El Valle del Polochic es lo más bello y fascinante de las tierras de Guatemala. Tierra y ríos que por su prodigalidad se fue transformando desde 1894, durante el último régimen liberal, en Tierra Maldita, donde los asesinatos, las masacres, la explotación, la miseria y el racismo se han cebado contra el humilde, quizá más que humilde; pueblo kekchí.
EL ESTOR, LA HISTORIA
DE ASESINATOS, EXPLOTACIÓN
Y DESPOJO DESDE FINALES
DEL SIGLO XIX;
AHORA CON ESTADO DE
SITIO
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
El Valle del Polochic es lo más bello y
fascinante de las tierras de Guatemala. Tierra y ríos que por su prodigalidad
se fue transformando desde 1894, durante el último régimen liberal, en Tierra Maldita, donde los asesinatos,
las masacres, la explotación, la miseria y el racismo se han cebado contra el
humilde, quizá más que humilde; pueblo kekchí. Tuve la oportunidad, hará unos
treinta años, de conocer ese territorio de una Guatemala tan conocido solo por
los medios escritos, radiales y televisivos, pero, tan desconocido y remoto,
que casi ningún guatemalteco de oriente, sur u occidente lo conoce.
Se hizo noticia cuando en 1894, a cuatro años
de que asesinaran a Reynita, (o sea
José María Reyna Barrios, el de la estatua decapitada en la Avenida de La
Reforma y por cierto el general más enano del ejército de Guatemala que se
tenga noticia pues medía apenas 1.50 centímetros de estatura, a quien tuvieron
que diseñarle un espadín menudo porque el estándar que usaban los oficiales lo
arrastraba; además de ser pionero en Guatemala en el uso de zapatos de
plataforma para verse un poco más altito). Este presidente inició la entrega
del territorio nacional dando a los alemanes enormes propiedades de tierra para
el cultivo del café, banano y algodón, firmando también la antipatriótica
concesión de tierra, por 90 años, con el representante de la compañía alemana Ferrocarril Verapaz y Agencia del Norte
Limitada, señor Walter Dauch.
Para dar esas tierras comunales fue necesario
expulsar a los labriegos kekchíes y pokomchíes y resucitaron como en la colonia
española; a finales del siglo XIX la modalidad de explotación de “colonos” a
los indígenas despojados de sus tierras. Pero para hacer posible la extracción
de la producción agrícola, inicialmente, fue necesario crear una
infraestructura portuaria fluvial y máquinas de vapor en el río Polochic,
naciendo al mismo tiempo dos compañías alemanas que nada bueno dejaron al país.
Nacía una oligarquía extranjera, explotadora y racista, antes que la gringa,
ligada al Segundo Imperio Alemán de Guillermo I.
Así el asunto, asistimos que para 1890, por su
riqueza, la aldea del Estor (viene del inglés Store, pues hasta allí habían
avanzados los madereros ingleses en el territorio guatemalteco y que
afortunadamente no se perdió) fue declarada la aldea municipio adjunto al
distrito de Zacapa y luego de Alta Verapaz. Y ya para 1970 los militares
metidos de lleno al negocio del despojo, crearon la FRANJA TRANSVERSAL DEL
NORTE, una carretera que se abría paso en plena selva para generar, según
ellos, “el desarrollo” de esa región. Como era de esperarlo, no ocurrió tal,
pero sí surgió otra variante de la oligarquía: militares terratenientes con
tierra robada y otorgada legalmente por la empresa estatal Empresa de Fomento y
Desarrollo del Petén, FYDEP.
La idea de la Franja Transversal del Norte fue
concebida por el “Chacal de Oriente”, el general Carlos Manuel Arana Osorio en
1970, con fines de despojo, en lo esencial, y el primer diseño de política
contrainsurgente genocida. En ese año se le otorga a una compañía canadiense
una concesión por 40 años, la Exploraciones
y Explotaciones Mineras de Izabal, EXMIBAL; la extracción ilimitada de
níquel pagado, por supuesto, a precio irrisorio. Muchos ciudadanos democráticos
e instituciones se opusieron a esta nueva entrega antipatriótica del territorio
nacional, abanderando la lucha la Universidad de San Carlos de Guatemala, cuyos
miembros de la comisión de consulta, fueron asesinados y los sobrevivientes
tuvieron que salir al exilio.
La presión internacional sobre lo que acontecía
en Guatemala no se hizo esperar y la compañía Exmibal cerró operaciones por
algo muy grave que ocurrió por esos años: La
Masacre de Panzós, donde el ejército de Guatemala se despachó sin hipo a 53
campesinos y 47 heridos, haciendo uso de unas armas de contención:
ametralladoras 50, antiaéreas. Así es
como se entiende de mejor manera lo que pasa actualmente en El Estor, parte de la
Cuenca del Polochic: un estado de sitio y una desproporción de fuerzas de
seguridad para cuidar las inversiones del capital oligarca como los
cultivadores de la palma africana. Sus índices de pobreza son altísimos. Es La
Cuenca del Polochic, actualmente y desde siempre, el reino de la miseria
impera, contradictoriamente a su riqueza natural.
Publicado por La Cuna del Sol
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