sábado, 9 de octubre de 2021

Los encuentros de dos mundos siempre serán traumáticos, sobre todo para los perdedores

La historia siempre ha sido escrita así, por las guerras desatadas por los que quieren imponerse a otros. Sojuzgarlos para explotarlos de muchas maneras. Por su fuerza de trabajo, por su inteligencia, por su belleza física en el caso de las mujeres, o por los recursos naturales que disponen como el agua, bosques, tierras fértiles o minerales.

 

LOS ENCUENTROS DE DOS MUNDOS                                           
SIEMPRE SERÁN TRAUMÁTICOS, SOBRE TODO
PARA LOS PERDEDORES



Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol

La historia siempre ha sido escrita así, por las guerras desatadas por los que quieren imponerse a otros. Sojuzgarlos para explotarlos de muchas maneras. Por su fuerza de trabajo, por su inteligencia, por su belleza física en el caso de las mujeres, o por los recursos naturales que disponen como el agua, bosques, tierras fértiles o minerales. Porque siempre hay y habrá personas inconformes con lo que les ofrece la vida y quieren más y más. En esa inclinación por la codicia, por la insatisfacción en la posesión de bienes materiales, por falta de entendimiento de la brevedad de la vida del ser humano, dejan los hombres, el sujeto; de vivir con lo esencial y solo fijarse en lo accidental. En lo secundario. Esa lucha entre las personas determinada por la clase social a la que ha pertenecido, ha teñido de sangre a la tierra con efusiones tales como las del río Xequijel que, según los cronistas indígenas, se tiñó de sangre cuando ocurría la conquista de Guatemala.

Ninguna lucha de clases se puede dar de manera amable y aunque todas las guerras injustas son condenables moralmente, así han ocurrido siempre. Claro, no es una justificación para la crueldad, pero nada han podido hacer los hombres nobles porque las cosas fueran distintas. Bartolomé de las Casas poco consiguió con sus quejas ante la Corona Española, para citar un ejemplo. Casi nada podía hacer con la avaricia de los encomenderos quienes, teniendo en encomiendas a miles de indígenas, disponían no solo de sus vidas sino de su fuerza de trabajo gratuita.

El pueblo de Jutiapa nunca fue una buena encomienda pues, en su mejor momento, durante el régimen colonial; tuvo como máximo 89 indígenas tributarios, contra los miles de indígenas de Quiché, Antigua o Huehuetenango. Pero aún 80 hombres estando a la total disposición de un encomendero y no verla como “buena encomienda”, sería como creer que esas personas sin paga en una fábrica no serían las delicias de un explotador. Ochenta personas esclavas ya es demasiada gente. No obstante, en la América Española hablamos de millones de personas, que fue la razón de la riqueza de España y Europa en general. Entendido el valor socioeconómico y político de un esclavo, ese “jardín de las delicias” para la codicia humana, fue igual en todas partes.

Todos los imperios de la antigüedad y los modernos esclavizan a los seres humanos desembozados totalmente o con disimulo, como lo son los actuales imperialismos que perviven todavía en la tierra. Lo hizo Grecia, Roma, los otomanos y en los tiempos que corren los Estados Unidos y los países europeos más desarrollados. Por eso, en las resoluciones cruciales en distintos foros internacionales, este bando imperialista siempre vota contra Cuba o Venezuela. Los imperialismos no podrían existir sin los apoyos domésticos, con el respaldo de las oligarquías nacionales, por ejemplo, de toda América Latina. Y con el respaldo también de los pobres que, perdidos en la miseria espiritual e intelectual, están de lado de sus explotadores.

Con el arribo del 12 de octubre se caldean los ánimos de los movimientos indigenistas que repudian la conquista por el factor de sangre, pero también es cierto que todos los pueblos terminan haciéndose más ricos como cultura y civilización, por esos intercambios raciales, culturales, económicos y sociales. Los albaricoques persas llegaron a España por los romanos y los españoles los trajeron a América. España tiene una rica lengua castellana por 800 años de dominación árabe, solo para citar breves ejemplos. Las movilizaciones del 12 de octubre no deben desconocer el mundo de atrocidades cometidas por los conquistadores. Pero los españoles pueden decir lo mismo y pedir lo mismo a los árabes por las matazones perpetradas por los hijos de Mahoma.

Los imperios vinieron a robar, saquear y matar. No hubo disimulos. Pero la Iglesia Católica sí que debe de pedir disculpas. Está obligada, porque esos 300 años de dominación española la vivieron con una total hipocresía, es decir, “a Dios rezando, pero con el mazo dando”. Le cae a esa institución dizque cristiana, como anillo al dedo, el aforismo aquél aplicado a un pintor chapucero que dice “A mal Cristo, mucha sangre”. Pues cuando pintaba la gente extrañada por sus trazos le preguntaba que qué pintaba… a lo que él pintor de Orbaneja respondía: “Si sale con barbas es san Antón, y si no, es la Purísima Concepción”.

Así fue de chapucera la Iglesia Católica que dándole América un bellísimo trozo de caoba para hacer un “Corazón de Jesús”, solo pudieron tallar un molinillo. Las disculpas solo debe darlas la iglesia por su hipocresía.




Publicado por La Cuna del Sol

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