La desnutrición es
otra vieja tarea no resuelta por los sucesivos gobiernos de derecha de
Guatemala. Es la asignatura vergonzosa no aprobada. Es el negocio de los
ofrecimientos cínicos de los candidatos cada cuatro años.
“YA DEMOS VUELTA A LA
PÁGINA DEL CORONAVIRUS
Y TRABAJEMOS CON LOS
DESNUTRIDOS”,
Alejandro Giammattei
dixit
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La desnutrición es otra vieja tarea no resuelta
por los sucesivos gobiernos de derecha de Guatemala. Es la asignatura vergonzosa
no aprobada. Es el negocio de los ofrecimientos cínicos de los candidatos cada
cuatro años. Antes, esos ofrecimientos solo lo hacían los candidatos
presidenciales. Después aprendieron a refinar la mentira propicia los
candidatos a diputados y, por último, asumieron la pedagogía del engaño y la
artimaña los nunca desmentidos ignorantes alcaldes de las pequeñas ciudades y
pueblos del país.
Es la cantilena de los que se hacen con el
gobierno cada cuatro años para llenar de ilusiones a los más pobres de los
guatemaltecos para que voten por ellos. Y lo peor es que se lo ofrecen a
quienes se acuestan noche a noche con el estómago vacío. Con un bodoque de masa
medio cocido y sal. Esa es la cena de los extremadamente pobres de Guatemala
cuando bien les va. Y cuando no logran consumir ni eso, se duermen con el dolor
del hambre. Porque déjeme decirle algo: el hambre también duele. Lastima el
alma. Llena de impaciencia. Enfada y dan ganas de volverse contra el mundo.
Contra todo. Para descargar la ira, la frustración y el dolor real, no
metafórico, de los jugos gástricos lastimando las paredes estomacales.
Y así son todos los días y todas las noches,
mientras en la mesa de los riquillos, esas capas medias infames que viven el
dilema existencialista de ser y no ser, como Hamlet, de Shakespeare; se
preocupan de la comida orgánica para que la beba, la niña pija del hogar que no
conoce de obligaciones, no coma grasa, que
tenga una dieta balanceada prescrita por la nutricionista de la
consentida quinceañera, a todo esto ya con sobrepeso porque ha crecido sin
control para tragar y cero ganas de cooperar en las tareas de la casa.
Los grandes imitadores de la sociedad, las
capas medias, repito, confunden el desarrollo social, humano; con el aumento de
la renta, del ingreso, para achicar distancia de ese grupo social privilegiado
objeto de su envidia: los verdaderos
ricos, los oligarcas, los plutócratas que sí pueden comer verdaderamente
bien porque el dinero les sobra.
De ese mundillo, de esa clica de Los Imitadores, proviene nuestro
maltrecho presidente, patirroto, pero con la suficiente arrogancia ahora que es
presidente y que puede dar órdenes a sus empleados, con imperio, con violencia
verbal, con palabra gruesa y con recóndita hombría. Es un macho forzado en
todo, y no hablo de macho sexual, sino de las bestias híbridas que son producto
del cruce de un burro con una yegua. Esos mulos sí que de veras aprendieron por
genética “este macho es mi mula”. Solo ellos tienen la razón.
Ahora, como si ya hubiera terminado bien su tarea
de luchar contra el coronavirus que asuela Guatemala, decidió, creo, cambiar
de patín. Ya se aburrió de los malos resultados en su combate contra la
pandemia, además de que, lo que se avizora, lo que se columbra para los meses
que vienen no es nada halagüeño sino sumamente desalentador y de espanto. El
elogio inicial, de un funcionario gringo que el presidente de Guatemala estaba
manejando bien el problema de la pandemia, se quedó corto, pues empezó, para
dar buena impresión de su eficiencia; haciendo truco. Las cifras eran otras y
como ahora el tamal se está volviendo tamalón, con un grueso envoltorio de
hojas de mashán para que no se vea lo que tiene adentro, ahora sí, ya no quiere
seguir la lucha contra la pandemia. Ahora dice que hay que dar vuelta a la
página y pensar en otras tareas porque lo del coronavirus ha distraído mucho
esfuerzo gubernativo y consumido demasiados recursos valiosos. Que la economía
se va a abrir, en fin, que el CACIF tiene pinzas hidráulicas de gran presión,
pues no son simples tenazas de cangrejo. Ya veremos, estimados lectores, los
saldos catastróficos.
Se están muriendo buenos trabajadores,
experimentados y bien formados: médicos, enfermeras, enfermeros y nos estamos
quedando sin lo más valioso que hay para combatir la pandemia: el humano. Este presidente y su equipo exitoso
ni siquiera han podido abastecer de lo básico de manera amplia a los
trabajadores de la salud. Van en retirada forzosa el presidente, metiendo la
palanca de cambios en pura primera, porque todo se le cae. Pero no todo. Dicen
sus funcionarios que en 48 horas se rehabilitaron 18 mil pacientes. Asombroso.
Maravilloso. Beautiful. Ya no se sabe que creer y ellos ya no saben que decir…
Publicado por La Cuna del Sol
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