La destrucción de las instituciones es irrefrenable. No hay, por el momento, ninguna fuerza humana capaz de detener, de hacer frente, a la obscenidad constante que se mueve en todas las esferas de la vida institucional del Estado guatemalteco.
LA TRAGEDIA DE GUATEMALA:
LA CORRUPCIÓN Y LA
IMPUNIDAD
CONTINÚAN SU MARCHA
AVASALLADORA
Por Valentín Zamora
La Cuna del Sol
La destrucción de las instituciones es
irrefrenable. No hay, por el momento, ninguna fuerza humana capaz de detener,
de hacer frente, a la obscenidad constante que se mueve en todas las esferas de
la vida institucional del Estado guatemalteco. Pero lo peor de todo es que la
señora Fiscal General, Consuelo Porras Argueta, tiene afilados espolones, con
los que agrede, no a los delincuentes, sino a sus más capaces y honestos
trabajadores, tal el caso del último cambio “burocrático” realizado en el MP
donde se traslada a la experimentada y comprometida fiscal, con la causa de la
justicia, Hilda Pineda, titular por más de diez años de la Fiscalía de Derechos
Humanos.
Este no es un cambio intrascendente, simple;
hoy que avanzan los casos relacionados con graves violaciones a los derechos
humanos. Es una pieza movida más allá de las acciones de la persecución penal.
La antecede una acción política
reaccionaria, dado que las leyes, antes que leyes, son reflexiones y
acciones políticas, praxis pura. Por lo que es obvio a quien trata de favorecer
con este cambio de la fiscal Pineda. En primer lugar, al inepto, incondicional
y renegado fiscal indígena, Rafael
Curruchiche, contra quien los manifestantes de ayer en la Avenida de La
Reforma debieron haber enderezado su ira e inconformidad, y no contra los
bienes culturales. Es como si Cuba
desbaratara el Castillo del Morro porque es un legado del colonialismo español
o Rusia destruyera las iglesias de cúpulas de cebolla por ser un legado
zarista.
Es que el fiscal Curruchiche es tan indigno, si
nos vamos a eso, como el general liberal José María Reyna Barrios que fue
decapitado ayer. Es un indígena de la misma envergadura de Pedro de Alvarado,
porque llega a la Fiscalía de Derechos Humanos a negar justicia a las víctimas
del conflicto armado interno. Llega a cubrir de impunidad la Masacre de las Dos
Erres, la de Sepur Zarco y las víctimas del Diario Militar, 190 personas éstos
últimos, ni más ni menos, que nunca tuvieron la prerrogativa del debido
proceso. Una estatua es lo de menos. Tomen fuelle para ir desbaratar a pedradas
y barretazos la Corte de Constitucionalidad, el Congreso de la República o el
Palacio Nacional. Está peor Curruchiche, repito, que Pedro de Alvarado, porque
Alvarado era al final lo que era: un genocida descarado, sin disimulos y no se
la llevaba de justo. Vino a lo que vino. Pero lo que sí da rabioso coraje es
ver a hermanos indígenas totalmente desclasados, perdidos en su identidad, que
no se percatan que aún estén en la más alta cúspide de un poder transitorio,
para los ladinos racistas de nuestro país siempre será ¡un indio hijo de la gran puta! Pero semejante calificativo no le
importa a Curruchiche que va como perro faldero a hacer lo que le indica la
vieja de los espolones y pelos en las pantorrillas.
Esta generación de corruptos “es la mejor de
todas”. Están que dan miedo y solo será posible ponerles un alto con un
movimiento popular debidamente organizado. Por el momento no se puede, por las
diferentes variedades rocambolescas de izquierda, donde van colectivos gays,
indígenas organizados, organizaciones de derechos humanos que a duras penas
llegan a consensos mínimos y partidos políticos liberales (ya no hablemos de
izquierdas) que no movilizan a nadie, ni a ellos mismos. Así el panorama, seguiremos
llevando como pueblo leño, mañana, tarde y noche.
Es una pena, pero pareciera que estamos
viviendo en Guatemala, el final de los días como nación. Los pobres más pobres
y brutos (para no hablar de pobreza espiritual hija de la ignorancia) y los ricos
más ricos, igualmente brutos, como los geniecillos De la Marro, que una década
después no logran romper el embrujo del pensamiento trasnochado de Manuel Ayau.
Así estamos queridos paisanos.
Publicado por La Cuna del Sol
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