Este país necesita sanar. Necesita una limpia. Tal vez solo capaz de hacerla la abundancia y variedad de brujos y hechiceros.
SOLO LOS BRUJOS
PODRÁN SALVAR A GUATEMALA
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Guatemala es un país muy rico en tradiciones
orales, en creencias ancestrales, en supersticiones, pero, sobre todo, cree
mucho en el poder de sus brujos y hechiceros, de los “hacedores y quitadores de
males”, de los maleficios y aparecidos en las encrucijadas de los caminos, de
los espíritus que vuelan sobrevolando las copas de los árboles y los techos de
las casas. El guatemalteco le ha perdido fe a todo, incluso al Dios
judeo-cristiano que ha resultado muy chambón y de oídos sordos ante tantas
penas, abusos y hambre que sufre esta nación. Pareciera que Dios no oye a los
pobres, a los marginados, los que se quedaron ya sin ninguna esperanza de que
la vida pudiera, para ellos; ser un poquito mejor. Es grande el dolor en esta
tierra y uno, de veras, no quisiera ser guatemalteco. No quisiera haber nacido
en esta especie de tierra maldita, donde no germina la vida sino solo el dolor.
Los guatemaltecos están cansados, agotados, sin
energías físicas ni espirituales, con un enanismo emocional que cualquier cosa
por pequeña que sea, por ligera que sea, por frívola o irrelevante; desata la
tempestad. Ya no puede haber ninguna discrepancia entre los vecinos, respeto a
los puntos de vista diferentes, porque todo se asume con enemistad y odio. Este
país necesita sanar. Necesita una limpia. Tal vez solo capaz de hacerla la
abundancia y variedad de brujos y hechiceros. Abundan en la actualidad estos
profesionales de lo ignoto y lo arcano, pero, lamentablemente, no tienen un
salario en el presupuesto de gastos del Estado como sucede en Nueva Zelanda,
que, dicho sea de paso, jubiló al brujo oficial encargado de encaminar bien las
cosas en ese país insular, el señor Ian Brackenbury Channell, quien luego de 20
años de servicio fue cesado de su trabajo.
En Jutiapa, por ejemplo, prestan sus buenos
oficios en su bien organizado despacho El
Cacique Amazónico quien, con hierbas traídas de la Amazonía brasileña,
quita toda enfermedad, empezando con el cáncer, sin embargo, el servicio es
oneroso y casi nadie que no tenga menos de 20 mil quetzales puede hacer su
urgente tratamiento. Quedan si no hay efectivo, alhajas, una pequeña casa o un
descuidado terrenito rústico, eso sí, para hacer bien las cosas, el Cacique
Amazónico comparece con usted ante un notario y hacen el negocio de lo más
formal del mundo, con un instrumento debidamente legalizado con firma y sello
del abogado que autoriza (como que los aprendieron de la mayoría de abogados
mafiosos de Jutiapa). Los brujos mayas son menos exigentes, pero sí tiene que
disponer usted de cinco mil quetzales como mínimo y poder ser objeto de
extraños sortilegios por nigromantes que apenas hablan el español, pero son muy
fluidos en su lenguaje cuando de cantidades de billetes se trata.
En Jutiapa causó furor en las tierras de San
José Acatempa, José María Nimajay
que tenía un templete en un prado donde con campana y todo llamaba a sus fieles
a la oración. Un día de tantos un marido celoso le pagó diez mil quetzales para
que le revelara con sus sortilegios con qué hombre su mujer lo engañaba.
Resultó que era su compadre y ni lerdo ni perezoso lo rellenó de plomo el marido
ofendido, pero resultó que el escurridizo amante no era la persona asesinada
sino un invento del brujo Nimajay. Acto seguido, también el brujo fue rellenado
de plomo por su engaño. Ahora, lo singular de todo, es que uno de los clientes
frecuentes del brujo Chichita Chichón
es nada menos que el presidente del Congreso, Allan Rodríguez, quien fue visto
en la zona 18 buscando “asesoría” espiritual para ver si no la carga cerca.
Todo esto es una locura que sucede igualmente
en un país igualmente loco y mágico, ese país de los Siete Envoltorios, y que
cada día se sume en la bancarrota, llamado Guatemala, pues pienso que este país
todavía existe.
Publicado por La Cuna del Sol
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