seguridad en el caso de que cualquier “actor
no-estatal” adquiera armas químicas. Ningún grupo fue citado por su nombre.
Mientras que el régimen sirio continúa el proceso de eliminación de su arsenal
químico, la ironía es que, después de que el arsenal de agentes precursores de
Assad sea destruido, al-Nusra y sus aliados islamistas podrían terminar como la
única facción dentro de Siria con el acceso a los ingredientes que pueden crear
gas sarín, un arma estratégica que sería como ningún otra en la zona de guerra.
Puede que haya más que negociar.
Traducido del inglés por Marvin
Najarro
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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