sábado, 26 de octubre de 2019

“A mover el esqueleto se ha dicho”, dicen los españoles con la exhumación del dictador Francisco Franco

El mover el esqueleto de Franco significa para España, por primera vez, estar libres del dictador. Porque no empieza la democracia española con la transición de 1978, sino en este momento, cuando Franco es sacado de la basílica del Valle de los Caídos


“A MOVER EL ESQUELETO SE HA DICHO”,
DICEN LOS ESPAÑOLES CON LA EXHUMACIÓN
DEL DICTADOR FRANCISCO FRANCO


Por Luciano Castro

Es una expresión de doble sentido. Irónica. Y más que eso, burlesca e irreverente. La verdad es que un desgraciado de ese calibre no se hace merecedor de ningún tipo de respeto, aunque esté muerto y pareciera lo dicho una grosería. “Moviendo el esqueleto” es un chascarrillo como dicen los españoles o un chiste, como estilamos decir en Guatemala. Francisco Franco Bahamonde dio muestras de su crueldad a temprana edad, siendo un oficial joven y de baja graduación en Marruecos. Era aguerrido en el combate y tuvo en una refriega una mortal herida. Golpe que fue cobrado con sangre en la población civil marroquí, dado que masacró a soldados vencidos, mujeres, hombres y niños.

De los horrores cometidos por este milico infame hay amplia documentación. Las tribus del Rif sufrieron lo indecible y a costa de sus muertes atroces Franco empezó a gozar de prestigio y fue ascendido prontamente por la eficacia de su maldad. En Marruecos se hizo genocida y en España se empeoró. Cuando se desencadenó la guerra civil en contra de la Segunda República, en 1936, hubo atrocidades de ambos bandos, pues los españoles comunistas y los anarquistas estaban muy influidos por la brutalidad ideológica de Stalin y no les temblaba la mano para descerrajarle una andanada de tiros a los aliados franquistas.

Contra la Segunda República también se unió la Iglesia que vio afectados sus intereses terrenales y no celestiales, como la confiscación de grandes propiedades agrícolas y disminución de recursos monetarios para las instituciones religiosas, lo cual hizo temblar y saltar en santa ira a la curia española corrupta y holgazana. También participaron en la guerra civil español del lado republicano los sindicatos, las grandes centrales obreras como la UGT y CNT, cuyas ideas sobre su papel de vanguardia de clase estaban muy frescamente alimentadas por la Revolución Rusa; ideas que fueron impulsadas fuertemente por el stalinismo de la época. Y entraron también como respaldo a la Segunda República los nacionalismos, principalmente dos: la Esquerra Republicana de Cataluña y el Partido Nacionalista Vasco.

El puente aéreo para el traslado de tropas y armamentos se realizó gracias a la amplia colaboración de Adolf Hitler de Alemania y Benito Mussolini de Italia. Es decir, que Francisco Franco, desde joven se identificó con el ideario fascista y no es que se haya perdido en el camino, por haber recibido golpes contundentes de los republicanos, como algunos lo quieren excusar. Sus esencia y sustancia era la de un sujeto antidemocrático, arbitrario y cruel, como los conquistadores de América, tan acostumbrados a sacrificar cerdos que encajarle hasta el tope a una persona un cuchillo de matarife no significaba nada. No por gusto los “grandes” conquistadores de América fueron originarios de las provincias de Cáceres y Extremadura, región famosa hasta la fecha por sus jamones y chorizos. La mayoría de conquistadores fueron porquerizos, o sea criadores y cuidadores de cerdos, acostumbrados al degüello y a degustar la moronga (morcilla).

El mover el esqueleto de Franco significa para España, por primera vez, estar libres del dictador. Porque no empieza la democracia española con la transición de 1978, sino en este momento, cuando Franco es sacado de la basílica del Valle de los Caídos, con el disgusto de la Iglesia y la orden de los dominicos que resguardan la basílica y a quienes ya no les darán el mismo estipendio por estar colocando frescos arreglos florales en la tumba de este infame sujeto y diciendo misa por este enfermo ególatra y megalómano. Pero sobre todo se pone, como dijo bien el primer ministro español, Pedro Sánchez, “fin a una larga afrenta”. De estar el asesino todavía encima de sus víctimas, apestando, como un retrete inmundo.

Casi nada ha hecho bien Sánchez, pero esto de mover el esqueleto sí, independiente que la izquierda española, la de Pablo Iglesias, esté diciendo que es un “acto electoralista”. ¿Podemos puede ser tan torpe y envidioso? Pedro Sánchez podrá no ganar la elección y se recordado como un funcionario patoso, pero tiene un lugar sí consagrado de ser la persona que mandó al diablo a Francisco Franco. Enhorabuena por Pedro.






Publicado por La Cuna del Sol

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