He visto a los
profesores de economía con el rostro demudado, incapaces de asumir la derrota
ideológica propinada por el pueblo chileno. Su modelo, su paradigma, de
repente, saltó en mil pedazos, a menos de 72 horas que Sebastián Piñera dijera,
orondo y jactancioso, que “Chile era un oasis”.
LA QUIEBRA DEL
NEOLIBERALISMO (CAPITALISMO)
EN CHILE NO ES SOLO
UNA QUIEBRA ECONÓMICA,
SINO UNA BANCARROTA
CULTURAL
Por Luciano Castro Barillas
No se trata simplemente de la quiebra de un
sistema económico. Esto va más allá y abarca la esfera política, económica,
pero, sobre todo, la totalidad ideológica. Ese gran espectro de ideas,
creencias supersticiones que privan en esa seudo ciencia económica, donde aquí
en Guatemala, aún creen en las fuerzas invisibles y hasta divinas del
mercado, y que se enseña con gran “rigor académico” en las
universidades privadas como suprema revelación de filosofía económica. La Marro es la universidad donde se reproduce
ese pensamiento anticientífico auspiciado todavía por la Escuela austriaca de
economía en el caso de Friedrich Hayek y de Milton Friedman de los Chicago
Boys.
He visto a los profesores de economía con el
rostro demudado, incapaces de asumir la derrota ideológica propinada por el
pueblo chileno. Su modelo, su paradigma, de repente, saltó en mil pedazos, a
menos de 72 horas que Sebastián Piñera dijera, orondo y jactancioso, que “Chile
era un oasis”. Su oasis de aguas cristalinas, de la noche a la mañana,
se transfiguró en un charco inmundo donde ninguna salpicadera lo resguardaba de
las esquirlas de mierda. Y es que neoliberalismo se concibió como Tercera Vía
por los teoriquillos antimarxistas en la pugna de hace casi un siglo entre el liberalismo
clásico y la planificación económica, propia esta última de los países
socialistas encabezados por la Unión Soviética cuya economía feudal pasó en no
más de cuarenta años a ser una economía industrial, de amplia cobertura social,
y con tecnología de punta, pues fueron los primeros que exploraron el espacio
extraterrestre e infinidad de logros más por su desarrollo científico-técnico;
sin obviar la gran contribución a la humanidad como fue derrotar a Adolf
Hitler, y ser, sin lugar a dudas, una de las dos superpotencias del mundo en
esa época y camino a serlo también en la actualidad.
Todo resultado de la economía planificada, la
que tanto odian los neoliberales que quieren que el Estado solo funciones para
ellos, para los empresarios codiciosos, pero que el Estado no se involucre en gasto
público para que el pueblo NO disfrute de alguna riqueza. Mientras más
pobre el pueblo, mejor; pareciera ser el lema de estos desgraciados. Su ideal,
como nunca evolucionaron en sus ideas es el antiguo postulado de los
fisiócratas franceses del siglo XVIII: Dejar hacer, dejar pasar (laissez faire),
que en buen chapín sería como decir, como debiera de ser el lema de los
neoliberales guatemaltecos, solo que dicho en buen chapín: VALE VERGA. Por eso ven
con suma tristeza los codiciosos la quiebra del escaparate modelo del
neoliberalismo en América Latina; Chile. Es un fracaso total, sin paliativos.
Es la quiebra económica que siempre ha sido
(éxito solo para los ricos), la fractura total de la sociedad, la pérdida de
dientes de la realidad política pero, sobre todo, exhibir ante el mundo que
todo el éxito chileno es una farsa sostenida por la intimidación, la muerte, el
secuestro y la tortura de Augusto Pinochet. Esas ideas, creencias y
supersticiones se han venido abajo. Es todo un ideario, todo un imaginario en
bancarrota, donde las viejas ideas y creencias y supersticiones llegaron a su
fin. Ahora se hace nuevamente posible el postulado de la ciencia (esta sí es
ciencia idiotas) marxista que nos indica que “la política es la expresión
concentrada de la economía”. El pueblo chileno se los ha recordado. Lo
han recordado ellos mismos y a todos los pueblos del mundo.
Publicado por La Cuna del Sol
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